Miré al suelo hasta que tropecé con ella, y me aparté rápidamente, frotando mi brazo izquierdo con vergüenza.
“Bien. Esto es incómodo”. Su labio inferior era mordido mientras ella frotaba sus grandes ojos verdes ahogados de lágrimas.
-¿Quieres café o algo? –ella preguntó.
-No, gracias –musité, y metí el papel con la dirección en uno de los bolsillos de mi blue jean.
-Bueno, entonces… -ella observó distantemente una planta mientras se frotaba las manos en las caderas. –Ven, siéntate –me invitó, caminando con gracia hacia un mueble blanco que estaba justo frente a mí. La seguí por detrás y me senté con torpeza, acomodándome la mochila sobre el hombro y alisando los bordes de mi camisa con nerviosismo.
Hubo unos largos minutos de silencio antes de que alguna de las dos se atreviera a hablar. Pude oler el ambientador de vainilla flotando en el ambiente. Observé con detenimiento cada una de las fotos en hilera sobre una mesita de mármol blanco. Pude fácilmente reconocer al niño de ojos verdes con sonrisa contagiosa.-Entonces, ¿dices que tú conoces a Harry? –ella preguntó, ladeando su cabeza. Subí la vista rápidamente hacia ella. Sus ojos eran grandes e ingenuos.
-De hecho, yo soy su… -me corté, y mordí mi labio con inseguridad. ¿Qué tal si yo no le gustaba a ella? No debería decirle que yo era la novia de su hijo, ¿o sí? Ni siquiera era una presentación casual.
Ella apretó los labios y asintió con la cabeza, riendo con languidez, mientras se frotaba la frente con los finos dedos.
-No puedo creer que ya tenga una novia –continuó riendo, mientras sus ojos se hacían agua de nuevo. –Yo en realidad no pensé… um… -apretó los labios de nuevo y bajó la mirada hacia sus dedos por un momento. ¿Ella lo sabía?
Guardé silencio. Tuve que aclararme la garganta en silencio. Ella sonrió de nuevo, para mantener las lágrimas dentro de sus ojos, y asintió.
-¿Cómo está él?
-Bien. Debe estar en… bueno, no lo sé –me encogí de hombros. –Siempre está de allá para acá. Nunca para, ¿sabe? –me reí lánguidamente, y ella me acompañó. Seguidamente, un silencio incómodo se formó entre nosotras. Miré mis manos, que retorcían un hilacho suelto de mi chaqueta tejida azul.
-No he podido imaginar en cuántos problemas se ha metido –musitó. Levanté la vista, y noté que sus ojos habían derramado escasas lágrimas, que ella secaba tímidamente con su palma. Entonces supe por qué ella lo decía. Anne lo sabía.
-¿Cómo…? –insinué.
-He visto la televisión –respondió. –Y bueno, he averiguado –se encogió de hombros -. Yo, um… No es fácil todo esto, ¿sabes? Es como que… bueno, como que tu hijo es el jefe de alguna banda de criminales o algo… Es bastante confuso.
-A mí también me dolería –solté, arrepintiéndome de inmediato. De alguna manera, ella me hizo pensar en mi madre. ¿Eso era lo que Amanda estaba sintiendo sobre mí? Anne calló, pero luego de vacilar por unos instantes, ella sonrió lúgubremente.
-¿Qué ha estado haciendo? –preguntó, con voz esperanzada.
-Él está intentando encontrar a su hermana, y, um… Bueno, le dije que intentara buscarla también a usted… -continué.
-¿Qué dijo? –ella preguntó, frágilmente. En su voz, había un leve esbozo de emoción, ella literalmente quería llorar.
-Tiene vergüenza. Bueno, eso es lo que yo creo. Dice que no puede volver después de… todo.
-Piensa que yo podría rechazarlo –habló para ella misma, y subió la mirada. Pensé en Amanda, y mi mente se nubló. Sacudí la cabeza. ¿Ella iba a hacerlo realmente? Me removí.
-Yo… yo… no lo sé. Creí que esto era lo correcto –me encogí de hombros. Sentí su mano fría tocar mi rodilla, y una sonrisa cruzaba su rostro.
-Gracias –susurró, calmándome. –Yo en verdad quería que alguien me hiciera saber algo de Harry.
-Quiero que usted lo vea –le interrumpí, y sus ojos se ampliaron. –Por eso vine.
-¿Él no lo sabe?
-No –negué con la cabeza. –Yo… um… encontré su dirección en páginas amarillas… Lo siento.
-Oh, cariño… -ella vaciló, y se deslizó sobre el sofá para envolverme entre sus finos brazos. Brazos que me recordaron a… a mi mamá. Me mordí el labio inferior sosteniendo las lágrimas en mis ojos, y suspiré.
-Dios, aún no puedo creerlo –ella rió, apoyando su barbilla sobre mi cabeza.
-Él estará feliz de verla –fue todo lo que pude decir, y ella se separó de mí delicadamente, tomándome de las manos. Entonces, noté que ella estaba temblando.
-Me alegra que no seas una vagabunda –sonrió, inclinando sus cejas. ¿Ella iba a llorar?
-Yo igual –me reí frágilmente, sintiendo una lágrima cruzar mi mejilla.
-Aún no sé cómo agradecerte esto, linda –musitó. –Sólo… bueno. Dile a Harry que lo amo.
-Puede decírselo usted misma… Um, ¿mañana?
-Claro, claro… mañana puedo, está bien –musitó con nerviosismo. Asentí esbozando una leve sonrisa, y me mordí la mejilla interna.
-Yo vendré y tomaremos el autobús –me encogí de hombros. –Por ahora no tengo un auto.
-Puedo conducir el mío –ella sonrió.
-Oh, bueno –respondí, y suspiré temblorosamente. –Um, tengo que irme –farfullé, levantándome con torpeza del sofá y acomodándome la mochila en el hombro por enésima vez. Anne se levantó también y me acompañó por el estrecho camino que daba hacia la puerta de salida, con una mano en mi hombro. Y antes de abrir la puerta, ella me sonrió.
-Gracias –sonrió. –Te estaré esperando mañana.
-Bien –asentí, tragando saliva, y me apresuré afuera, llevando mis pasos hacia delante corriendo mientras intentaba alcanzar el autobús.
Bueno, eso había estado bien, ¿no? Ella lo había tomado bien. No me había cerrado la puerta en la cara ni me había echado de su casa. A menos de que Anne estuviera llorando ahora mismo. Llorando y lamentándose de haber encontrado el paradero de Harry… No. No. Eso era imposible. Ella se había mostrado tan feliz que casi pude sentir las lágrimas asomarse por mis ojos e, incluso, había dejado que una escapara de ahí. Me relajé en el asiento rígido del coche en movimiento, donde el atardecer de una nueva tarde en Arizona se asomaba por entre las hierbas ondeantes por el viento seco. Apreté la mochila entre mis brazos, satisfecha de haber hecho esto bien.
De repente, entonces, mi iPhone sonó tan fuerte dentro de mi bolso que creí que todos de repente estaban mirándome. Y sí, varias personas lo hacían. Articulé “lo siento” con los labios hacia una señora con el cabello de Puddle y desenterré mi teléfono. Finalmente, leí un nuevo mensaje de texto.“¿Con que haciendo relaciones sociales con tu suegra? ¡JA! ¿Y crees que así vas a encontrar a esta chica?
Sinceramente y con amor, -tu amigo”.Arqueé una ceja mientras sentía que mis dedos temblaban de rabia.
“Ya lo veremos”, pensé, tirando el teléfono dentro del bolso. Ahora que sabía que era Smith el de las notas, ya no podía tenerle miedo.
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Stray - [h.s.]
FanfictionEn aquella fiesta del chico popular, no recuerdo por que motivo fui exactamente... Pero fue el peor error que eh cometido, Y en un segundo, mi vida no volvió a ser la misma. Dicen que es Oscuro, Misterioso y Agresivo, Pero él solo quería una cosa...