Capítulo 85.

73 3 0
                                    

Caminé detrás de Becky con su mano apretando la mía. Fuera, sonaba una canción de Crystal Castles que ahora sonaba vehemente a través de la sala. Las paredes del corredor eran de color rojo al igual que todas las demás, y Becky se pavoneaba exageradamente frente a mí. 

Al final, habían unas escasas puertas pintadas de negro que me parecieron lo que eran “sesiones privadas”. De seguro que Becky daba diez por día. Resoplé, harto de tener que hacer esto para conseguir las evidencias y hacerle soltar todo lo que ella sabía. Pero, al mismo tiempo, sentía la adrenalina correr violentamente por mis venas y la sangre subir hacia mi cabeza caliente. Yo era el mejor jugando, y más con chicas como Becky. Tan fáciles.

Ella abrió una de las puertas pegadas a una de las paredes del corredor sin fin, y me arrojó dentro, quitándose la delgada chaqueta que cubría sus hombros. Tan sólo un top cubría su busto prominente, y sus ojos bajaron hacia mis labios. Desabrochó mi chaqueta, y yo la arrojé hacia un sofá de terciopelo rojo, subiéndome encima de ella y besando su cuello.
De alguna forma, me sentía un gilipollas por estar haciendo esto a espaldas de Skylar. Ella de seguro que me mataría. Pero esto era por el bien de ambos. Yo tenía que controlarme ahora. Ahora que tenía a Skylar, ya no quería dejarle.

Becky me besó apasionadamente, retorciéndose debajo de mí, mientras yo acariciaba sus piernas desnudas. 

-¿Dónde está tu noviecita? –ella farfulló en tono de burla.
-La he dejado a mitad del camino –musité. –Pobre niña.
Ella soltó una risita.
-Estúpida –soltó hacia Skylar, y luché por no apretar mis puños. Becky comenzó a retirar mi chaqueta negra, y besé su cuello.
-Así que, ¿dónde has estado? –mascullé, palpando en mi bolsillo.
-No lo sé, por ahí –rió pícaramente, con voz chirriante. Bien, tenía que ir más lejos. Acaricié su abdomen con mi mano abierta, subiendo hacia sus pechos. Ella gimió.
-Eso no me sirve, nena –sonreí. Yo lo hacía tan bien.
-De acuerdo –rió sin aliento. –Yo estaba espiándote en el almacén unos días atrás. Luego huí hacia el Sur.
-Genial –sonreí. -¿Qué hacías en el almacén, nena?
-Tu hermana es tan difícil de amordazar –rodó los ojos. –Ella grita un montón.
Apreté los labios, e intenté sonreír.
-¿Así que ayudabas a Smith?
-Él fue una buena carnada. Pero realmente se estaba volviendo un dolor de cabeza para mí. No quería pagarme todo el dinero, ¿sabes? Y Cyrus lo tiene todo. Así que fue un real alivio que lo mataran.
-¿Te alegras por eso?
-Por supuesto que sí. Sin él en el camino, fácilmente puedo desaparecer a Skylar.
-Qué chica tan mala –me reí, y besé su cuello de nuevo. Ella se retorció. 
-¿Tienes pruebas sobre el almacén? ¿Algún regalo para mí? –me reí lascivamente, y ella se mordió el labio.
-Tal vez –sonrió. –Vas a tener que encontrarlo.
-Vaya –sonreí, acercándome a su rostro. -¿Podría saber dónde?

“No te hagas la difícil ahora, perra. Es de lo que me mantiene fuera de la cárcel de lo que estamos hablando”. Mis dientes apretados. Las comisuras de mis labios en una sonrisa forzada. Becky me besó salvajemente otra vez, cerrando sus párpados con fuerza. Rodé los ojos, e intenté ser incluso más suave con ella. Me incliné y besé su abdomen, con ella retorciéndose debajo. Desabroché sus diminutos shorts de cuero y lo jalé hacia abajo. Ella gimió.

-¿Dónde está esa prueba, nena? –musité en su oreja, mientras ella intentaba sacar mi camisa fuera. Ella se retorció, jadeando, y señaló con la mano temblorosa su cartera de mano. Arqueé una ceja, y ella tragó saliva con fuerza.
-Son todas las fotos que tomé en el almacén.
-¿Hay copias? –musité.
-No. Es todo lo que tengo sobre eso –ella jadeó entrecortadamente. Entonces, sonriente y triunfante, sintiendo un hormigueo familiar en las palmas de mis manos y mi corazón retumbar de alegría, solté una risita de victoria y me acerqué a su oreja.
-Tú, Becky, acabas de caer en una de las trampas del asombroso Harry.

Sus ojos se abrieron como platillos, y yo me levanté de un salto, arrebatando su cartera roja de mano de la mesita enfrente del sofá, y colgándome la chaqueta negra al hombro.

-¿Qué quieres decir? ¿Todo este tiempo estuviste actuando? –se levantó temblando del sofá, cuando yo estaba a unas pulgadas de la puerta. Sin embargo, la ignoré, y comencé a caminar por el pasillo, triunfante.
-¡Harry! –gritó ella a mis espaldas.

Y entonces me fui de ahí, sonriente y victorioso, a encararme con John y Matt, para informarles que, de nuevo, H había ganado lo suyo.
Dieron un salto cuando me vieron. John dejó caer su cigarrillo.
-¿Y bien? ¿Tienes la grabación?
Sonreí, y alcé mi celular en alto.
-Grabé todo lo que esa perra dijo. Además, le arrebaté las fotos que tomó de nosotros en el almacén. Si quiere decir algo a la policía, ella de seguro que estará hundida también.
Matt se rió y John explotó en carcajadas, mientras caminábamos hacia el auto. De nuevo, yo había triunfado.

Stray - [h.s.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora