Zeena
Me siento como si hubiera despertado de un sueño profundo, abro los ojos lentamente, un intenso brillo me hace cerrarlos nuevamente, es de día, me remuevo en la cama y siento alguien a lado mío, me volteo, Raymond duerme tranquilamente a mi lado.
Me siento en la cama, trato de pararme pero el equilibrio me falla, ¿Cuánto tiempo dormí? ¿Cómo llegué aquí? Lo último que recuerdo es estar peleando con...
¡Mierda! Ese imbécil.
Mi estómago hace protesta, tengo hambre.
—Ray... —susurro.
Nada, él ni se inmuta.
Trato de levantarme nuevamente, las piernas me tiemblan como gelatina, el equilibrio me falla y la cabeza me empieza a doler intensamente, siento que alguien me toma en brazos y cierro los ojos dejándome caer.
(...)
Abro los ojos abruptamente, todo se ve más oscuro, me incorporo en la cama, esta no es mi cama, volteo a ver a todos lados y no hay nadie, me quito la sábana que me cubría.
—¡Oh por Satán!— estoy con un ligero vestido.
¿Quién me cambio? ¿Dónde estoy?
Me levantó de la cama, hay una mesa en medio de la habitación, me dirijo hacia ella, hay comida como para diez personas, mi estómago gruñe agradecido, empiezo a comer, siento que no he comido en años, incluso siento que estuve un siglo dormida.
Termino de comer, no me quedaré a averiguar qué hago aquí. Rápidamente lanzó un hechizo, pero no hace efecto, intento abrir un portal, tampoco parece funcionar, recuerdo el dije que me dio Satán y tampoco funciona, estoy encerrada en una caja retenedora, eso estoy segura. Aquí encierran a las criaturas más peligrosas.
—De aquí no te vas, hasta que yo lo diga—me tenso al escucharlo.
—¿Me vas a matar?— susurró.
Por eso me encerró aquí, va a cumplir su palabra.
Él rueda los ojos, se acerca a mi.
—Az, no.
—Si quieres que te libere, rompe la alianza con Raymond—me dice con firmeza.
—No puedo, yo no hice la alianza.
Él parece tensarse con mis palabras, pero enmarca una sonrisa sarcástica, de esas sonrisas de superioridad que solo a él, le quedan bien.
—Supongo que estás apunto de descubrir, cuánto le importas a ese idiota.
—¿Para que quieres romper la alianza? Sólo mátame y ya—le digo con desdén.
Él parece divertirse con la situación, se acerca a mi lentamente, sus ojos avellanas me observan de arriba a bajo y se detienen en mis labios.
—Porque la forma en que te quiero matar a ti, no es la misma forma, en la que lo quiero matar a él— me susurra.
Nuestros cuerpos están separados, pero puedo sentir una energía que me envuelve hacía él, como si nuestros cuerpos ansiaran el contacto.
Él rompe el espacio entre los dos, yo retrocedo.
—No—susurro.
—¿No me acerco? —su mirada se encuentra con la mía—¿O no me detengo?.
—No hagas esto más difícil—le susurró.
Su aliento, se envuelve con el mío.
—¿Crees que para mí no es difícil?—me susurra—No sabes las ganas que tengo de hacerte mía.
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Sigil ©
Ficção CientíficaHasta el diablo tiene miedo.... Advertencias: +18 Contenido sensible. No apto, para mentes cerradas. Borrador con faltas de ortografía.