Estoy en la misa negra, una pequeña reunión que le hacen a cada chica antes de ser iniciadas.
La misa acaba, soplo las velas en forma de pentagram y hacemos una oración debajo de la luna llena, unas hechiceras me piden que las acompañé a un cuarto y me meten a un baño de burbujas. Las brujas mayores restriegan fuertemente mi cuerpo, exfoliando cada parte de mi piel y me aromatizan el cabello, me ponen solo una bata de seda negra que se ajusta perfectamente a mi cuerpo.
Me ponen unas esencias de aceite en la muñeca, detrás de la oreja y en el cuello, camino detrás de ellas hasta llegar a una enorme puerta de madera, esta se abre y entro rápidamente, la puerta se cierra y paso saliva.
Estoy en una oscura habitación, solo se alumbra un poco con la luz de las velas, hay una cama gigante y tablas con correas, una mesa con cinturones.
En el centro de la habitación hay una cruz negra invertida, en la parte abajo tiene unas sogas y en la madera que sobresale de arriba una correa. Me empiezo a poner nerviosa.¿Es una iniciación o un cuarto de torturas?
La puerta se abre nuevamente y me sobre exaltó, una bruja mayor me sonríe y me venda los ojos.
Nadie ha podido ver el rostro humano de Satán, para todos es una incógnita y también es extrañamente estimulante no saber quién es o como luce.
—Relájate, lo vas a disfrutar—me dice la bruja con un ligero tono de picardía.
Estoy nerviosa, no por el hecho de que está sea mi primera vez, si no por lo que experimente con satán en aquel sabbat, algo en mi interior cosquillea solo de recordarlo. Estoy muy ansiosa y empiezo a sentir un fuerte olor a Azufre, mi corazón empieza a latir desesperadamente.
—Había esperado este momento por años—dice Satán con su voz ronca.
Sólo su voz es excitante.
Siento una caricia por encima de mis brazos y me estremezco ante el tacto, es sutil y agradable. Siento que la bata que me cubría cae al suelo dejándome completamente expuesta. Mi piel se eriza ante la tensión que emana mi cuerpo, siento su calidez cuando se acerca a mí tocando uno de mis pezones y jugando con el, me muerdo el labio ante la ansiedad que recorre mi ser, se acerca hacia a mí y empieza a besar mis labios con un dominio feroz, sus labios son carnosos, claramente sabe lo que hace.
¡Joder! Si el paraíso existe, juro que sus labios lo son.
Le correspondo ansiosamente el beso y él me carga, yo envuelvo rápidamente mis piernas en sus caderas; me sostengo de su cuello, siento un abdomen marcado y bien definido y empiezo a sentir mucho calor, un fuego me está consumiendo por dentro, el calor que desprende de mi ser crea una cierta humedad en mi zona.
Él me deposita en la cama, me sigue besando y sigue jugando con mis pechos, masajeándolos al ritmo de nuestro beso voraz, su cercanía me calienta más y el sentir el contacto de su piel sobre la mía, me hace desearlo más, es como si mi cuerpo lo reconociera, como si mi cuerpo ansioso lo esperara. Él me deja de besar y baja dejando besos calientes por mi piel, recorriendo mi cuello, siento un pequeño mordisco en mi pezón y suelto un jadeo.
Él se prende de mis pechos al mismo tiempo que su mano recorre mi entrepierna, dejando pequeñas caricias que me quitan el aliento, mi cuerpo vibra, la humedad de mi entrepierna se intensifica, ni siquiera ha tocado mi zona y siento que me estoy viniendo liberando una humedad más intensa en mi entrepierna.
Ahogo un pequeño gemido con mis dientes, mordiendo mi labio inferior, trato de moverme pero su mano viaja a mi cuello deteniéndome y besándome con más control.
Él pasa su otra mano por encima de mi zona, su dedo acaricia mi entrada, puedo sentir como se introduce lentamente entre mi humedad, mi cuerpo se arquea invitándolo a más.
Un sabor a óxido invade mi boca y suelto mi labio que estaba mordiendo con mis dientes.
ESTÁS LEYENDO
Sigil ©
Fiksi IlmiahHasta el diablo tiene miedo.... Advertencias: +18 Contenido sensible. No apto, para mentes cerradas. Borrador con faltas de ortografía.