Capítulo 27: Un error

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Habían salido desde temprano hacia la casa de los Collins, el camino era bastante largo porque quedaba en las afueras de la ciudad. Edward iba tras el volante intentando poner el rostro más fresco y seguro que podía, pero por dentro los nervios lo estaban matando. No estaba nervioso por conocer a sus suegros, pero sí lo estaba por el hermoso rubio que llevaba de copiloto. Chris tenía una amplia sonrisa, lucía demasiado animado y llevaba consigo un depósito de galletas que previamente habían preparado juntos. Ed temía que algo saliera mal, que el padre de Chris no quisiera recibirlos, por ejemplo. El rubio estaba tan ilusionado, no dejaba de hablar sobre sus padres y sus hermosos ojos brillaban de pura alegría, para el castaño era un poco doloroso ver a su novio tan feliz porque si era sincero Ed esperaba lo peor de aquel encuentro y no quería que el rubio terminara lastimado.

—Nunca te lo había dicho Edward, pero mi padre es George Collins, el dueño de varios hoteles alrededor del mundo — Chris estaba jugando con el depósito de galletas entre sus manos, se notaba tan feliz y nervioso.

—¿George Collins? — el castaño abrió ampliamente sus ojos — Rubio, pero George Collins es uno de los empresarios más famosos e importantes en el negocio hotelero. Mis padres suelen quedarse siempre en sus hoteles 5 estrellas, dicen solo lo mejor sobre sus instalaciones y servicios.

—Sí, Eddy, lo sé. Él es mi padre — Christofer suspiró melancólico — mi padre quería que yo siguiera sus pasos y hacerme cargo del negocio. Yo no tenía problema con ello porque me llamaba mucho la atención, pero para poder trabajar con él la condición era "ser normal" — la sonrisa del rubio estaba desvaneciendo.

Edward apretó muy fuerte la mano de su novio y la elevó para poder depositar un suave beso en ella. No tenía palabras para prometer que todo saldría bien, solo podía hacerle saber a Chris que estaba con él. El camino se sintió más largo de lo que era, pero finalmente estacionó su auto frente a la casa que Chris le había indicado. Estaba por bajarse del auto cuando notó la mirada preocupada del rubio.

—Estamos juntos — Ed tomó la barbilla de Chris para darle un beso en su mejilla — vamos.

Bajaron del vehículo y caminaron hacia la casa, ahora que sabía quién era el padre de Chris no le sorprendía ver la mansión en la que vivían, si no se equivocaba era más grande que su propia casa. George Collins era un hombre con mucho dinero.

Edward no quería juzgar de entrada a George porque a él nunca le pareció correcto juzgar, pero vamos, el castaño ya tenía claro que el hombre había lastimado al rubio cuando descubrió que era gay e incluso lo sacó a la fuerza de su casa. Esa era razón suficiente para saber que no era nada amable y posiblemente tendría que ponerse a la defensiva ya que si el señor fue capaz de hacerle eso a su propio hijo hace unos meses atrás, cualquier cosa podría hacer para ofenderlo a él que es el novio del hijo que ni siquiera ama.

Al estar frente a la amplia mansión un sentimiento de enojo y furia volvió a apoderarse de él con solo pensar que durante todos esos meses los Collins habían vivido tranquilamente bajo el techo de aquella gigantesca residencia, mientras que Chris trabajó y aún trabajaba duro por pagar su universidad y el alquiler del apartamento en el que vive. Ahora un sentimiento más cálido lo invadió e hizo que sonriera de lado, ese sentimiento de estar tan orgulloso de Christofer; pudiendo ser alguien que vive bajo la sombra del dinero de su padre ocultando su verdadero yo, Chris fue fiel a él mismo y salió en busca de su felicidad.

Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando Christofer tocó el timbre y una señora en traje negro y blanco los recibió. Ella reconoció rápidamente a Christofer, notó cómo los ojos de la mujer se aguadaron y luego de la emotiva sorpresa, una expresión de melancolía y temor se apoderó de su rostro. Los dirigió hacia la sala de estar.

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