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antes de que sea tarde.Zeena
Estoy acostada en mi cama, Raymond entra en la habitación y se acuesta a un lado de mi, me abraza y le acarició su cabello castaño, él se queda dormido rápidamente, repaso con mis dedos sus pecas, tiene veintisiete pequitas. Trato de levantarme de la cama sigilosamente, cuando estoy en la orilla me levanto de golpe y todo me da vueltas, agarró mi chamarra de cuero y me pongo mis botas, busco en la mesita mis cigarrillos, están a un lado de la comida que no pude ni tocar, mi cabeza está hecha una mierda, mi corazón se estremece cada que pienso en Az.
Trato de alejarlo de mi mente, pero es imposible, agarró los cigarrillos y la charola de comida para sacarla antes de que se eché a perder, abro la puerta y salgo silenciosamente para evitar que Raymond quiera acompañarme, necesito estar sola.
—¿Sigues sin comer?— me pregunta Edson preocupado.
—No me da apetito— finjo una sonrisa y él curvea los labios.
—Necesita estar fuerte para la pelea.
Mi corazón sigue estremeciéndose, con esas palabras.
—Comeré—le digo sin más.
Pongo los platos en el lavadero y empiezo a caminar sin sentido alguno, saco un cigarrillo y lo prendo, le doy una calada y busco un lugar donde sentarme.
Siento que me toman de la cintura.
Ruedo los ojos, Raymond.
—Mi ninfómana— me susurra y toda la piel se me eriza al instante.
Me volteo y ahí está él, sus ojos se ven más oscuros de lo habitual.
—¿Qué haces aquí? — le pregunto.
—Te dije que te buscaría— dice con una sonrisa de lado.
Él toma mi mano y me guía.
—¿Adónde vamos?— lo cuestionó.
—Confía en mi— me susurra y me hace estremecer.
Se para y hace un movimiento con la mano, creando un portal. Entra el primero y luego lo sigo yo.
Aparecemos en una habitación amplía, llena de esferas, una enorme cama, hay otras puertas.
—¿Dónde estamos?— le pregunto rápidamente y el enmarca una sonrisa.
—En mi verdadero hogar— dice sin más.
Las piernas me empiezan a temblar, y mi garganta se seca ante su presencia.
—La última vez dijiste, que te habías enamorado de una mentira— me dice con la mirada fija— dijiste que te enamoraste de Azazel.
Paso saliva y él se acerca más.
—Nunca has estado más equivocada en la vida— él toma mi mano nuevamente y me mira a los ojos— contigo nunca fingí, eres la primera persona que me conoce genuinamente.
Él se aleja y se acerca a los estantes con esferas.
—Mira por ti misma— me dice.
Yo me acerco a él y veo las esferas detalladamente.
—¿Memorias?— le pregunto y el sonríe.
—Capture cada momento, con la niña que me hacía ser quién soy.
Es todo, mis piernas amenazan con fallar.
—Zeena, siempre has sido tú— dice con la mirada fija en mi.
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Sigil ©
Ciencia FicciónHasta el diablo tiene miedo.... Advertencias: +18 Contenido sensible. No apto, para mentes cerradas. Borrador con faltas de ortografía.