†DIECINUEVE†

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Zeena

Sigo de pie, viendo como él misterioso hombre trata de contener a la chica. Al parecer se conocen, porque parecen estar discutiendo, ella parece resistirse pero al final termina cediendo, la chica me dedica una mirada devastadora, su cabello naranja reluce más con el tinte de sus ojos, no deja de mirarme, parece querer matarme y yo ni siquiera la conozco, desaparece del lugar como si nunca hubiese estado.

Él se queda parado, observándome, analizándome o quizás esperando la oportunidad de atacarme, dirijo mi mano al amuleto esperando protección de lo que venga. Él me sigue mirando demasiado, pero no pienso apartar la vista ¡Por satán, que no! Su mirada es fría y penetrante, tiene destellos dorados en ella, trato de analizarlo, él no repara en hacerlo y yo hago lo mismo, está bien trabajado y tiene una apariencia imponente, claramente sabe lo que hace y  se nota que analiza todo antes de hacerlo. Empiezo a escuchar unas voces. El misterioso hombre  aparta la mirada y la dirige a atrás de mi, puedo ver cómo su mirada cambia a una expresión confusa, no sé si voltear, tal vez solo me quiere distraer. Mi mente me dice que no aparte la mirada, pero al ver su cambio de expresión, no lo puedo evitar.

Raymond se acerca a mí y su vista se posa al frente.

Volteo de nuevo y el hombre misterioso niega con la cabeza antes de desaparecer.

—¿Lo conoces ?— le pregunto a Raymond que no despega la mirada de enfrente.

—No— dice él, con la mandíbula apretada— ese es el problema.

Asiento con la cabeza y veo a Azazel con el ceño fruncido parado detrás de mi. No puedo evitar sonreírle, él parece algo distante, pero su mirada se suaviza conforme se acerca.

—Todo acabo— me dice, acercándose a mi y tocando mi rostro, tratando de formar una sonrisa.

—Es que esto apenas, comienza— le susurró.

Él asiente y su mirada se vuelve a perder.

—¿Lo viste?—le pregunto.

—¿Que?

—El sujeto extraño— le digo y el niega.

—No vi nada, bonita.

—Presiento, que será otro problema más.

—No volveré a dejar que algo así, suceda—me dice.

Su mirada sigue distante y la sensación de perdida me invade. Raymond me voltea y me mira.

—Voy a arreglar todo, para que te despidas de tu madre.

Intento sonreír pero no puedo.

—¿Cómo? — le pregunto, sé de algunos hechizos, pero solo son posibles en los hechiceros más poderosos.

—Te dije que era el mejor— me dice barriéndome con la mirada, como analizando algo.

Me empiezo a poner nerviosa ¿Por qué? No se, trago en seco, ante la sensación de incomodidad y Azazel parece perdido.

¿Qué sucede contigo, Az?

(...)

—¿Lista? Princesa— pregunta Raymond sacándome de mis pensamientos.

—lista.

—Bien, recuerda tu madre es una bruja, por lo cual en estos momentos debe de estar en el limbo, lo que yo voy a hacer es crear una proyección astral de ti en el limbo, para que puedas despedirte de ella ¡Pero ojo!— me advierte— no puede ser más que un par de minutos ¿Entiendes?

—Entiendo— le respondo, pero la verdad, me duele el pecho de saber que veré a mi madre y que será por última vez.

Él me sonríe y su hoyuelo se enmarca más.

Sigil ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora