Capítulo 64.

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Jesús. “¿Qué acabo de hacer?”, fue todo lo que pasó por mi mente, mientras miraba la entrada desierta con los ojos húmedos, mientras lágrimas intermitentes salían de ellos.

Respiré entrecortadamente. Por algún motivo me sentía hinchada y avergonzada, aún cuando todo había comenzado por ser yo la víctima. Pero él se lo había tomado cuerdamente. No había gritado, sólo… Sólo se había ido de repente, sin decir una palabra. Lo cual era mucho peor.

Intenté arrastrar mi cuerpo hacia la habitación, pero no quería alejarme de ahí y que él no volviera nunca más. Como mi padre. Luego de haber golpeado a Amanda, yo lo había insultado tan fuerte que él sólo se había marchado. Y era como si él ya no existiera más. 

No quería que él también me dejara. 

Miré la puerta mientras mordía nerviosamente el lado de mi pulgar. Mi cuerpo se sentía caliente y luego frío. No sabía qué hacer o qué pensar. La única persona que pensaba que podría hacerme sentir mejor era mi madre; pensaba que podría explicarle todos mis sentimientos a él. Al menos, me dejaría acurrucarme en su camiseta floreada vintage y llorar.

Echando torpemente mis pies para atrás, me alejé para ir a la habitación y ponerme los zapatos. 
Abrí la puerta de un empujón y me tiré en el suelo, alargando la mano para buscar mis Converse hasta el tobillo de color negro azabache. Me até las trenzas mugrientas con los dedos temblorosos, y me levanté con dificultad.

Alguien había mantenido abierta la puerta principal de la casa con una larga escultura de metal de un terrier. Esquivé tal cosa y toqué el timbre tres veces intermitentes con los dedos. Tenía la misma sensación que tenía cuando tenía que ir al baño urgentemente. Quizás sea una tortura, pero sabes que muy pronto, vas a sentirte mucho mejor.
Amanda abrió de un empujón la puerta. Tan pronto como me vio, intentó cerrarla otra vez.

-Espera –chillé. Mi voz todavía llena de lágrimas. Ella retrocedió hacia su cocina, de espaldas a mí. La seguí dentro, por el pasillo que daba hacia la sala que tanto echaba de menos. Amanda se dio la vuelta para encararme. Estaba despeinada y lucía exhausta. -¿Qué estás haciendo aquí?
Mordí mi labio.
-Estoy aquí para verte. Tengo algunas noticias… -mi atrapasueños estaba en el aparador. Lo recogí. –Gracias. Lo encontraste.
-Bueno, lo tienes. ¿Ahora puedes irte?
-Amanda… -intenté hablar, pero mi propia voz se cortó.
-De verdad, Skylar. No puedo… ni siquiera puedo mirarte.
Lágrimas brotaban de mis ojos. Asentí. Me imaginé en el lugar de mi madre. Y no sé cómo hubo lugar en el infierno de que yo pudiera ir ahí a menos de dos semanas de haberme marchado.
-Todo esto es tan tonto –dije. -¿Puedes venir aquí por favor? ¿Al menos puedes abrazarme?

Ella cruzó sus brazos sobre su pecho y bajó la vista. Se quedó de esa manera por lo que se sintió como un largo tiempo.
-Te amo, hija –dijo finalmente, con voz ronca. Contuve un sollozo.
-Te amo también –caminé hacia ella, pero se alejó.
-No. Tienes que irte de aquí.
-Pero…
-Por favor –me interrumpió un poco desesperada, mientras sus ojos claros se ampliaban y humedecían. –Por favor, vete.

Amplié mis ojos y mi corazón comenzó a golpear con fuerza. Las alarmas se dispararon en mi cabeza. Esto se sentía… mal. Respiré pesadamente. No podía hablar aún siquiera. Entonces me di la vuelta y corrí hacia la puerta. La cerré de golpe detrás de mí, y me precipité a través del césped tan rápido como me podían llevar mis piernas.

La casa quedó incierta detrás de mí, y corrí furiosamente por lo que solía ser mi calle, agitando mis pies frenéticamente. Despegándolos del suelo una y otra vez, sintiendo el aire árido rozar mi rostro y agitarme los cabellos detrás de mí.


-Harry-:

Pateé la última botella de vodka hacia el monte espeso que se fundía en la negrura, y respiré agitadamente luego de haber corrido algunos metros considerables, y me tiré en la tierra apedreada y polvorienta, lanzándome partículas de polvo al rostro, las aparté con la mano. 

Los sucesos ocurridos hacía ya horas no terminaban de entrar de lleno en mi mente como en aquel momento. Era como si una breve película de los acontecimientos pasara por mi mente, pero luego se esfumaban, cortándose por la mitad y torturándome. Ella sabía exactamente cómo hacerme hervir de rabia. Ella sabía cómo podía destrozarme la vida. Y ahora ella también sabía cómo sacudirme el cráneo de la peor manera. Besándose con otro.
Bien, yo me había acostado un par de… miles de veces con Becky. Pero tan sólo por placer o para conseguir algo de ella, o simplemente para no terminar matándola en cualquier momento. Pero había sido antes de conocer a Skylar; por lo que no cuenta como una traición. Pero, oh, claro, este mismo día ella me había armado una escena y luego me confesó que había besado a su “mejor amigo”. Mira, hombre, mejor amigo un culo. Ella posiblemente estuviera engañándome por quién sabe cuánto maldito tiempo, y justo ahora encontraba el momento para soltarlo de lleno. Tú no besas a tus amigos.
Desenterré de la bolsa Jack Daniels una botella entera de color negro. La detallé con la mirada, intentando no confundirla en la oscuridad prominente, y abrí la pequeña tapa dando vueltas vertiginosas, y rasgando el fino papel de seguridad. Me llevé un trago a la boca, pero todo lo que pude hacer fue escupirlo, y tirar la botella hacia una roca, escuchando después el estruendo. 
Ni siquiera sabía lo que estaba haciendo. Arrojar botellas de alcohol totalmente llenas hacia el vacío, o estrellarlas contra rocas porque te gusta el sonido. Devanarte los sesos pensando en cómo podrías saber por qué coño tu chica besó a otro, y luego darte cuenta de que te comportas como un niñato de sexto grado. 

Un chirrido resonó a través de la espesura de la noche desde mi bolsillo, y maldije mientras lo sacaba de ahí. Sin mirar la pantalla, apagué el teléfono y lo metí a empujones en el bolsillo de mi pantalón, de nuevo. No quería tener nada que ver con nadie ahora.
Suspirando con frustración, me levanté del suelo y sacudí mis pantalones del polvo dándome golpes con las manos demasiado fuertes. Me deslicé dentro de la camioneta, y me erguí en el asiento mientras conducía a casa.

Stray - [h.s.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora