†VEINTICUATRO‡

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Azazel

Cerbero me dijo que Zeena y Raymond se estaban besando y todo dentro de mi se consumió, no puedo pensar con claridad, solo quiero matar al imbécil ese.

—Vamos a atacar—le ordenó a Cerbero.

Él me dedica una mirada de desaprobación.

—¡Prepara a unos demonios!— le grito y él sale rápidamente.

La furia me invade y quiero consumir todo  a mi paso.

Cerbero llega con unos demonios y abre el portal.

Dirijo mis pensamientos al collar que le di a Zeena y aparecemos en un bosque, hay unas personas rodeándolo y hay una pequeña habitación al fondo.

Ahí está.

—Encárgate de todo— le ordenó a Cerbero—yo voy por ella.

Él asiente y sale a atacar a los demás. Me abro paso rápidamente y rompo la puerta de la habitación.

Lo que veo me hace estremecer, ella me mira perpleja, está ahí desnuda con él, ella abre la boca para decir algo y la cierra rápidamente.

Un escalofrío recorre mi ser, siento que los voy a matar, atrás de ella está Raymond con una sonrisa estúpida.

Apartó a Zeena de mi paso y estampó a Raymond en la pared.

—Tú vienes conmigo— le digo y él sonríe.

—Como puedes observar estamos ocupados— me dice y todo mi ser se tensa.

Le doy un golpe seco en el rostro.

—Para— dice Zeena y veo una marca en su mejilla.

—¿Qué es eso?— le pregunto.

Ella parece nerviosa.

—¿Él te lo hizo?—le pregunto.

—No — me responde.

Fijo mi vista en su cuerpo y todo en mi se colapsa al verla a si, desnuda para él.

—¡Vístete!— le ordenó.

Ella se sobre exalta y se pone un vestido torpemente, volteo a ver a Raymond que la mira sin pudor alguno.

—¡Deja de mirarla!—lo amenazó, tomándolo del cuello.

—Nada que no viera antes—dice triunfante.

Mis manos arden y llamas fulminantes salen de ellas, mis ojos son completamente negros. Ya puedo ver la patética vida de Raymond apunto de acabar.

—¡Ay!— grita Zeena y volteó rápidamente.

Algo la está consumiendo, Raymond esboza una sonrisa.

—Si me matas, la matas a ella.

Volteo a ver a Zeena y su mirada está pérdida.

—¿Una alianza?— le pregunto.

Ella no me mira y Raymond se acerca a ella.

—¡Aléjate de ella!— le espeto.

—¿Realmente es importante?— le vuelvo a preguntar— ¡Una puta alianza!

La tomo de la quijada obligándola a mirarme.

—¡Contesta!— le exijo.

Ella no dice nada, bajo mi mano a su cuello y paso mi dedo por su preciosa boca.

Raymond se me viene encima, puedo sentir el impacto de su fuerza, no es la de un simple hechicero. Él me empieza a golpear fuertemente, me incorporo, estoy a punto de acabar con él, pero algo en mi se frena.

Sigil ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora