37. Desencuentro - Parte 3

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"Veo que te has ido y te has cambiado de nombre de nuevo.
Y justo cuando escalé toda esta ladera de la montaña,
para lavar mis párpados, lavar mis párpados con la lluvia.
Oh, hasta la vista, Marianne, es hora de que empecemos a reír
y a llorar, 
a llorar y reírnos de todo ello otra vez."

So long, Marianne - Leonard Cohen



Marin se había dado una ducha rápida al volver. Se sentó frente al portátil, para ver si su casilla tenía nuevos mensajes, pero no vio ninguno. Estúpido correo, no era divertido si no le enviaban nada, supuso que la francesa seguiría ocupada.

La casa cicládica que había visto era bonita.

No era enorme, pero tenía dos habitaciones amplias y una sala luminosa. No tenía muebles; y aunque supuso que eso sería un problema, el precio era accesible y conseguir algunas cosas para sobrevivir sus primeras semanas allí no sería complicado. Necesitaría un colchón, uno grande...

La idea de comenzar una nueva vida se le antojo divertida y feliz. Ya no tendría que golpear a nadie, nunca más, y podría despertar junto al león de ojos verdes el resto de sus días; sin tener que verlo partir para una ronda de la cual no sabía si volvería, ni tendría que limpiar cuidadosamente sus heridas de entrenamiento. Sonrió, aquello no era tan malo después de todo. Aquellos días habían sido estresantes sí, pero a su forma, divertidos y novedosos.

Tocó su vientre con algo de duda, allí también vivía alguien.

–Espero te guste tu casa ahora, bebé... me encargaré de buscar una bonita y cómoda cuando nazcas.

Sonrió nuevamente al descubrir que los miedos habían dado paso a ilusiones e imágenes de una vida nueva y feliz, con su hijo como único aprendiz. Le enseñaría cosas bonitas y lo besaría tanto como pudiera: acababa de decretar que su bebé sería el niño mas feliz del mundo, por ella, por Seiya, por Aioria... por todos ellos. Se lo juro a sí misma con una sonrisa.

Un golpe en la puerta la arrastró lejos de aquellas imágenes. Quizás la francesa había olvidado su llaves.

–¿Marianne? –preguntó, pero la voz masculina que respondió del otro lado no era la que esperaba.

–No, Marin. Soy Shaka. ¿Te importaría abrir?


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De: marin_nishimura18@gmail.com
Para: marianne.dbs@yahoo.fr
Asunto: CONTESTALOSPUTOS CORRESO

MARIANNE

SHAKA

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Memorias del SantuarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora