44. De comienzos y finales - Parte 3

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¡Hola! ¡Perdón la demora! Estuve con algunos problemas personales y poco tiempo, por lo que acá va un capi largo o dos seguiditos para compensar. 

Gracias por el amor y la paciencia :)

Peace out!

Mia ♥

PD: Votos y comentarios siguen salvando foquitas bebés y el psiquismo de la autora. 


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"Puedo escuchar su lamento entre estas rocas,
el susurro de un fantasma enojado,
habla por todos ellos atrapados en este mundo perdido
yo soy su última esperanza
para viajar desde el infierno libre una vez más
para romper las cadenas de un pasado sangriento,
por mi victoria.

Gloria eterna, extiende tus alas amplias,
vuela, y por siempre, guía mi acero sagrado
Yo pelearé, lloraré, por tu silencio, tu nombre...

Vivirás a través de mí, terminaré con todo tu dolor."

Rhapsody – Eternal Glory



Shura estudió su rostro con curiosidad, buscando algún signo que demostrara que aquello era una broma de mal gusto y, sin ser capaz de cerrar su boca, preso de la sorpresa y la conmoción, exhaló pesadamente al descubrir que iba en serio.

—Te has vuelto completamente loco, hijo. —musitó. —Me cago en mi vida, que te has vuelto loco, Aioros. —resopló, sujetando la taza con fuerza. Dudó un instante observando el líquido oscuro, debatiéndose internamente, como buscando excusas en su mente y la forma de acomodar sus palabras. —Sabes que estás volviéndome cómplice de un crimen que se paga con la muerte y la deshonra. Sabes también que aunque no es mi deseo, debería denunciarte...

Buscó sus ojos, apenado. Aún llevaba a cuestas la cruz de haberle asesinado tiempo atrás, lo que jamás logró perdonarse (entre otras cosas)... y ahora, allí estaba, pidiéndole a gritos que le llevara a la fuerza ante el Patriarca para confesar algo terrible.

El centauro, lejos de apenarse y retractarse, redobló la apuesta acercándose sobre la mesa con seguridad.

—No le temo a la muerte ni a la deshonra, porque ya las he vivido. Morí una vez, creo que conoces muy bien el contexto. Mi nombre fue mancillado y el de mi familia también. Aioria pagó luego aquella deshonra que caía sobre mí y llevé el título de traidor durante años. No le temo; ya no. Ya morí una vez por una causa justa y si debo morir por otra, lo haré sin dudarlo.

El guardián del décimo templo suspiró, acalorado y conflictuado.

—¿Es eso lo que buscas, Aioros? ¿Un suicidio programado ahora que Aioria no está en el Santuario? —quiso saber, con cierta pena. Aquello le dolía y no podía comprenderlo. —¿Qué hay de tu sobrino? ¿No quieres conocerle, cuidarle...?

Memorias del SantuarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora