Me despierto en mi habitación, volteo hacia la ventana y supongo que ya anocheció porque no hay indicio de sol.
Dormí todo el día.
Salgo de mi cama, me ducho y empiezo a cambiarme, me pongo unos botines negros, unos vaqueros de látex y una sudadera pegada.
¡Mierda!
Los recuerdos llegan fugazmente a mi mente, aún no asimiló lo que pasó anoche, me deje tocar por satán, sigo en shock y lo peor de todo es que se sintió jodidamente bien, empiezo a tocarme lentamente sobre de mi ropa, recorriendo con exactitud los rastros de calor que me envuelven, imaginando como me deje tocar anoche.
La boca se me seca y la respiración se me va.
—Zeena, llamo Azazel que pasa por ti en la noche— grita mi madre en el piso de abajo.
—Ok, mamá.
Está claro que debo controlarme ¡Malditas hormonas!
Hoy es noche de Halloween, como cada año los brujos jóvenes, vamos a las fiestas de los humanos a divertirnos con ellos, es el único día del año que podemos usar nuestros poderes con ellos y pasamos desapercibidos, es decir nos podemos transformar en cualquier cosa y ellos pensarían que es un simple disfraz.
Aún no se que usaré este año, ¿Y si me transformó en bruja? Demasiado cliché.
Seré una jodida zombie sexi, no se diga más.
Me pongo unas botas largas, una lencería negra y encima una túnica larga sin cerrarla.
—Madre, ¿Tienes sangre guardada?—le pregunto.
—En la bodega, Zeena.
¡Excelente!
Esparzo sangre por todo mi cuerpo y mancho un poco mi cabellera blanca, chupo mi dedo succionando la sangre que quedó goteando de el.
El sabor es exquisito.
Tocan la puerta y sonrió al saber quién es, corro a abrirla.
Veo a Azazel, que está con una túnica y unos colmillos salen de él.
¿Un vampiro?
—¿Vampiro?—le pregunto divertida, él me analiza y me barre con la mirada, veo que su mandíbula se tensa y me mira con los ojos oscurecidos.
—Cámbiate—me dice con voz firme y lo miro perpleja.
—¿Qué? Ya estoy lista bobo, soy una zombie sexi—le digo agarrando mi bolso para salir de la casa.
—Dije que te cambies—dice con autoridad, mientras me obstruye el acceso a la salida.
—¿Disculpá?—le pregunto exasperada—¿Quién te crees?
Lo aparto de la puerta y me apresuro a salir, odio que me digan lo que debo hacer.
¿Quién se cree?
—¡Joder, Zee!—grita tomándome del brazo.
—¿Qué te pasa?—le preguntó frunciendo las cejas y él suspira soltandome, mientras pasa saliva.
—Solo no quería tener que romperle la cara a un jodido humano, pero haz lo que quieras—dice subiéndose enojado a su auto.
Por satán que lo haré.
Subo detrás de él y azoto la puerta para irritarlo mas. El camino se me está haciendo eterno.
Resopló.
—No te vi ayer en el sabbat—le digo curiosa.
—Ya sabes que casi no voy a los sabbat, me ocupan en el Averno con los otros de mayor grado—dice volteando a verme—¿Y a tí como te fue?—me pregunta y automáticamente recuerdo lo que pasó.
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Sigil ©
FantascienzaHasta el diablo tiene miedo.... Advertencias: +18 Contenido sensible. No apto, para mentes cerradas. Borrador con faltas de ortografía.