Extra #1

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No se me ocurría qué más hacer para dejar de estar tan sumamente aburrida. Me obligaba a mí misma a trabajar por las mañanas, componer aunque no tenga ni una sola idea, para conservar lo poco que me queda de salud mental. Por las tardes me dedicaba a hacer algo de ejercicio y a recoger la casa.

Cuando se decretó el nivel de pandemia en todo el mundo, mi vida ya estaba mal, pero ahora que estoy encerrada en estas cuatro paredes está incluso peor. Por mucho que me obligue a estar agradecida por no estar infectada, lo único en lo que puedo pensar es que todo es una absoluta mierda.

- Candy, venga, no puedes quedarte mirando al techo todo el día.-la voz de Nate me saca de mis pensamientos.-Ya sabes lo que te dijo el psiquiatra. Tienes que seguir tu rutina y no quedarte demasiado en la cama.-

Ruedo los ojos. Él, que nunca cumplía las normas, ahora las sigue a rajatabla. No me da ni un respiro.

- Estoy aburrida. Ya no se me ocurre qué más hacer.-me deslizo al otro lado de la cama cuando veo sus intenciones de acostarse conmigo.

- No puedes permitirte estar aburrida.-le miro indignada.-Lo digo por tu bien. Necesitas mantenerte ocupada.-me giro para darle la espalda.-¿Te has tomado ya tus pastillas?-

Ni que tuviera 90 años.

-Sí.-ruedo los ojos.-Me las he tomado todas.-

Mi teléfono suena encima de la mesilla. De nuevo, su nombre aparece en pantalla. Noto cómo mi corazón se acelera de manera vertiginosa, las ganas de vomitar aparecen de nuevo y mis manos tiemblan. Hago el intento de cogerlo pero se queda en eso, en un intento.

- Está bien.-me abraza Nate.-Cuando estés preparada, lo podrás hacer.-

Me imagino a Cam al otro lado de la línea, con los ojos rojos y la mirada perdida, balbuceando mi nombre. Su (ahora) novia le quitaría el teléfono cuando ya me ha llamado tres veces y le diría que ya estoy perdida. Otra vez.

Porque lo estoy.

Miro mi anillo de casada. No he podido quitármelo aunque llevemos divorciados seis meses. Tampoco he quitado las fotos de la boda, ni las de la primera ecografía, ni las del último día de MagCon. Sé que Nate va tirando algunas de vez en cuando, y piensa que no me doy cuenta. Pero las tengo todas en mi mente, en mis sueños, en mi subconsciente.

- Si te parece bien, hoy podemos probar a dar un paseo por el jardín.-la voz de Nate me saca de mis pensamientos.-Hace buen día y los expertos aconsejan respirar aire fresco y limpio.-No me apetece. Nada. Solo me apetece quedarme aquí regodeándome en mis penas. Mis manos se mueven involuntariamente hacia mi vientre, donde un día estuvo esa criatura fruto del amor entre dos personas que creían ser la una para la otra.- No fue culpa tuya.-le miro con los ojos encharcados.- Tienes que dejar de defenderle. Porque sé que dentro de tu cabecita, aún le sigues exusando y defendiendo.-

Odio que me conozca tan bien.

- Solo quiero dejar de sentir que no voy a volver a ser feliz.-hago una mueca de dolor y mis entrañas se encogen.- Estoy harta de imaginarme que estoy bien. Quiero estar bien.-

- Y poco a poco vas a estarlo.-me abraza.- Con el tiempo, la medicación y los psicólogos vas a estarlo. Me tienes, Candy. Me has tenido, me tienes y me tendrás. Siempre.-

Y es lo único que tengo.

Cuando sufrí el aborto, me caí en un pozo de tristeza y sufrimiento. Cam tampoco ayudaba. Se gastó todo mi dinero en drogas y en el juego. De todas formas, yo no comía, ni dormía ni hacía nada. Solo me quedaba en la cama de la habitación de invitados mirando al techo, esperando despertarme de esa pesadilla. En ese momento, deseaba con todas mis fuerzas volver atrás en el tiempo, no tanto para estar bien, sino para elegir bien a la persona con la que pasar el resto de mi vida. Por suerte, eso tuvo solución. Todo lo demás no.

Cuando Nash me dijo que Taylor estaba embarazada me sentí traicionada. Ahora mismo entiendo que no es para nada así y de hecho cuando Nate me enseña fotos del pequeño Malakai se me escapa alguna lagrimilla de orgullo. Pero en ese momento, después de haber perdido a mi bebé y a mi marido, lo único que podía pensar es que Nash, mi mejor amigo, se estaba riendo de mí. Me comporté como una auténtica hija de puta, y aunque no es excusa, estaba enferma, bueno, lo estoy. Ni siquiera sé cómo estoy viva. En realidad sí, gracias a Nate. Me recogió en un momento en el que nadie quería ayudarme, pagó todas las deudas que Cam me había dejado y los psiquiatras y psicólogos necesarios para empezar a salir de ese túnel oscuro. Recuerdo perfectamente el día que, gracias a él, empecé a ir un poco hacia arriba.

- Candy, por favor, sabes que si tengo que hacerlo, me pelearé con Cam pero quiero ahorrarte más sufrimiento.-seguía con mi mirada en el techo. Jack llamó a Nate en un intento desesperado de que me levantase de la cama.-Te quiero. Te amo. Candy, por favor, déjame ayudarte. Déjame sacarte de aquí.-suspira frustrado.-Te perdono. No pasa nada. Te fuiste con él. Le amas. Está bien.-por primera vez en el día deslizo mi mirada hacia él.-Sí, Acacia, yo sí te quiero bien. Ahora sí.-

Me levanto de la cama, desequilibrándome un poco por la falta de fuerza que tengo en el cuerpo. Él se lleva las manos a la cara en un signo de alivio y sorpresa. Coge las maletas que hizo mientras me intentaba convencer de que saliera de ahí. No solo de esa casa, sino también de esa situación.

Los únicos que vinieron a verme a casa de Nate fueron los Jack. Y los paparazzi. No sé cómo lo hacen pero al día aparecen como unas 50 fotos nuevas mías en este estado de desequilibrada mental. Nate cree que no leo nada, pero he visto comentarios sobre mi aspecto, mi situación, mi enfermedad... que realmente han sido un paso atrás en el proceso de curación. Pero en el momento en el que me derrumbo, Nate está ahí, como siempre, desde siempre. Y es por eso que le estoy agradecida, desde siempre y para siempre.

Candy: This is my life||2nda Temporada AOMT//#WO2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora