Capítulo 56.

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El despertar.

-Skylar-:

Los ojos me ardían, al igual que el resto de mi cuerpo. Un tubo atravesaba mi boca y mi nariz, sentía mi respiración tan superficial que mi estómago apenas se levantaba al inhalar. Mis brazos estaban llenos de piquetes de agujas, moratones y tubos que los atravesaban y se adentraban dentro de ellos. Yo estaba en una habitación de paredes blancas sobre algo muy incómodo. Diablos, ¿por qué veía tan borroso? Apreté los párpados y parpadeé rápidamente, removiéndome sobre la cama.

Un hombre con anteojos y bata blanca entró por la puerta y se apresuró a tomarme el pulso con los dedos, observándome fijamente a través de sus anteojos redondos. Desvié la vista con incomodidad.

-¿Cómo te sientes? –preguntó él -. ¿Sientes algún tipo de… mareos, dolores?

Bajé la mirada hacia mi estómago y la volví a posar en él. El tubo impedía que yo hablara, aunque quería hacerlo. Revisó mis heridas sin tocarlas y me administró una intravenosa transparente que no tardó en adentrarse dentro de mi cuerpo a través de una de las innumerables inyecciones. Mientras lo hacía e iba de allá para acá revisándome y anotando cosas, miré al vacío, intentando respirar normalmente.

-Un chico ha estado allí fuera desde que entraste aquí –comentó, mientras anotaba algo en su libreta -. Salió muy pocas veces del hospital y ha entrado varias veces a verte. Ayer pasó la noche contigo, de hecho –sonrió levemente -. Ha sido un buen novio.

Mi estómago dio un vuelco que penetró dolorosamente en mis heridas, y haciendo una mueca de dolor, intenté preguntar dónde estaba, pero sólo un gemido abstracto salió de mis labios.

-Voy a quitarte esa cosa en unas horas, y entonces sólo necesitarás algo de reposo y podrás volver a tu vida normal –sonrió, y unas arrugas se dibujaron alrededor de sus ojos -. Él va a entrar ahora.

Y salió de la habitación, dejándome a solas. ¿Harry estaba allí? ¿Dejando que todos lo vieran? 

No recordaba nada, tan sólo que llevaba mucho tiempo sin verlo, y que realmente lo extrañaba. Algo me decía que él había estado sufriendo más que yo allí afuera, y ni siquiera quería imaginármelo.

Giré mi vista de golpe hacia la puerta, y la hermosa figura de un ángel se asomó en ella, sonriendo de oreja a oreja. Abrió los brazos y me acunó en ellos con fuerza, transmitiéndome su calor al tiempo que su perfume se filtraba por entre los tubos que atravesaban los orificios de mi nariz. Noté cómo las lágrimas se apoderaban de mis ojos y eran derramadas involuntariamente, mientras aferraba sus cabellos con mis dedos y sentía su cuerpo sostener el mío, y de repente todo me parecía mágico. 

-Oh, nena, te extrañé –musitó. Gemí entre sollozos. Extrañé tanto escuchar su voz cerca de mí, y las innumerables veces en que me llamó “nena”. Acarició mis cabellos con los dedos y plantó besos en mi cuello, sentándose al borde de la cama. Sus labios subieron hasta mi frente, donde plantó un beso suave.
-Lo siento, lo siento, lo siento tanto –musitó agitadamente muy cerca de mi rostro -. Estos cuatro días han sido insoportables. Nena, tengo tantas cosas que contarte. Tengo noticias buenas que darte. Quiero besarte hasta que digas que me comporto como un imbécil –sonrió, y yo reí con dificultad -. No puedo esperar a que sepas lo que tengo que decirte.

Arqueé una ceja torpemente, y desvié mi vista hacia la ventana, suspirando de alivio. Lo había extrañado tanto, y aún tenía que esperar a tener mi boca libre para hablarle. Pero su voz era suficiente para mí. Alargué mi mano hacia arriba al vislumbrar un centelleo que de allí provenía, y miré su cuello vacío. Desplacé mi mirada hacia él, e intenté quitarme la cadena con los dedos, débilmente.

-Quédatelo –hizo una mueca, encogiéndose de hombros -. Se ve mejor en ti.

Hice un sonido, insistiendo vanamente. Sonrió con picardía, y sostuvo mis manos bajo las suyas, impidiéndome moverlas. Maldito manipulador.

-Nena… -bajó la mirada de repente -. Lo que tengo que decirte… es importante. Mucho. Tú… -tragó saliva -. Tienes que prepararte para algo.
Sentí el color huir de mis mejillas, y mis ojos se abrieron como platos.

Stray - [h.s.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora