Semana diecinueve.

817 31 17
                                    

Domingo.

Clari.

El piloto que tenía estaba mojado por completo. Su pelo rubio parecía más oscuro por estar mojado. Me quedé sin habla. No sabía qué hacer. Sabía que vino a reclamar lo que siempre fue suyo. Venía por Diego. No supe si sonreírle o no. Toda ella estaba mojada. Sus jeans ajustados y las botas para la lluvia inclusive.

—Hola Lodo— dijo, con una sonrisa.

—Clari…— fue lo único que salió de mi boca.

—¿Te molesta si entro?

Negué con la cabeza y ella lo hizo, pero solo se quedó parada adentro. Miraba todo, ella entró una sola vez creo o ninguna. Sé que lo vio en fotos.

—¿Queres hablar?

—Sí, vine para saber cómo estás, cómo están los bebés y Toby.

Al escuchar su nombre mi perrito corrió para ir con ella.

—Está más grande— lo levantó para darle muchos besos.

—Sí, la verdad es que sí… Aun no entiendo qué haces acá…

—Vine para saber la verdad de una vez por todas— eso me mató, dejó a Toby en el suelo y me miró—. ¿Son hijos de Diego o de Tomas?

Sentí como mis piernas temblaban. Un feo sentimiento, sin denominación alguna recorrió mi columna vertebral. Sentía como la presión del aire se hacía calor. Tomé aire, con terror y angustia mezclados.

—Son de Diego… Creo.

—¿Crees?

—Estoy segura…

—Estoy muy feliz por ustedes— dijo aunque sus ojos demostraban tristeza.

—Yo nunca quise hacerlo Clari… Las cosas pasaron, me terminé enamorando y no lo pude controlar, pero no te quise lastimar nunca. Yo te quiero y no quería hacer eso pero fue la noche de la fiesta, que vos te fuiste sin saber ni tu nombre y Tomás me dejó sola así que sin querer pasó… Perdón.

—No tenes que pedir perdón Lodo.

—Si yo me cuidaba ahora no estaría así, y vos serías feliz con Diego…

—Las cosas pasan por algo.

Dicho esto solo miró mi vientre, me sonrió y se fue. Así de simple. Yo le abrí y le cerré la puerta como si nada pasaba. Subí a mi habitación y me acomodé para dormir. Pero no podía, todo daba vueltas en mi cabeza, recordando cada cosa, cada paso. Recordando cuando creí amar a Diego pero a la vez creo que esa vez era solo una ilusión.

En la mañana estaba más que dormida, además de muy cansada. La noche no fue muy buena. Si fuese un día normal en mi vida sin bebés me hubiese tomado un café, pero no podía tomar ni mucho café ni mucho té y para no excederme, prefiero no hacerlo. Agarré la ropa que dejé fuera de la valija –Especialmente para viajar– y me fui a bañar y cambiarme.

Luego por fin bajé y ahí estaban mi mamá y mi papá, un poco serios para ser sincera. Me miraron y yo a ellos, luego con un movimiento de cabeza me indicaron que me siente.

—Queríamos hablar sobre Argentina… Sabes que no nos queda para nada cerca, y en el caso de viajar, no podríamos ir ni con tu hermana, ni con Mia. Así que queremos saber que estas segura de irte en esta etapa.

—Mamá, yo no sé aún si estoy segura de no compartir cosas de mi embarazo por la distancia pero sé que es lo correcto, y lo mejor para las bebés. Además con Diego no somos chicos, somos adultos que ahora se quieren hacer responsables para formar una familia.

La cosa más linda (Dievica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora