30. Saudade

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Notita:

Bueno a ver si paramos ya de llorar, voy a tratar de alivianar un poco todo pero gracias por los comentarios y los votos, salvan a las focas bebes del Ártico. 

Cuando estés parado en la encrucijada y no puedas comprender,Solo recuerda que la muerte no es el finalTodos tus sueños se han desvanecido y no sabes qué vendrá,Solo recuerda que la muerte no es el final

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Cuando estés parado en la encrucijada y no puedas comprender,
Solo recuerda que la muerte no es el final
Todos tus sueños se han desvanecido y no sabes qué vendrá,
Solo recuerda que la muerte no es el final

Nick Cave and the Bad Seeds - Death is not the end

Una semana le tomó a Milo recuperar su voz tras la extubación. Sus primeras palabras, roncas y gruesas, habían logrado suavizarse paulatinamente hasta poder articular frases completas sin sentir aquella carraspera fastidiosa. Por supuesto, ya estaba completamente despierto cuando Camus atravesó la puerta, sin percibir los suspiros de las enfermeras de la planta del turno mañana. Se habían convertido en la novela de las 10 sin siquiera notarlo.

El francés repetía la misma actuación visita tras visita. Caminaba hacia la cama, le sonreía y besaba su frente. 

-A ver cuando me besas los labios -le dijo esta vez, con esfuerzo, intentando un gesto que amagaba ser una sonrisa. Aún le dolía el cuerpo de una forma grotesca, pero no lo diría, no quería que volvieran a sedarlo y había decidido que mentir era la mejor opción si quería seguir despierto. 

-Cuando salgas de aquí tengo mejores planes para esa boca. -contestó el francés, cruzando sus piernas mientras se acomodaba en la silla junto a él.

Milo quiso reír, pero una punzada de dolor lo atravesó y transformó aquella mueca, deformándola.

-¿Te duele? 

El griego negó, rápido. 

-No. 

-¿Vas a mentirme a mí? ¿Tan descaradamente? -le preguntó arqueando una ceja, mirándolo a los ojos. 

-Sí. -sonrió socarronamente, con sus ojos llenos de vida. -Dile a la enfermera simpática que me ponga más calmantes en la vía y estaré bien. 

-Milo...

-¿Se conseguirán esas drogas en la calle? Comienzan a gustarme.

-Milo...

-¿Qué? Tendrán un nombre callejero.

-Te dormiré de un golpe si es necesario.

El francés lo escudriñó, preocupado. Podía engañar a las enfermeras, pero no a él.

-Estoy bien, Camus. 

-Sé que te duele.

-Mas me duele no poder desnudarte aquí mismo y que me comas---

Memorias del SantuarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora