Strange effect 17

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Siempre he sido fan número uno de los viajes, antes me parecía lo mas divertido del mundo estar recorriendo europa por varias semanas porque tenía tiempo hasta para salir a tomar fotografías o visitar museos, comprar ropa, etc. Hasta que apareció Eugenia y la quería llevar conmigo a todas partes, cada vez que Luiz mencionaba algo sobre hacer un viaje a europa yo lo movía de fecha y lo hice tantas veces que se me juntaron todos los trabajos del mundo hasta tenía que ir a Grecia a grabar un comercial.

Primeramente mi único problema fue extrañarla en exceso, cualquier persona normal diría que soy una intensa insoportable pero ni yo me lo podía creer.

—¿Alguien me puede decir la hora de Nueva york por favor? —dije en voz alta mientras me acomodaba un cinturón para ir por las siguiente fotos.

—Seis de la mañana —me dijo un asistente mirando su celular.

—Gracias —dije con una sonrisa, Luiz me miraba tentado moviendo la cabeza.

—¿Ya no aguantas mas y la quieres despertar? —preguntó riendo.

—No, no la voy a despertar —mentí— Menos si no puedo ponerle toda la atención del mundo, estoy preocupada porque ayer no me escribió y seguramente se quedó hasta muy tarde en la oficina, ya sabes como es Eugenia —dije entrando al set con mi nuevo cambio— De todas formas avisame si suena mi celular por favor.

Estuve como treinta minutos posando sin para cuando Luiz me levantó la mano mostrando el celular.

—¿Me dan cinco minutos por favor? —dije con una sonrisa— Gracias —salí corriendo y tomé el celular— ¡Hola mi amor! —contesté mientras buscaba mis audífonos— Estuve a nada de llamarte porque anoche no me escribiste.

—Me quedé hasta muy tarde en la oficina —respondió, estaba de bata en la cocina preparándose un café con una cara de dormida impresionante, más china que nunca— ¿Cómo van las cosas allá, mucho frio? ¿Te estoy jodiendo?

—No, para nada. Hicimos un break de cinco minutos —mentí con rapidez o me iba a colgar— Bien, todo bien. La verdad es que estoy haciendo tanto que no me he fijado en el clima, me muevo de un lugar a otro y duermo cuando puedo pero las cosas por acá van todo bien. Te extraño mucho —hice un puchero— Vente a París conmigo

—No puedo mi amor —respondió triste— Ya sabes que si pudiera estaría conmigo, tengo tanto trabajo que si me voy todos me matarían, además no tienes demasiado tiempo, lo mejor es que trabajes tranquila y no te preocupes por mí, acá todo está normal, mucho trabajo nada más. Ayer almorcé con Gigi y Alana, es lo mas gracioso y lindo.

—Mis mujeres —sonreí, en un momento me di cuenta que todos me estaban mirando— Ok, mi amor... tengo que colgar porque vamos a volver, hablamos luego? En cuanto termine esto te escribo para saber si estás libre, te amo! Un abrazo a todos.

Volví a trabajar hasta que paramos para almorzar, le escribí un mensaje a Euge pero no me respondió así que supuse que tenía demasiado trabajo como para molestar. Así eran nuestros días, agarrabamos una llamada cuando podíamos por el horario o la agenda o a veces una hacía el esfuerzo por la otra y nos acompañamos en horarios particulares.

La llamada post-terapia fue un maldito balde de agua fria, todas las veces que vi a Eugenia con Alana me di cuenta como le brillaban los ojitos o esa cosa innata que tiene para calmarla pero jamás pensé que esta tortura comenzaría tan rápido y lo peor de todo es que yo no tenía intenciones en lo absoluto. Tuve intenciones en llamar a mi terapeuta pero se me hizo imposible con todo el trabajo y tomé una mala decisión desde ese momento, comencé a evitar las videollamadas, simplemente la llamaba por teléfono para saber cómo estaba su día porque no me salía hacerme la tonta.

Cortos BeugeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora