Después de la segunda guerra mágica, Amelia Lupin, decide irse de Londres para poder superar la muerte de tantas personas queridas. Así es como llega a Forks. Superar, es lo que ella quería, pero no siempre las cosas salen como queremos.
Agradecimi...
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Al pasar por el umbral de la puerta, apoyo mi cuerpo de está y suelto un suspiro.
—Hey— Androma baja de las escaleras con una cálida sonrisa.—¿Cómo te fue hoy?
Hago una mueca y me separo de la puerta.
—Estuvo bien— acepto y me acerco a la cocina.
Andromeda soltó un suspiro.
—Amy...
Amelia separo la botella de agua de sus labios y miro a su tía.
—No me digas así, por favor— pidió apretando la botella haciendo que un poco de agua se derrame.
La Black adulta rasco su ceja sin saber que decir. Desde hace tiempo que sentía que su sobrina era como una bomba inestable, que con cualquier movimiento iba a explotar, lastimando únicamente a ella misma.
Amelia deja la botella y mira un punto en el suelo.
—Tía— la nombrada la miro con interés— Crees que...—suelta un suspiro— Crees que si salgo con alguien o si sigo adelante este dañando a Fred.
Andrómeda abrió su boca sorprendida. Esperaba muchas cosas, pero no eso.
— Yo se que suena raro, pero... ¿Qué hago? Fred murió, el no está y no se si está bien salir con alguien —suelta una risa nerviosa— No, ni siquiera se si está bien, no puedo hacerlo, no puedo estar con alguien porque viene Fred a mi cabeza, su sonrisa me persigue y estoy tan desesperada — las manos de Amelia empezaron a pasar por su cabello con desesperación.
—Cariño...—Andrómeda abre si boca para decir algo pero nada sale de esta.
No sabía que decir o que hacer para ayudarla, en es momento veía a una niña pequeña asustada y sin saber que hacer y ella, Andrómeda Black no sabía cómo ayudarla. Su mente formulaba miles de respuestas, pero su boca no podía producir nada, después de todo ella misma debía lidear con fantasmas que llenaban de agonía su corazón.
Así que la abrazo.
Eso no la ayudaría, pero era lo único que podía hacer en ese momento, o al menos por ahora.
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