Capítulo 69.

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Tres semanas después.


Sentía que las ojeras iban a chorrearse por mi rostro para ser más grandes. Me detuve en la posibilidad de haber dormido tan sólo cinco horas esa madrugada, y de haber pasado justo la mitad haciéndolo con Harry. Pero no, para nada. No podía ser eso. Quizás sólo era el cansancio de una noche aburrida.
“Aburrida”, repetí para mis adentros, respirando hondo mientras jugueteaba con uno de los cordones de mi chamarra. Ni siquiera repitiéndolo hacia mí misma lo hacía sonar ni un poquito convincente. 

Durante la clase de Educación Física, el profesor se concentró en dar clases teóricas, por lo que pude saltarme la horrenda hora de fútbol, en la cual mi rostro amortiguaba los chutes de los animales que vulgarmente se hacían llamar compañeros de clase. Finalicé la hora quedándome de última en el gimnasio leyendo mensajes nuevos del anónimo, quien seguía enviando notas, cada vez más aterradoras.

“Skylarkins: Besar a Danny no mejorará tu reputación en la escuela, e ir corriendo hacia tu madre no te hará recuperar tu vida. Ni siquiera si pudieras limpiar tu antigua casa por completo. Y además, sé algo sobre ti que jamás te permitirá ser la chica normal que quieres ser.
-siempre- Tu amigo”.

Miré alrededor de la habitación este último mensaje, confundida. Leí la nota otra vez, intentando que la saliva bajara por mi garganta algodonosa. ¿Qué podría saber “él” que le garantizaba eso?

Harry.

Si el anónimo supiera eso…

Rápidamente escribí una respuesta en el teclado táctil de mi iPhone tambaleante entre mis dedos: “Tú no sabes nada”. Le di al botón de enviar, y a los pocos segundos él respondió:

“Lo sé todo. Te podría ARRUINAR”.

Resoplé, sintiendo la sangre huir de mi rostro mientras todas mis extremidades flaqueaban. Era totalmente imposible que alguien de la escuela supiera toda mi vida con detalles, pero al parecer, “él” lo sabía, y ciertamente podría destruir mi vida si se regara por la escuela. Yo incluso podría caer presa, o quizá, peor aún, si es que no me mataban antes.
Me introduje a la fuerza a un pasillo vacío que dirigía a los vestidores de las chicas, pensando otra vez sobre la última nota de amor que había recibido. Era extraño, pero cuando leí ese mensaje, fue casi como si pudiese escuchar la voz de Jake. Excepto que eso era imposible, ¿cierto? Además, Jake era la única persona que me odiaba lo suficiente ahora como para enviar notas así. Tal vez de algún modo había descubierto que yo salía con Harry, porque incluso me lo había dicho aquel día.

-Flashback-:

-Es él, ¿verdad? –masculló, asintiendo -. Ese gilipollas que te vino a defender el otro día, ¿verdad? Con él me has estado viendo la cara de estúpido.

-¿Y qué sabes tú sobre mi vida? –Lo reté, achicando los ojos, desafiándolo a que me diera una respuesta -. ¡Anda, dime! –lo insté. Él se mordió el labio superior, mirando hacia otra parte; oponiéndose a responder -. Lo sabía –sonreí con sorna -. ¡No sabes nada!

-Realidad-:

…Y también haber descubierto toda mi vida. ¿Podría… podría Jake ser el anónimo?

-¿A dónde vas?

Me di la vuelta. Jake me había seguido dentro del pasillo.

-Hey –traté de sonreír. -¿Qué pasa?
Jake traía su destrozada chaqueta Champion, pensaba que le traía suerte, así que la usaba siempre que tenía prácticas. Se había vuelto a cortar el cabello durante el fin de semana. Hacía que su rostro luciera más duro. –No pasa nada. –respondió de mala manera, con su voz resonando por los pasillos ecoicos. –Pensé que ya no volverías a la escuela.
Me encogí de hombros.
-Sí, bueno. Supongo que no consideré la opción.
-¿De verdad? Podrías haber estado tan convencida. Tu novio estaría orgulloso de ti.
Aparté la vista.
-Claro –rodé los ojos con amargura. –Métete en tus asuntos, ¿vale? 
-Correcto –avanzó un paso hacia mí.
-Piensa lo que quieras –me di la vuelta hacia el vestuario. –Y ese mensaje que me enviaste no me asusta.
Jake frunció las cejas.
-¿Qué mensaje?
-El mensaje que decía que se lo ibas a contar a todos –dije, probándolo.
-No te he escrito ningún mensaje –respondió. –Pero… quizás sí se lo diga a todos. Tú siendo una perra con Danny y con el otro gilipollas es una pequeña historia jugosa.
-No tengo nada que ver en esto –dije a través de mis dientes.
-Oh, ¿sí? –se acercó un paso. Los agujeros de su nariz expandiéndose hacia dentro y hacia fuera. –Pruébalo.
Solté inesperadamente una risa. Este era Jake. Pero entonces, él arremetió hacia delante, envolvió sus manos alrededor de mi cintura, y me empujó contra las colchonetas espumosas. Inhalé bruscamente, sintiendo que el aire se esfumaba de mis pulmones. La respiración de Jake era caliente contra mi cuello y olía como Gatorade de uva. 
-Detente –forcejeé. Él sólo podría cargarme con un brazo, y también le bastaba sólo eso para sujetarme. Presionó su cuerpo contra el mío.
-Dije, pruébalo.
-¡Quítate de encima, mierda! –grité con histeria, dándole un manotazo tentativamente, pero sus movimientos se volvían más fuertes. Rozó su mano por mi pecho. Un pequeño chillido se escapó de mi garganta.
-¿Hay algún problema? –masculló una voz desconocida. Jake se alejó rápidamente. Frente a nosotros, en el costado más lejano del pasillo, estaba un chico con una chaqueta de fútbol americano azul marino. Entrecerré mis ojos. ¿Qué…?
-No te importa, hombre –dijo con fuerza Jake.
-¿Qué no me importa? –dijo el chico con tranquilidad, sacando un paquete de cigarrillos de su bolsillo, mientras daba leves pasos hacia nosotros. Jake se levantó, probando que sólo podría llevarle un centímetro de diferencia. Los ojos del chico se posaron en mí, aturdiéndome, y levantó ligeramente su barbilla hacia Jake.
-¿Cuál es el problema? –lo retó de nuevo.
Jake me echó un vistazo, y se apartó de mí. Me alejé de él, y Jake usó su hombro para salir del vestuario. Luego, silencio.
-¿Estás bien? –él preguntó, inclinándose hacia mí. 
-Eso creo –musité, con la cabeza hacia abajo.
-¿Estás segura?
Lo miré a hurtadillas. Era Danny Edge. 
-Uh… Yo… Tengo que irme.

Stray - [h.s.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora