44. De comienzos y finales - Parte 2

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¡Holi otra vez! Dejo otro capi dedicado a todas las personas bonitísimas que me leen. Adoro cada comentario y el amor, aunque se que no paro de hacerles sufrir XD  ♥ Pronto habrá felicidad, lo prometo :D

Ahora sin mas, dejo un ultimo disclaimer, habilitado por mi amiga Snorli que me permitio usar su termino Kanakis, y agrego un capi más a esta historia.

¡Gracias, siempre! Votos y comentarios hacen feliz a los monitos bebes, esos que ven en google si ponen "monito bebé" en imágenes.



"Una verdad no dice nadaY al mismo tiempo lo esconde todoComo una hoguera que no se apagaComo una piedra que nace polvo"

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"Una verdad no dice nada
Y al mismo tiempo lo esconde todo
Como una hoguera que no se apaga
Como una piedra que nace polvo"

Carlos Varela




Su cabello corto aún goteaba a través de la toalla cuando escuchó el primer golpe
(toc-toc, toc-toc, toc-toc)
que la llevó a un sitio cruel de recuerdos donde Kanon aún vivía y la visitaba cada vez que podía... y golpeaba, de aquella forma especial y cómplice, a modo de saludo, la madera vieja de la puerta de su casa.

Su corazón dio un brinco desesperado y apresuró aquel secado rápido, dejando todo a un lado para acercarse y
(toc-toc, toc-toc, toc-toc)
... abrió la puerta para encontrarse nuevamente, con aquella imagen; el cabello alborotado, los ojos verdes y entornados....

—...¿Saga? —indagó, absorta, con sus ojos enormes abiertos de par en par. A pesar de que sus esperanzas fluctuaban, prefería escuchar la respuesta a esa pregunta y no preguntar por Kanon para recibir una negativa.

El hombre-imagen-dudoso la observó, frunciendo el entrecejo confundido.

—¿Saga?

El silencio volvió a invadirlos, aún juntaba a paladas el coraje para preguntar.

—...¿Kanon?

Con una ligera sonrisa, su voz le llegó ahora como un cantar piadoso.

—Así me llaman, sí.

Lena tardó poco más que algunas fracciones de segundo en abalanzarse en un abrazo necesitado y liberador, para encontrarse con su rostro, real y vivo... y sus ojos, aquellos ojos verdes cargados de matices y curiosidad, como si estos tuvieran vida propia separada de su cuerpo. Por un momento, sus frentes se encontraron y en una sonrisa mutua que parecía unida por un hilo invisible, él habló.

—Veo que has conocido a mi hermano. ¿No me invitarás a pasar?

Su mano lo arrastró, lo que provocó una risa divertida en el gemelo tironeado. Cerró la puerta detrás, como si tuviera miedo al monstruo malo que viene a romper su sueño.

Memorias del SantuarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora