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Zeena
—No lo haré— le respondo a Raymond y Azazel me mira a los ojos— ¿Por qué haces esto?
—Es tu destino.
—¡A la mierda el puto destinó! Me ocultaste a mi hijo, Raymond es mi hijo, no es tuyo, ¡Que mierda pasa contigo!
—¿Y en qué hubiera cambiado que lo supieras?—me pregunta haciendo más presión sobre mi brazo.
—En que es mi hijo, mi destino ahora es él y solo él.
—No te das cuenta que en cuanto él lo supiera, te iba a encerrar y te lo quitaría para después matarte, date cuenta Zeena.
—No tenías derecho a decidir algo así, ni siquiera de ocultarlo.
—Solo intentaba protegerte.
¡Oh por satán! Lo voy a matar.
Le dedicó una mirada fulminante y él me aprieta con más fuerza, intento soltarme y empezamos a forcejear, pierdo el equilibrio y caigo al suelo.
—¡Suéltame! Y ven tú a intentar someterme—le dice Azazel a Raymond.
Los hechiceros lo comienzan a golpear y veo como Az escupe sangre, la mirada que le dedica a Raymond está llena de furia.
—Perdón—susurro cuando nuestras miradas se conectan.
—Acaba con él, Zeena.
—¡No!—respondo de inmediato.
Me paro rápidamente, intento acercarme a Az, lo siguen sometiendo, Raymond se acerca a mi y me carga, intento liberar mi poder y es inútil, ni siquiera le hace algo.
—La alianza solo la podrás acabar cuando seas la reina del Averno— susurra sobre mi oído—. Ya sabes lo que tienes que hacer para que eso pase.
—No entiendo Raymond, yo confíe en ti— trato de asimilar la situación.
—Ese fue tu primer error— me dice enmarcando una amplia sonrisa.
Azazel y yo nos miramos.
—No te preocupes por tu mujer, ni por tu hijo— él mira Azazel con la mirada desafiante—. Yo me encargaré de que el niño me diga papá.
Azazel se le quiere ir encima y todos los demás hechiceros lo someten con facilidad.
—Gracias princesa, por debilitar su poder—me dice Raymond con un guiño.
El corazón se me está partiendo en pedazos y las lágrimas amenazan por salir.