01: 𝓮𝔂𝓮 𝓫𝔂 𝓮𝔂𝓮, 𝓽𝓸𝓸𝓽𝓱 𝓫𝔂 𝓽𝓸𝓸𝓽𝓱

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Jaden Hossler, uno de los mafiosos italianos más temidos dentro de este mundo. Aquel que le molesta o no cumple con sus tratos, es muy atrevido, y se convierte en el principal blanco del joven pelinegro.

Le gustaba causar miedo, sentirse poderoso y querer tener el control sobre todos, incluido el de sus víctimas, manipularlas cuanto quiera, hacerles sufrir de la forma más retorcida y malvada posible. Ken Rossi, eres su principal marioneta.

Ahí estaba, haciendo ejercicio como cada mañana. Le gustaba el deporte, de hecho, le encantaba, además le sentaba muy bien. Había terminado de hacer su ejercicio diario y entró su alegado.

- Jefe, los autos están listos, puede bajar cuando quiera, estamos a su orden para ir a la casa de los Rossi.

- Está bien, ahora bajo. El maldito Ken va a lamentar haber matado a mi padre. Rossi, disfruta tus últimos minutos de vida.- respondió el pelinegro.

Se duchó, se vistió y se puso uno de sus trajes negros con una camisa blanca. Resaltaban sus músculos, y hacían de su apariencia alguien más oscuro e imponente de lo que ya era. El color de la camisa contrastaba con los tatuajes de su cuello, haciendo que estos se hicieran notar. Cogió la pistola de su padre, la Beretta 92 F, si iba a matar a ese bastardo, que fuese con lo único que aún posee de su progenitor. Quería ver la sangre correr por el suelo, y hacerlo con esa pistola le iba a hacer disfrutar aún más de ese momento.

Bajó las escaleras tranquilamente, como si de una tarea normal se tratase, se subió con sus guardias a los autos blindados dispuesto a matar a otro gran jefe de la mafia: Ken Rossi.

- Ya sabéis las instrucciones, en cuanto entre y ese desgraciado levante un arma, no dudéis en volarle la cabeza, a menos que yo os detenga.- ordenó el joven Jaden.

En casa de los Rossi...

- Hija, ¿cuánto falta para que venga tu tía a recogerte?- preguntó Ken a su hija.

- Le queda poco, ¿por qué tanta prisa, padre?- respondió Gabriella.

- Por nada, es solo que estoy ocupado y tengo cosas que hacer del trabajo, además quizás tenga que irme fuera y no me gustaría que te quedases sola en la mansión, ni siquiera están las mucamas ni los guardias.

- Padre, no me pasaría nada. Se cuidarme sola, ni que fuéramos mafiosos. - rió inocente.

Pobre Gabriella, ella no tenía ni idea del trabajo tan peligroso que su padre ejercía. Él siempre le había ocultado su labor, y sobre todo a cada uno de los mafiosos que formaban parte de ello. Nadie sabía de la existencia de la hermosa niña que ya era mujer, y ella tampoco sabía la existencia de este sucio trabajo.

Tocaron a la puerta y el corazón de Ken se disparó. Latía a mil por hora.

- Seguramente sea la tía Jennifer, iré a abrir.

- ¡No! - gritó su padre, temiendo que fuese el joven Jaden. - Quiero decir... abriré yo cielo.

- Padre, ¿te encuentras bien? Pareces alterado...

- El trabajo me tiene muy estresado últimamente. - le respondió a la joven pasando su mano por el cabello.

Abrió la puerta y al ver que era su hermana, soltó un suspiro de alivio.

EL TRATO [BETRAYED #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora