22. La prohibición de Creonte

246 21 134
                                    

Cuando el francés se volteó a vomitar, por segunda vez en la noche, no entendía como procesar lo que oía. ¿Que Milo estaba vivo? ¿muerto? ¿qué sucedía en el Santuario?

Su cuerpo atravesaba una crisis de nervios, eso era evidente, pero su cabeza no iba mejor. Si pudiera hallar un botón para detener aquella cadena de pensamientos abrumadora, lo hubiera presionado tan rápido que--

Fue su hermana la que interrumpió su colapso. 

-Bebe -le dijo imperativamente, dándole una pastilla que cogió de su pequeño bolso, alcanzándole un vaso.

-¿Qué es esto? -preguntó él, completamente abrumado.

-Órdenes del doctor.

El galo miró la pastilla.

-Eres enfermera, no doctor. ¿Para el estómago? Estoy bien, solo han sido los nervios.

-Para que duermas y te tranquilices. Si no tomas la pastilla, tengo otros métodos más agresivos, pero quería evitar golpearte la cabeza y desmayarte, generalmente la pastilla trabaja mejor.

El francés declinó su oferta con la cabeza, y un gesto rápido. Tenía que limpiar aquello y volver a su templo. 

-No, estoy bien. No necesito pastillas para dormir.

-Camus no voy a negociar. O la pastilla o te doy un golpe en el cráneo, cariño. Anda, sé un buen chico. ¿Cuánto café te has metido hoy? Aún te tiemblan las manos. Último aviso. Coge la pastilla. 

El joven refunfuño algo y cogió la pastilla. Sabía que su hermana era increíblemente dulce pero podía tener una mala leche arrolladora.

-Buen chico. Ahora... ¿vamos a dormir? porque eso intentaba hacer...

-Sí. -dijo pensando que aquella noche no lograría pegar un ojo mientras limpiaba. -No quiero que te quedes aquí sola, volveremos a Virgo si es que aún tiene guardián y si no, vendrás conmigo a Acuario. 

-¿Y eso? 

-Bueno, el Patriarca ha pedido verlo, no sé si lo enviará fuera, me enteraré luego supongo. 

Ella asintió, cogiendo su bolso. Dejó una pequeña nota para Marin garabateada rápidamente y salió con su hermano rumbo a la sexta casa.

 Dejó una pequeña nota para Marin garabateada rápidamente y salió con su hermano rumbo a la sexta casa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El parte médico había sido bastante técnico y Aioria entendió lo básico, su resumen mental fue:

Lo malo: Su estado era delicado y grave, su vida pende de un hilo delgado, la recuperación será lenta y probablemente tendrá secuelas. 

Lo bueno: Aún estaba vivo. Armado como un rompecabezas de máquinas que hacían cosas por él, pero vivo.

Luego de la cirugía fue llevado a la unidad de cuidados intensivos y en estado de coma, por lo que no pudo verlo esa madrugada; de todas formas se quedó en el hospital. Una chica rubia y simpática le indicó dónde podía buscar algo de comida y café así que luego de meterse un poco de cafeína para levantar aquel cuerpo bombardeado de adrenalina -que había descendido de golpe luego de enterarse que su amigo aún vivía- dormitó unos minutos en una silla increíblemente incómoda. 

Memorias del SantuarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora