Abre los ojos lentamente. Mira a su alrededor y vuelve a cerrarlos. Se lleva las manos a la cabeza. La pesadilla sigue.
Un día, cuando era pequeña, su madre le dijo que si alguna vez se perdía, que se quedase quieta en el sitio y esperase a que volvieran a buscarla. Y que sólo si veía a la policía se moviese. Pero ahora que es mayor y está perdida entre miles de personas egoístas en una jungla de tráfico, consumismo y modas, ¿quién vendrá a por ella?
Porque la policía no le hace caso. Es más, le dicen que se vaya.
Se levanta. Recoge los cartones y la manta y los mete en el carrito del supermercado que robó para poder moverse por la ciudad. No tiene fuerzas suficientes para cargarlos a su espalda.
Cada día desde hace 3 años se levanta entre cartones en el suelo de una calle, un parque, un banco o un puente.
Hace 3 años que no come en condiciones. Hace tres años que no se ducha en condiciones. Hace tres años que no duerme en condiciones. Hace tres años que vive en un infierno continuo.
Se mira en el reflejo del banco. Se aplasta un poco su mugrienta melena rizada e intenta recomponer su rasgada, sucia y maloliente ropa. Empuja el carrito hasta la cafetería más cercana. Con suerte, allí, conseguirá comerse las sobras de los clientes.
Se dirige hasta la parte trasera de la cafetería y observa como un trabajador saca la basura y la mete en los contenedores.
Es irónico que en pleno siglo XXI, la gente prefiera tirar los restos a la basura antes que permitir que alguien que lo necesita busque algo que llevarse a la boca.
- Hola -le sonríe tímidamente al chico
- Hola.
- Sé qué si me ayuda su puesto está en peligro, pero por favor, le importaría que utilizara el servicio un segundo. Le prometo que seré discreta y no les pediré nada a sus clientes.
- Lo siento pero... No puedo.
- Por favor. De verdad que no le voy a pedir nada a sus clientes. Ya sé que si me ven entrar al baño les dará asco, pero es que realmente lo necesito.
- Mi jefe está trabajando en la barra de la cafetería y si la viera entrar me despediría -responde contundente el empleado.
- ¡Oh! Está bien. Comprendo. No se preocupe. Ya me voy. Gracias -agacha la cabeza
- Espere.
La chica se gira y le mira atenta, rezando porque haya cambiado de opinión.
Puede utilizar el servicio de empleados. Yo vigilaré.
- Gracias.
- ¡Vamos acompáñeme!
Lo sigue hasta el interior del establecimiento y la lleva hasta un baño.
- No tarde mucho, por favor.
- No -dice y entra en el servicio.
Es un baño pequeño pero que tiene lo básico para que los empleados puedan satisfacer sus necesidades y cambiarse de ropa. Con las paredes blancas y adornos en azul marino. Una vez dentro, echa el pestillo y se desnuda. Coge papel del váter y lo moja en el lavabo. Le echa jabón de manos y se lava la cara, axilas, brazos y manos. Más papel y más jabón. Continúa con el sexo, piernas y pies. Se lavaría el pelo... Pero es que no tiene tiempo y no quiere abusar de la confianza de aquel pobre chico.
<<¿Pobre chico? Qué irónico, ¿no?>>
Tira el papel a la papelera y vuelve a vestirse. Se siente un poco menos sucia aunque su ropa esté hecha un desastre.

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SKINNY LOVE
RomanceDakota Moore es una empresaria multimillonaria que sufre una serie de acontecimientos adversos que la vida le ha deparado, provocando que acabe en la calle, convirtiéndose en una sin techo. Lucas Lewis, el empresario más importante de Nueva York del...