La Cacería

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Día 64

Resulta que, a veces, las cosas no salen como se planean. Hay situaciones que toman su propio curso sin dejarnos otra opción más que adaptarnos, pero eso no significa que todo esté perdido.

Joan, por ejemplo, hubiese querido comprar el mundo con la diminuta fortuna que poseía luego de su primera victoria; sin embargo, pronto aprendió que el dinero es un concepto extraño, y que no es lo mismo poder comprar comida decente que comprar buena salud. Parecía, de nuevo, que había cosas siempre fuera de su alcance.

Tras pagar la primer renta del departamento, no había suficiente dinero ni para pensar en pagarle una consulta médica a Noé. Y el anciano, infinitamente agradecido por las atenciones de aquella chiquilla, le pidió que no gastase su dinero en él. Así que, a regañadientes, Joan se conformó con comprar una buena despensa que les permitiera comer toda la semana.

Se aventuró a ir al mercado nuevamente, contenta al ver aquel lugar con ojos renovados que sí podían comprar lo que se les antojara. Se dio el lujo de comprar un montón de jugosas fresas, de las cuales engulló la mayoría de regreso al departamento. Con ligera renuencia, caminó entre la multitud sintiéndose menos ajena, pues su ropa limpia y su aspecto común no atraía la mirada de otras personas.

Al llegar al departamento, se las arregló para abrir la puerta sin dejar caer las bolsas repletas de frutas y verduras. Encontró a Noé recostado en la cama, tosiendo incluso entre sueños. Se dijo que estaba bien, dejó las bolsas en la cocineta y salió de nuevo.

Con el entusiasmo a flor de piel, fue hasta una tienda de segunda mano que había divisado en uno de sus tantos trayectos y se entretuvo por largo tiempo recorriendo los pasillos. Había de todo: ropa, calzado, accesorios, bolsos e incluso muebles. Dejando volar su curiosidad, la cual ahogaba de vez en cuando para no meterse en problemas, observó todos los artículos que llamaron su atención.

Abrigos gruesos y olorosos colgaban de sólidos ganchos de madera, dispuestos en tubos fijos en las paredes. Algunos poseían manchas descaradas que seguramente no se quitarían ya, otros estaban rotos en los bolsillos, y algunos solo necesitaban unas puntadas con hilo y aguja para quedar como nuevos. Encontró un abrigo gris forrado de lana que estaba deshilachado en los hombros, como si las mangas quisieran escapar de ahí. Mordiéndose un labio, miró la etiqueta y comprobó que podía comprarlo sin problema. Sonriendo, se probó la prenda y suspiró al verse en un espejo cercano: le quedaba perfecto. Ya compraría hilo y aguja en otro lado.

Se paseó un rato entre los estantes de calzado, donde no encontró nada que le quedase ni que le gustara.

En cambió, sí que disfrutó elegir nuevos pantalones. Descubrió lo suaves que eran aquellos en cuya etiqueta se leía "lycra", y pensó que le irían muy bien considerando lo mucho que a veces necesitaba moverse libremente. Los jeans le encantaban, pero no podía darse el lujo de rechazar la suavidad de aquel nuevo descubrimiento. Encontró un par de esos, ambos ligeramente más grandes que su talla, y se los llevó. Como nota mental, se dijo que necesitaba preocuparse por comer mejor.

En otro estante encontró blusas y camisetas. Eligió una camisa casual de color azul cielo, una suave blusa negra de manga larga y cuello redondo, y una camiseta del color del musgo. Todas tenían algún defecto: estaban rotas, manchadas o raspadas; pero no era nada que no se pudiese arreglar o disimular.

Al final, llevó sus prendas al mostrador y pagó por todo con la satisfacción de poder hacerlo. Jamás había comprado ropa para sí misma, era un logro personal y emocionante. Con suerte, las cosas irían mejorando todavía más.

Mientras salía, divisó un bonito bolso de piel negra que le serviría para guardar todas sus pertenencias. Con el tamaño que tenía, bien podría considerarse una maleta. Se acercó a él y miró la etiqueta. Podría comprarlo, pero se quedaría con muy poco dinero. Suspirando, se dijo que no valía la pena. ¿Qué tal si necesitaba el dinero más tarde?

Joan Forley: Las Cosas Marchitas © [JF#0.5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora