Zeena
Las palabras de Azazel, me robaron el aliento, mi mente está en blanco, mi corazón amenaza por colapsar, solo quiero correr y besarlo, pero la realidad parece escupirme en la cara.
¿Por qué tenía que ser él? ¿Por qué?
Una punzada en el pecho hace estremecer mi corazón, me siento mareada, me siento sofocada. Me doy la vuelta saliendo de la habitación rápidamente, me detengo en seco al sentir el impacto del choque, levanto mi mirada y ahí está, mirándome como si me fuera a consumir, su rostro no refleja expresión alguna, su mirada está clavada en mi, sus ojos tienen unos pequeños destellos dorados, recupero mi postura, sin apartar la mirada, lo miro con más intensidad, intentando verme serena, doy un paso tratando de continuar mi camino y evadirlo, pero él da el mismo movimiento obstruyendo mi paso, lo fulminó con la mirada y él esboza una media sonrisa agria, doy otro paso para pasar y nuestros hombros chocan, haciendo una corriente eléctrica entre los dos.
¡Que le den!
Abro rápidamente un portal y aparezco en el bosque, veo a Raymond con los hechiceros, él me observa preocupado y se acerca a mí.
—Nos preparábamos para ir por ti— dice en un hilo de voz.
Mi inconsciente logra captar sus palabras, pero mi mente está pérdida.
—¿Qué te hicieron? — vuelve a preguntar Raymond.
—Nada— le digo rápidamente.
Sigo mi camino, lo único que quiero es estar sola, entró al cuarto y me quito el vestido para darme una ducha. Me sumerjo en el agua junto con mis pensamientos, mi cabeza está hecha mierda, mi mente no deja de pensar en Azazel, yo siempre lo he querido conmigo, él tenía que estar aquí. Esto parece una jodida broma del destino.
Salgo de la tina, estoy decidida con lo que haré, me apresuro a cambiarme. Abro la puerta y Raymond está parado enfrente de mi.
—¿A dónde vas?— me pregunta con el ceño fruncido.
Me quedo callada, no le puedo decir a dónde voy, ni con quién. Él da un paso acercándose a mi, me mira como si quisiera descifrar mi mirada, alza su mano y acaricia mi mejilla; con su pulgar traza mis labios con una caricia suave. Él se acerca más y yo retrocedo.
—Raymond, no— le digo en un susurró.
El parece tensarse y aprieta su mandíbula, aparta su mano de mis labios, revoloteando su cabello castaño, parece frustrado y me da una sonrisa de lado.
—¿Es por él?— mi corazón revolotea, desesperadamente con la mención.
—Es por mi— le respondo.
Él parece relajarse y su hoyuelo se enmarca al sonreír.
—Ven princesa, te estamos esperando para practicar.
Hago un mohín y salgo con él de la habitación, supongo que mi salida puede esperar.
Nos adentramos al bosque y ahí están todos los hechiceros, ellos me miran y hacen una reverencia, eso me manda escalofríos a todo mi ser.
Un señor más grande y demasiado guapo, se acerca a mí.
—Mi Reina— dice inclinándose ante mi.
Yo le doy la mano y él la toma rápidamente.
De pronto es como si mi alma hubiera salido y se hubiera postrado en otra dimensión. Estoy parada en medio de un bosque, veo a alguien corriendo rápidamente, hay bebés llorando, demonios invadiendo todo, sangre, muertes, tempestad, ruina. El corazón se me oprime.
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Sigil ©
Ciencia FicciónHasta el diablo tiene miedo.... Advertencias: +18 Contenido sensible. No apto, para mentes cerradas. Borrador con faltas de ortografía.