Capítulo 59.

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Wow, wow, ¡wow!


Me sentía viva. Harry y yo casi habíamos tenido sexo… pero entonces, exactamente al mismo momento, habíamos acordado que debíamos esperar. Había sido demasiado el ajetreo del día y demasiadas las lágrimas derramadas para pensar en gastar el tiempo teniendo sexo salvaje, aunque fuera sobre el sofá. Así que nos habíamos acurrucado uno al lado del otro, desnudos, y habíamos empezado a hablar. Harry habló de una vez cuando tenía seis años y tuvo que usar el sostén de su madre en un acto de simulación en la escuela; la chica que había obtenido el papel no había asistido y él tuvo la suerte de interpretar a Julieta, cual obra fue un completo desastre. Cómo solía emborracharse por las noches después de que su padre los dejó. Sobre la vez que él tuvo que irse de casa para que no sufriera su madre y cuando se enfrentó con su padre a golpes. Le conté sobre cómo de pequeña, guardaba una rana de hule llamada Twist como mascota y lloré cuando mi madre quiso echar a Twist a la basura. Sobre mi costumbre furiosa de arañar mis brazos y prometí no dejar mi sangre chorreando por ahí.

Era fácil hablar con Harry –tan fácil que podía imaginar repitiendo esto siempre, escapar juntos a un lugar lejano y escribirnos notas en las piernas por toda la vida…

Mi teléfono vibró cerca de mi mano. Ugh. Probablemente era Ali, preguntando cómo había resultado todo. Gruñí y lo miré fruncir el seño y sentí su mano acariciar mi abdomen desnudo.

Entonces el móvil vibró de nuevo. Y de nuevo y de nuevo.

-Jesús –gemí, extendiendo mi mano y sacando el teléfono de mi bolso. Tres mensajes de texto. Y la vibración aún se mantenía.
Abrí la bandeja de entrada, fruncí el ceño. Todos los mensajes tenían el mismo título: ¡NOCHE DE CONFESIONES! Mi estómago se revolvió y abrí el primero.

“Skylar,
¡Esto es como un bono extra! Él se ha acostado contigo sin necesidad de usar condón.

Te quiere, tu amigo.

PD: Me pregunto qué pensaría tu mamá si averiguara sobre la pequeña conferencia que mantienen ustedes dos”.

Leí el siguiente mensaje y el siguiente y el siguiente. Todos decían lo mismo. Dejé caer mi iPhone sobre la cama, y lo aparté de un codazo. Tenía que sentarme. Crucé mis piernas sobre la cama suave y me froté las sienes. Harry se levantó con facilidad.

-¿El amigo consejero?
-Uhuh…
-Lo supuse –farfulló con ironía, levantándose de la cama, inclinando su cuerpo desnudo hacia delante.
-¿A dónde vas? –fruncí el seño.
-No me voy a quedar sentado aquí –respondió, recogiendo sus bóxers de uno de los extremos y deslizándoselo por las piernas -. ¿Crees que voy a perdonarle la vida a quien te está viendo desnuda?
-Oye, un posible asesino nos envía mensajes extraños, y tú te preocupas ¿porque alguien me vea desnuda?
-Nadie toca lo que me pertenece –respondió, con una sonrisita burlona.
-Te fascina jugar, ¿o no?

Frunció el seño sonriendo, fingiendo estar repentinamente extrañado. 

-Básicamente quieres que yo te detenga –musité, inclinándome hacia delante, colocando mis brazos sobre mis piernas. Él caminó lentamente hacia mí, arqueando una ceja con diversión y una sonrisa. Y, santa madre de Dios, esa dulce sonrisa…
-De ninguna manera –continuó sonriendo, pero la lujuria no brillaba en sus ojos. “Mmm. Vainilla esta noche”.
-¿Ah, no? –arqueé una ceja, permitiendo que mis cabellos cubrieran mi busto desnudo -. Qué terco resultaste ser –solté una risita pretensiosa, y sacudí mi cabeza traviesamente, intentando imitar a las chicas de los comerciales de L’Oreal.
-¿Estás tratando de evadir el hecho de que alguien posiblemente te esté observando? –se rió. Me ruboricé. -¿Te gusta que la gente te esté mirando desnuda?
-Hay persianas –respondí.
-Lástima, –Harry dijo en voz baja. –Parecías tan hermosa en el cuarto de baño, y ahora… Esperaba que consiguiera verte… así… de nuevo.

¿Qué acababa de decir? ¿Prácticamente me había insinuado que le agradaba mucho más mirarme desnuda? 
Harry avanzó tranquilamente hacia mí, hasta estar realmente cerca. Podía ver con la ligera luz el destellar de sus ojos férvidos. La Skylar precavida lo habría eludido, pensando en la situación desagradable por la que había tenido que pasar hoy. Pero él seguía mirándome con sus enormes, magníficos ojos verdes. La Skylar, que estaba aquí ahora se frotó sus labios juntos, temerosa de hablar, pero muriéndose por hacer… algo.

Se inclinó sobre mí, y tuve que apoyar mis manos sobre el colchón para sostenerme. Mi corazón latía a mil por segundo; miré sus labios respirando entrecortadamente, hasta que se unieron a los míos intensivamente, sin comenzar por un beso lento. Yo no sabía acoplarme a su ritmo, él era demasiado rápido. Le devolví el beso, y luego me aferré a la parte de atrás de su cuello y lo besé más duro. Su boca era suave, y sabía ligeramente a licor.


Nos echamos sobre el suave edredón enredado. Harry rodó encima de mí, gimiendo levemente, recorriendo con su mano mis piernas arriba y abajo. Nos dimos la vuelta y ahora yo estaba encima de él. Lo que sea que fuera eso, era tan intenso que no se me ocurrió sentirme culpable. Me separé levemente de sus labios, apretando los puños, y le seguí el beso, sintiendo sus finos dedos recorrer la piel de mi trasero, y ascender por mi espalda, apartando mis cabellos alborotados. Volví a separarme de él, volviendo mis apartes más frecuentes y rítmicos, hasta que mi respiración comenzó a hacerse superficial, y que mis labios ya no pudieron moverse como antes.

Harry reaccionó dándome la vuelta bruscamente, provocando que mi cabeza golpeara contra el colchón, mientras urgía por aire dentro de mis pulmones. Alargó su mano hacia la mesa de noche y me ayudó a introducir un aparato extraño en mi boca, que intenté saborear mientras oprimía un botón repetidas veces, hasta que mi pecho subió y bajó normalmente, luego de unos momentos. Lo saqué fuera de mi boca, y lo eché a un lado, respirando hondamente.

-Perdón –mascullé entre hondos suspiros.
-Hoy no, nena –apretó los labios, sonriendo con timidez, y acostándose a mi lado.
-¿Esto será siempre? –tuve que preguntar, con enojo.
-No. Mientras más tengamos relaciones más fácil será –respondió. –Sólo no quiero lastimarte, nena.
-Ambas oraciones no quedan juntas…
-Conserva tu aire, Skylar –me cortó, espectralmente, estremeciéndome. Había sonado así como una repentina amenaza de muerte, o era cierto que la falta de aire me había afectado las neuronas. Desvié la mirada hacia la ventana abierta, y tragué saliva, intentando cerrar los ojos. Pero la imagen prevaleciente de mi madre se me vino de golpe a la mente, haciéndome abrir los ojos y frotarme las sienes.
Respirando con dificultad, ladeé la cabeza para mirar a Harry, quien yacía todavía a mi lado con su mirada apuntando al techo, el cual miraba sin parpadear. Seguramente que estuviera pensando en algo.
-Harry –lo llamé, en un hilo de voz. Arrugó su nariz brevemente, en señal de respuesta.
-¿Dónde está tu madre? –me atreví a preguntar, con inseguridades flotando en mi cabeza. 
-No lo sé –respondió con voz neutra. ¿Se habría molestado?
-¿Tu hermana?
-No lo sé –repitió.
-¿Piensas en ellas? –le pregunté, ladeando mi cuerpo hacia él. Meditó por unos momentos, y por fin desvió el curso de sus ojos hacia otra parte.
-No lo sé –admitió, suspirando hondamente. 

Vale. Yo me volvía pesada con el tema de las preguntas, ¡y vaya que mi imprudencia era enorme! Pero, bueno, se suponía que ya nos teníamos confianza, ¿no? Él, con mucha facilidad, ya podría saberse toda mi vida de memoria, aún si me quedaran partes sin contar, él las sabría.

-¿Por qué dijiste que si te ibas de tu casa, tu madre sería más feliz? –inquirí, subiendo la sábana por mi cuerpo con disimulo, atacada por la vergüenza. Meditó otra vez, y por un segundo creí que no iba a responderme la pregunta. 
-Yo le daba muchos problemas. Ninguna madre quiere que un alcohólico viva bajo su techo; aún si es su hijo.
-Tu padre también lo era –supuse.
-Sí… -masculló, pensativo -. No sé cómo esté ella ahora. Aunque puedo apostar a que mejor sin mí.
-Deberías buscarla –dije sin vacilar, aunque me tomé a mí misma como una escandalosa.
-No. Ni siquiera sé dónde está.
-Por eso dije “buscar” –enfaticé, haciéndolo reír. Aunque ésa no había sido mi intención -. Yo apuesto a que tú quieres saberlo.
-Eso no importa –tragó saliva -. Porque de todos modos no hay posibilidades de que yo vuelva a verla.
-Tampoco habían posibilidades de que mi papá fuera un asesino, enemigo de mi novio y con una identidad falsa. Pero así son las cosas.
Suspiró.
-Mira, ahora lo importante eres tú, ¿vale? Regresarás a la escuela, yo iré por ti y veremos qué pasa, ¿bien?
-Harry –insistí.
-Shush –se acercó a mí, ladeando su cuerpo también para mirarme de frente y colocar una de sus manos en mi cadera -. Duerme.

Stray - [h.s.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora