Despertó y su cuerpo estaba pesado, había sucedido tantas veces que ya estaba acostumbrado y sabía perfectamente lo que aquello significaba. Quería quedarse bajo sus sábanas hasta que todo acabara. No fue al gimnasio, le tomó mucho tiempo levantarse y arreglarse para salir hacia la agencia, esperaba que en el trayecto su humor regresara, pero no fue así.
Pasó toda la mañana con la mente en blanco, su concentración era nula y lo único que quería era ir a casa, agradecía que estuviera solo en la oficina porque no quería dar explicaciones de por qué su estado de ánimo y también sabía que en esos momentos se volvía un poco pésimo con quienes estaban a su alrededor aunque no fuese su intensión lastimarlos. Les avisó a sus amigos que no iría a Hi-N-Bye porque debía terminar un trabajo y comería en la oficina, pero ni siquiera probó un bocado. Su apetito se esfumaba cuando ese sentimiento lo invadía.
Acomodó sus brazos sobre el escritorio y recostó su cabeza en ellos.
—Mierda — murmuró y se quedó en esa posición, simplemente pensando en nada.
No sabía cuánto tiempo había pasado y estaba metido en su mundo que no escuchó que la puerta de la oficina se abrió y alguien se acercaba a él.
—¿Ed? — sintió que tocaron su espalda y eso lo hizo enderezarse de golpe.
—Mierda — gritó del susto.
—Perdón no quería asustarte, pero te hablé tres veces y no respondías — Chris se acuclilló frente a él luciendo preocupado — ¿Te sientes mal? Te veo pálido.
—No te preocupes, solo tengo sueño — mintió — ¿Cómo te fue ahora?
—Bien, pero eso es lo de menos, solo mírate estás muy mal — tocó su frente — estás muy frio ¿Almorzaste?
—Estoy bien — susurró — no estoy enfermo.
—Si no quieres hablar sobre lo que realmente te tiene mal está bien ¿Sí? Pero no te guardes todo para ti solo, porque eso no está bien — el rubio se levantó y fue a su ordenador.
—Eh... sí — fue lo único que logró responder.
—¡Aquí está! — exclamó emocionado — no hay nada que esta canción no resuelva — Chris se acercó a él. La canción Mr. Blue Sky de Electric light orchestra empezaba a salir por las bocinas — vamos Edward levántate no seas tímido.
—¿Qué haces? — frunció el ceño.
—¿Qué no es obvio? Te estoy invitando a bailar.
Christofer no esperó a que Edward le respondiera, lo tomó de la mano y lo jaló hacia un espacio libre de la oficina. Edward estaba un poco avergonzado, el rubio se movía muy bien al ritmo de la música y él se sentía bastante torpe.
—Vamos Edward, se supone que debes moverte.
—Lo sé, es solo que... — respondió apenado.
—Estamos solos, nadie nos verá — lo tomó de las manos y las movió de un lado a otro.
No supo cómo, pero después de unos minutos se encontraba bailando con movimientos alocados al ritmo de la canción junto al rubio, ya se habían soltado de las manos, pero seguían bailando ¿qué tenía Christofer que derrumbó sus barreras y lo tenía ahí bailando? No quiso pensar en ello, solo se dejó llevar.
Para cuando la canción terminó, ambos se miraron fijamente y por primera vez desde que se conocieron Edward se rio a carcajadas, ambos estaban riendo.
—Hey mira eso, no había notado que tenías estos hoyuelos — Christofer le tocó ambas mejillas con sus manos — son bonitos — sonrió.
—¿No los habías notado? — el rubio negó con la cabeza — no te culpo, aparecen solo cuando rio de esta manera.
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Tequila & Café
RomanceChristofer y Edward, dos polos totalmente opuestos que estaban destinados a conocerse y por circunstancias del destino deben comenzar a trabajar juntos. Al ser dos mundos diferentes la vida de Edward cambiará por completo porque por más que se resis...