Semana tres.

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Domingo.

Ya poco a poco me estoy acostumbrando a la soledad de mi departamento. Suelo estar dormida la gran mayoría del tiempo, o ver películas o series. Sin embargo las náuseas no me dejan nada tranquila. Como ahora, que me voy a ir corriendo al baño.

Estoy tan nerviosa, mañana ya voy a saber si tengo en mi panza a un hijo de Diego. Un bebé del amor de mi vida.

¿¡LODOVICA COMELLO, COMO PODES SER TAN IDIOTA!?

Enamorarte del novio de tu amiga, no sos Francesca, y al menos, eso es peor porque el sentimiento era mutuo, era el EXnovio y a todo esto ella no se quedó embarazada.

A la tarde me hice el test, esta vez no lo miré a la primera, sino que lo deje en el baño y me puse a limpiar un poco la casa, cosa que hace bastante tiempo que no hago. Además después me fui a cocinar algo, me prepare unos fideos con una salsa bien italiana. Aunque acá la pasta no es tan buena como en Italia igual está bien.

Me comí todo en “cero coma” o sea muy rápido, no tarde casi nada. Y eso que no tenía hambre. Después de todo me fui a lavar los dientes para irme a dormir y me acorde del test. Lo vi y pasó lo que no había pasado antes.

Había una muy transparente segunda línea. Hasta donde sé, una línea es negativo y dos son positivo, pero está casi no se veía. No supe que hacer, si tomarlo como un positivo o tomarlo como un negativo, sin embargo, me lavé los dientes y me fui a acostar, mañana sabré que dio realmente.

Lunes.

Mis nervios iban a mil en cuanto me desperté. Hoy es el día en el que voy a saber la verdad. Me fui a desayunar y después me cambié la ropa, me puse algo cómodo, no sé qué va a hacer el ginecólogo. Mis nervios van a mil.

Fui en taxi, al bajar pagué y entre nerviosa a la clínica, donde habían varios mostradores, y me dirigí a uno.

—Perdón, tengo un turno— dije tímida.

—¿Doctor?

—No sé el nombre…

—¿Paciente?

—Lodovica Comello— en ese momento la mujer giro la vista y se quedó asombrada.

—Mira, hay un poco de espera, el doctor llegó tarde, por lo tanto hay unas cinco personas antes. Pero mi hija es una gran admiradora tuya, y pensaba que si le  podes firmar un autógrafo, no va a haber nadie antes que vos— eso es muy raro.

—¿Cómo es el nombre de su hija?

—Sofía— dijo la mujer, me entregó un papel y una lapicera y firme.

—Igual, no importa, esperaré— afirmé, cuanto más tarde sea, mejor para mí.

—Está bien, es en el consultorio 614, en el piso seis, dejas esto y te llaman— me dio un papel.

Con el ascensor subí hasta el piso indicado y tomé el papel. Espere ahí como una hora y media. Algunas mujeres me veían, atentas, lo malo es que en este piso también estaba obstetricia, por lo cual escuche a algunas mujeres rumorear “¿Esa no es la de Violetta?”, “¿Estará embarazada?”, “Tan chica y embarazada… ¿Cómo puede ser?”, “Pobre, se debe de arruinar su carrera”, “¿Esta sola? No me digas que va a ser madre soltera o peor ¡Que ni sabe el nombre del padre!” o el último, y creo que uno de los más dolorosos “Creo que no dejaré que mi hija vaya a sus conciertos, es un mal ejemplo”.

—Comello, Lodovica— me pare nerviosa, y caminé lentamente hacía el consultorio, con todas las miradas de esas mujeres atacándome.

—Buenos días— susurré.

La cosa más linda (Dievica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora