Capítulo 40.

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Coloqué mi mano en la rejilla metálica que bordeaba el último rígido escalón de hierro que subía hacia mi habitación, sintiendo las manos de Harry sostener mis caderas entre sus manos, para no resbalar. De acuerdo, esta vez sí podría morir; el vértigo me estaba volviendo loca.


Con dificultad, apoyé al fin mis dos pies sobre el gélido y duro suelo marmoleado de mi habitación, y rápidamente sentí las manos de Harry aprisionar mis caderas entre ellas, y sus labios carnosos moviéndose sobre los míos con dulzura. Apoyé mis manos sobre sus hombros musculosos, mientras él acariciaba mi espalda con sus dedos, introduciendo lentamente sus manos debajo de mi camiseta holgada y desteñida. Mordí su labio inferior, aferrando su cabello con mis dedos, jalándolos, hasta que quedamos tumbados sobre mi cama desarreglada.

-¡Skylar! –dijo mi madre desde abajo. Me separé de Harry y él se levantó sin vacilar, acercándose cada vez al balcón abierto, donde las cortinas bailaban al compás del viento sonoro.
-Te veo luego –susurró, y besó con delicadeza las comisuras de mis labios, antes de salir disparado por la ventana. Minutos después que estuve en cama fingiendo estar dormida, escuché el lánguido sonido del motor de su auto, y entonces me lo imaginé alejándose, y cerré los ojos, acariciando la caoba del cabezal de mi cama para encontrarme con las plumas colgantes del gran atrapasueños. Lo acaricié con los dedos, y utilicé los recuerdos que tenía para inhalar su aroma invisible.

Aparté la mano de sopetón y la escondí debajo de las sábanas, cuando escuché el crujido típico que hacía mi puerta al abrirse, y aparté la cara de la luz cegadora que provenía del pasillo. Mi madre avanzó con lentitud, frotándose las manos en su pantalón de lino blanco, y mirando a su alrededor, detalló mi habitación con detenimiento. La miré de reojo y volví a cerrar los ojos.

Con dulzura, se sentó en el borde de mi cama, y apoyó sus brazos en mi estómago, besando mi frente.

-Te quiero, princesa –susurró, y entonces pude sentirla sonreír. <<Oh, mamá, te amo>>, pensé para mis adentros. A veces, parecía una bruja, y quería gritarle en la cara cuánto la odiaba, aún cuando la amaba más que a otra cosa en el mundo. Lástima que estaba casada con Cyrus, quien, de repente, estaba comenzando a influirme un abismo en mi mente. Un oscuro y profundo abismo.

El teléfono me vibró en la pierna, alumbrando por debajo de la sábana. Lo cubrí con la mano, y observé con el rabillo del ojo a mi madre alejarse por la puerta, cerrando la puerta detrás de ella con cuidado.

Como si fuese una fugitiva cuidando no ser vista, deslicé el teléfono fuera de mi bolsillo del blue jean que todavía tenía puesto, y abrí el mensaje nuevo que había llegado hacía apenas un minuto y medio.


“No te olvides de que las pesadillas también son sueños. Descansa, Sky. 

Te quiere, -tu amigo.”


-o-

-Las cosas con mis padres van cada vez peor –Ali rodó los ojos, y se apoyó de espaldas en la pared de los vestidores. Desenredé un nudo rebelde de mi cabello mojado, y rematé con el cepillo para pelo.
-¿Y eso? ¿No se habían divorciado?
-Sí. Pero la cosa es que creo que está espiando a mamá –musitó, en tono confidente. No pude reprimir echarme a reír, y ella me dedicó una mirada risueña. 
-¿Cómo? ¿Espiando a tu madre? –me reí, deslizándome la camisa por encima de los hombros, y luego acomodándola en el final.
-Te lo juro –se rió también -. Es eso, o disfruta de apoyarse en los vidrios de Starbucks para disfrutar a los clientes.
-¡No me digas! –me quedé boquiabierta -. ¿Y tu madre? ¿Se ha dado cuenta?
-No le he comentado. Pero, hombre, es obvio que sí –sonrió, y de repente bajó la mirada hacia sus manos pálidas, que jugueteaban con una de las trenzas de sus Vans negros -. Él nos hizo mucho daño… No creo que lo aceptaría.

Suspiré, y dejé el cepillo encima de mi morral.

-Pierde cuidado. Ella se ve feliz con Phil –apreté los labios al finalizar, y esbocé una sonrisa rota. Ella me miró con ojos brillantes.
-Me alegra mucho por ella.
-Igual yo.
-Sí. Además de que el hombre tiene dos hijos –se mordió el labio, sonriendo. 
-¿Ya te ha presentado alguno?
-No –se encogió de hombros -. Igual… Ya tengo a alguien en la mira.
-¡Vaya! ¿Se puede saber quién es? –me reí. Ella bajó la mirada hacia sus manos de nuevo, y luego levantó la mirada con autosuficiencia.
-Es un tal Harry. El chico que vino a detener la pelea el otro día en el estacionamiento –respondió, reprimiéndose una sonrisa. Casi apretaba mis uñas contra la piel de mi antebrazo. ¿Alison conocía a Harry? ¿Qué? 


Stray - [h.s.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora