26. La guerra

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"Yeah, a storm is threatening
My very life today
If I don't get some shelter
Lord, I'm gonna fade away

War, children
It's just a shot away
It's just a shot away"

(Sí, una tormenta está amenazando
mi vida hoy
Si no consigo refugio
Dios, voy a desaparecer

La guerra, chicos
Está a solo un disparo de distancia
Está a solo un disparo de distancia)

The Rolling Stones – Gimme shelter



La guerra es según su definición más básica, un conflicto bélico entre dos bandos. El resumen de una cantidad atroz de vidas perdidas y cuerpos amputados, sintetizado en una palabra que en el español tiene solo 6 letras. Dentro de esas 6 letras, no se puede resumir ni el dolor, ni la desesperación, ni el miedo de ver a tus compañeros caer uno tras otro, lacerados.

Así lo descubrió Aioria cuando se materializó en el campo de batalla y pudo observar lo que ocurría.

Cuando la luz impactó en el pecho del toro para evitar que golpeara al carnero, el grito de Mu se unió al suyo como un coro de dolor

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Cuando la luz impactó en el pecho del toro para evitar que golpeara al carnero, el grito de Mu se unió al suyo como un coro de dolor. Golpeó su armadura como una caja sonora y le arrastró como si aquel cuerpo pesara 3 kilos en vez de 130.

El muro de cristal del santo de Aries se levantó tan rápido como pudo para cortar aquel ataque pero Aldebarán salió disparado como una bola de cañón, llevándose dos columnas con él.

–¡Alde! –alcanzó a gritar el tibetano. Aquello no era justo, no era justo, no.

Corrió a su lado escuchando algunos otros gritos de agonía que solo decoraban aquella desesperación. ¿Qué estaba sucediendo? La escena le pareció tan surrealista que supuso que era otra alucinación, pero no... ni lo era ni lo sentía.

-Alde... -repitió. Se acercó al cuerpo con rapidez.

Respiraba.

Con dificultad, pero respiraba.

-Mu... estoy... bien.

-Estás sangrando. –le dijo, nervioso. –¿Esta es tu estúpida forma de no morir?

El toro sonrió.

-¿Kiki está lejos?

El carnero asintió, buscando el origen de aquella hemorragia que se filtraba por su cuello.

-Sí. Y te necesito vivo para criarlo junto a mí o te asesinaré yo.

Ikki, quien corría escaleras abajo, cruzó el templo de Aries pero se detuvo al ver al joven carnero y al toro.

Memorias del SantuarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora