Capítulo 84.

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-Harry-:

Miré el reloj en el tablero de la camioneta y apreté el volante tan fuerte que mis nudillos se volvieron blancos. Miré a Matt por el rabillo del ojo, quien escribía en su teléfono frenéticamente. John fumaba un cigarrillo desde atrás, arrojando el humo por la ventana mientras buscaba por el GPS.

-¿Y bien? –resoplé, intentando acomodar la postura sobre el asiento de cuero. -¿Dónde está la perra?
John se inclinó sobre el asiento de Matt, apoyando el codo con la mirada situada en el pequeño GPS en su palma.

-Ella tiene que estar donde siempre. En el bar, supongo –respondió con voz áspera. Asentí, mirando al frente, y las comisuras de mis labios formaron una sonrisa. “¿Quieres jugar, Becky? Juguemos, entonces.”

Conduje con exceso de velocidad a través de la carretera desolada sintiendo que el coche apenas se estaba moviendo. Quizá fuese la misma desesperación por acabar con las notas que me jodían la vida la que me llevaba a la locura. “Tienes que calmarte, Harry. Esto es igual que otra misión”, me recordaba una y otra vez, dentro de mi mente. Pero al mismo tiempo, las palabras se volvían borrosas y terminaba recitando mantras sin sentido.
Mis puños se apretaron en torno al volante cuando giré en la esquina hacia el bar Luxur Way, ubicado en una de las zonas más lujuriosas, donde iban los gilipollas con dinero. Incluso había presenciado varios actos de infidelidad múltiple, sólo que había estado tan borracho que apenas podía distinguir las cosas.

Me bajé de la camioneta de un salto, cerrando la puerta con fuerza. John y Matt corrieron detrás de mí, sosteniendo sus chaquetas repletas de armas y pañuelos empapados de cloroformo. Becky no tenía ninguna posibilidad de escapar.
Antes de escabullirme dentro del bar ruidoso y repleto de gente, detuve a John y a Matt con la mano. Me observaron con incredulidad.

-Escuchen. No podemos entrar los tres a la vez, o ella comenzará a sospechar. 
-¿Y qué se supone que tenemos que hacer? Esta cosa no tiene salidas de emergencia –John sonaba molesto, pero su mirada amarillenta era cansada.
-Sólo… esperen por aquí, ¿bien? –me humedecí los labios. –En última instancia, háganse pasar por clientes o lo que sea, llamen refuerzos si es necesario, ¿vale? Lo último que necesito es otra noticia sobre nosotros en televisión.

Ambos asintieron, y Matt me dio una palmadita en el hombro. Una sonrisa pícara en su rostro joven.

-Ve por ella –su sonrisa se hizo más amplia, y yo solté una risita lujuriosa, antes de adentrarme dentro del bar. “Bueno, aquí voy”.

Las mesas con strippers sobre ellas rodeadas de solteros agitando sus copas de licor; era como ver a un montón de zamuros rodear a esas mujeres. La multitud rodeaba el salón amplio, con paredes rojas de terciopelo y mesas discretas de color negro. Olía a una mezcla de perfumes caros, maquillaje, serpentinas para fiesta y, evidentemente, licor. 
Sentí algo pavonearse contra mi trasero y giré la vista. Una morena de ojos negros agitaba sus caderas contra mí, mordiendo su labio inferior. Le guiñé el ojo, y continué caminando, borrando la sonrisa de inmediato. Siempre pasaba.

Busqué a Becky con la mirada, intentando no parecer muy obvio. Una canción de Lady Gaga hizo saltar a todos como una erupción, y rápidamente comenzaron a formarse parejitas subidas de tono en el centro del lugar. El sonido de las copas chocando me reventaba los oídos.
“¿Dónde mierda estás?”, pensé, sonando demasiado malvado. Sonreí involuntariamente. Adoraba los juegos difíciles. Escruté a una castaña de piel aceitunada y ojos grises pavonearse en la mesa con otras perras de pieles bronceadas y minúsculos trajes. ¿Cuál era la diferencia entre eso e ir desnuda, entonces?

“Te tengo”.

Caminé hacia ella, e inmediatamente sentí la mirada de las chicas que la acompañaban sobre mí. Su mirada se tornó fría.

-Becky –curvé mis labios en una sonrisa. Pero ella sólo me observó con incredulidad y se acomodó en la silla. –Qué grata sorpresa.
Ella torció los ojos con amargura, mientras las otras chicas enroscaban mechones de su cabello en sus dedos para llamar mi atención. 
-¿Qué quieres? –ella musitó. Obviamente ella seguía furiosa por lo de la otra vez.
-Oh, nada –sonreí. -Sólo vine a tomar unos tragos. ¿Me preguntaba si querías venir conmigo?
-No –puso los ojos de nuevo. Apreté la mandíbula, e intenté calmarme. “De acuerdo, H. Sé más sutil con ella”.

Me acerqué suavemente a su oído, como siempre lo hacía con Skylar, y mi aliento bajó seguidamente por su delgado cuello con olor a agua de sexo, y planté un beso en él. Escuché a todas las chicas jadear alrededor, y acaricié el muslo desnudo de Becky. Ella se retorció debajo de mí. “Vamos, Harry, más intensidad”. 

-¿Aceptas? –murmuré en su oído. Sus labios se curvaron en una sonrisa lasciva, y miró airadamente a las otras chicas, mientras se pegaba a mi cuerpo conforme se levantaba. Sus ojos mirando directamente hacia los míos. Sus labios pintados de rojo a milímetros de los míos.
-Vamos –sonrió, y me jaló por un túnel de color rojo.

Sonreí con malicia. “Bien”.

Stray - [h.s.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora