Capítulo 48.

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-Harry-:

Deslicé su camiseta por encima de sus brazos, haciéndola soltar un quejido profundo. Acaricié su abdomen desnudo con la mano, cerrando los ojos por unos instantes, y entonces me ocupé de recobrar de nuevo mi respiración normal. Tragué saliva, y continué desvistiéndola, admirando cada centímetro de su piel sedosa y brillante bajo la luz que se filtraba a través de las cortinas. Desabroché su pantalón, deslizándolo por sus piernas delgadas y pálidas, y acaricié sus muslos con mis dedos. 

Di dos toques en su hombro con mis dedos, y ella se removió en la cama con incomodidad, arrugando la nariz. Sonreí, y deslicé con dificultad una de mis camisas sobre sus brazos extendidos hacia arriba, y la acomodé hasta que quedó cubierta al menos hasta los muslos. Me mordí el labio inferior al verla tan indefensa. ¿Era ésta la verdadera Skylar? Santo cielo, qué perfecta. Me levanté de la cama, escuchando un chillido detrás de mí.

-Embustera –me reí por lo bajo -. Estás despierta.

Inclinó sus cejas en señal de quejido, e intentó decirme algo que sonó como un graznido extraño. Caminé vacilante hacia la cama, y recosté mi cuerpo junto al suyo, juntando nuestras piernas. Giró su rostro dormido hacia el mío, y se aclaró la garganta, dejando salir un quejido agudo. Santo Dios, ella olía tan bien…
Ella lucía simplemente preciosa. Ella era preciosa. Sí. Ella es insoportable, bipolar, gritona, voluble, maniática y miedosa… pero aún así es perfecta.

Todo estaba perfectamente en su lugar, perfectamente hecho a su medida, su respiración acompasada se mezclaba con la mía, y sus manos diminutas apenas movían un dedo. Yo podía fácilmente lucir como Gozilla al lado de ella, que era tan pequeña que casi tenías que agacharte para mirarla a los ojos. Desvié la mirada, humedeciéndome los labios con la lengua, y fijé la vista en la ventana. Yo no iba a dejarle. Yo no quería dejarle. Podría morir y matar a quien sea por estar con ella, y no tenía miedo alguno de demostrarlo. Quería estar con ella, y vaya que deseaba estar en otras condiciones para poder hacer eso. Me mordí el labio más fuerte, apretando los párpados. Yo sabía que no podría luchar para siempre… Sabía que nunca podría acabar mi vida con ella. Pero aún así agradecía estar persiguiendo al hijo de puta de su papá, y agradecía haberla llevado conmigo todo este maldito tiempo.


-Flashback-:


-Deja de hacer tantas preguntas. Me hartas. Eres molesta.
-Tú tampoco eres muy agradable –rodó los ojos, irónica.
-Me importa muy poco lo que pienses sobre mí, nena –mascullé, tomando otro largo sorbo de la botella de cerveza.
-Soy Skylar, no “nena” –me reclamó, rodando los ojos.

-¿Me vas a llamar la próxima vez que quieras secuestrarme? –inquirió, guardando el teléfono en su bolsillo.
-Te llamaré para salir cuando me entere de que no estás castigada –le guiñé un ojo -. Ahora bájate, ¿quieres? Puedo arrepentirme en cualquier momento.

-Sólo… lo siento –musité con amargura. No se me daba eso de pedir disculpas -. No debí meterme entre tú y tu novio–articulé la segunda palabra con desprecio. 
-Jake… es… Bueno, sí –balbuceó, ¿ella tampoco sabía qué decir o se estaba burlando de mi torpeza? Asentí con la cabeza. Con que esas teníamos. Bien. La dejaría tranquila. Pondría mi distancia entre ella y yo, que relativamente era un abismo de por medio. Sólo la buscaría en los asuntos de trabajo y cuando fuera necesario la mataría a sangre fría. Quizá fuera pronto. 
-Duérmete –ordené, mientras caminaba hacia el balcón con expresión neutra. Oh, como deseaba estamparle un beso que la dejase petrificada. Ni yo mismo comprendía por qué la quería de esa manera. ¿Por qué mierda eres tan bipolar, Harry?

-Quisiera contarte todos mis secretos, pero ya te convertiste en uno de ellos –me mordí el labio con vergüenza; una emoción que no sentía desde hacía… bastante tiempo. 

Stray - [h.s.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora