‡VEINTIUNO‡

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Si quieren omitan
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Sal de aqui, antes de
Que sea tarde 🔥


Zeena

Después de lo que pasó y dejar tranquilo a Raymond con los cazadores, vengo a mi casa a recoger unas cosas importantes para mí, entró a mi habitación y lo primero que veo es el osito de brujita, una punzada hace estremecer mi corazón, de pronto siento demasiada tensión en el aire, volteo mi vista y lo veo parado al otro extremo de mi cama.

—Sabes que no debes estar aquí—le digo tajante.

—Ni tú tampoco—me dice acortando la distancia.

—Vete, tu muerte no será hoy— el sonríe con diversión.

—¿Por qué él?— me pregunta con el ceño fruncido.

—¿Él?

—Raymond, tan importante es para ti— su mirada está llena de furia.

Un abismo me invade de pronto. Es como si una Kryptonita, me debilitará, es como si fuera una simple mortal, con las piernas temblorosas. Él da otro paso y la dopamina en mi sistema se libera, como si fuera una presa contenida apunto de estallar.

—Las cosas no son asi, ahora vete de aquí, porque te juro Azazel que te voy a matar— trato de sonar contundente, pero mi cuerpo me traiciona.

Otro paso

¡Otro jodido paso!

—Pues hazlo—dice sin preocupación alguna.

—Raymond viene para acá— le digo y él parece tensarse.

Otro paso.

Otro torturador paso.

—¡Que importa ese, imbécil!—me dice fulminándome con la mirada.

Su voz ya no es la de mi dulce, Az, Tampoco su mirada, nunca ví la mirada de Satan pero ahora que lo tengo enfrente, me siento tan estúpida por no haberlo visto antes.

—Estoy con él—miento.

—No es cierto— me reta.

—Lo es, me hizo el amor y fue jodidamente genial— remarco lo último.

Otro paso, mi mente parece estar en blanco.

—Tú no sabes hacer el amor, no mientas—dice esbozando una sonrisa.

—Tal vez, ya me enseñó— le digo y él aprieta la mandíbula.

Otro paso corto.

—Y dime...—dice enmarcando su hoyuelo con una sonrisa pícara—¿Con el también eres ninfómana?— me pregunta.

Él me barre con la mirada, como si fuera carne expuesta ante un león hambriento.

La garganta se me seca y no puedo emitir sonido, él parece notarlo y sonríe satisfecho.

¡Otro paso! Otro lento y doloroso paso.

—También te tiemblan las piernas cuando se acerca a ti— su voz suena más intensa—. También te sangras los labios del placer.

Otro paso.

—¿Te toca mejor que yo?— ¡Maldito satán!— ¿O se te eriza la piel con el tacto de su lengua?

Otro paso

—¿También te humedece como yo?—él relame su labios con una sonrisa— dime tardas horas y horas arriba de él. También le gritas su nombre con cada embestida, con cada caricia.

Sigil ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora