Semana diez.

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Domingo.

No podía ser Diego, él no… Tiene dos hijos, así que es imposible, el destino no haría que él no pueda conocer a sus hijos.

Limpié mis lágrimas y fui casi corriendo al sanatorio. Enfrentando mis miedos tomé un taxi. Llegué rápido. Ahí estaban un par de periodistas, seguro esperando a Tini. Iba pasando desapercibida hasta que alguien me vio y todos esos periodistas se me abalanzaron.

—¿Sabe cómo se encuentran sus ex compañeros de elenco?

—¿Martina Stoessel vendrá a ver a sus compañeros?

—¿Sabe por qué aún no llegan las parejas de los internados?

—¿Tenían licencia para conducir?

—¿Por qué chocaron?

—¿Le sorprendió el accidente?

—Prefiero no decir nada, no hablé con Tini, no sé si vendrá, pero seguramente si, ella quiere mucho a los dos— dicho esto llegué a la puerta.

—¿Nombre?

—Lodovica Comello.

—Puede pasar— el señor tenía una lista por lo que vi, no sé si es una lista sobre las personas que pueden pasar o las que no.

—Perdón— hablé con una de las chicas de orientación—. ¿Diego Dominguez?

—No se puede ir a la sala, aún le están haciendo chequeos médicos— dijo la chica y me miró.

—¿En qué estado se encuentra?

—Él no tenía casco, tuvo un fuerte golpe contra el suelo. Sin embargo mucha más información no nos dieron…

—Gracias.

—Si lo vas a esperar, yo te diría que esperes en urgencias, abajo.

Fui a donde estaba la parte de urgencias y ahí estaba Mechi, esperando igual que yo.

—Hola.

—Hola Lodo— tenía los ojos hinchados por llorar, como yo, supongo…—. ¿Cómo están esos bebés?

—Bien… Supongo yo.

—Hola bebés ¿Cómo están?— le habló a mi panza que ya se notaba un poco.

—¿Te dijeron algo?

—No, aún no— volvió a llorar y eso hizo que yo también llore—. Me voy a quedar toda la noche acá, cualquier cosa después te llamó y te cuento…

—Me voy a quedar acá toda la noche— confirmé.

—No, no es mejor que vayas a tu casa, tenes que descansar y además le puede hacer mal a tus bebés y- — la interrumpí.

—Mechi, no me pienso ir. Diego me dio lo más lindo que tengo ahora en mi vida, que son mis bebés, y…

—¿Son de Diego?

—Si…

—Tranquila, no creo que le pase nada— me abrazó y yo comencé a llorar peor que nunca.

—Mechi ¿Entendes que si él se muere yo… Yo me mato?

—No digas nunca eso, dos personitas te necesitan.

—Pero sin él, no puedo salir adelante, lo amo Mechi, haría todo por él— me acarició el pelo para tranquilizarme—. No podría ver a dos bebés que sean parecidos a él, si él no está conmigo.

Por fin lo admití, admití que amo a Diego. Que sin él nada sería igual. Lo amo tanto, más que a mi propia vida, y pensar que él no va a estar más conmigo y que no va a conocer a sus hijos me pone mal, quiero llorar al pensar eso, pensar una vida sin él. Pero a la vez sé que Xabiani tenía el casco, que él no se pudo dar un golpe fuerte.

La cosa más linda (Dievica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora