Semana veintitrés.

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Domingo.

—Gracias Tomas— susurré mientras tomaba la leche con chocolate que él me había preparado.

—No hay problema ¿Hasta cuando quieres quedarte aquí?

—No mucho, tranquilo, agarro mis cosas y me voy...

—¿Segura? No era la idea de que tomes lo que te dije como que te echaba...

—No lo tome así, pero creo que si no vuelvo Diego se va a preocupar.

—¿Te llamó?— suspiré.

Estuve toda la noche esperando una llamada, un mensaje, un algo, lo que sea pero nada. A las seis de la mañana recién me puse a dormir, desperté a las diez y tampoco había ningún mensaje. La señal de mi celular no era.

—No, a lo mejor sigue enojado. Ya se le pasará.

Las lágrimas comenzaron a acumularse en mis ojos. Me hacía sentir mal, no importante, todo lo contrario a especial.

—¿Estas bien?

Asentí con la cabeza pero luego negué. Me abrazó, y yo solo tiré mi cabeza en sus hombros para comenzar a llorar.

—¿Qué ocurre?— preguntó.

—Amo a Diego pero tengo miedo. Quien le fue infiel a su novia una vez lo puede hacer con la otra novia, una y otra vez... ¿Nunca viste eso de que les son infieles a la primera con la segunda, y a la segunda con la tercera?

—Calma... Lodovica calma. Diego te ama.

—Diego no me ama nada Tomas, él está conmigo por pura obligación— las lágrimas volvieron a caer, y mucho peor.

—¿Cómo dices eso?

—Es lo que siento. No confío en él, me duele todavía la maldita boda que presencié. Me dolió... Mucho.

—Yo pensé que eso era karma. Ya sabes, tu y Diego nos hicieron sufrir a Clara y a mí... Y bueno, a lo mejor por ello han sufrido ustedes.

—Yo te quiero Tomas, nunca pensé en hacerte daño...

—Ahora lo sé— me dio un beso en la frente—. Así que hoy volves...

—Sí, es lo correcto.

—No siempre hacer lo correcto esta bien.

Seguí comiendo hasta que llegó la hora. Guardé mis cosas y fui a casa.

Al llegar solo sentía dolor. Un dolor que me invadía. Tristeza creo que era. Los primeros en recibirme fueron Vicente y Toby. Detrás de ellos llegó Diego.

—Hola Diego...

Corrió y me abrazó.

—Te amo... No me vuelvas a hacer esto... Por favor...

—Diego... Ni siquiera me llamaste— susurré, con los ojos llenos de lágrimas.

—No contestaste ni un llamado— dijo serio.

—No me llegaban...x

Me tomó de la cintura y se sentó conmigo en el sillón. No dejaba de darme besos en las mejillas, en la frente y en toda la cara.

—No te vuelvas a ir así, por favor... Ni siquiera supe a dónde fuiste. Llamé a Cande y Alba y no tenían idea.

—No importa dónde estaba importa que ahora estoy acá.

—Disculpame por lo de Clara pero te juro que ahora la intentaré de dejar completamente en el pasado...

—Lo importante es que pase lo que pase no lo ocultes... Me dolería mucho más saber que no confías en mí.

La cosa más linda (Dievica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora