Capitulo 22

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Cuando desperté estoy desorientada, algo confundida y muy marinada, sigo maniatada de pies y manos, estoy en un dormitorio muy elegante, estoy acostada en una cama grande y cómoda, los muebles de la habitación son de color marrón claro, muy lindos, intento moverme y no puedo, no sé cuánto tiempo he estado dormida, maldito Esteban.
Busco si sigue mi teléfono y lo puedo tocar, con mucha dificultad saco mi celular que está a dentro del pantalón, que lo guardé antes que Esteban se acercará a mi en la cocina de la mansión, tengo que subir la remera y así llegar al celular, el inconveniente es que tengo las manos atadas hacia atrás y me cuesta subir una prenda tan larga como es la camiseta.
Luego del tercer intento logro sacarlo, estoy acostada de perfil así que como puedo me siento y así puedo ver el celular y marcar a Vitto. De inmediato atiende.
-Hola amor, ¿estás bien? -Pero no puedo responder. -¡¿AMOR ESTÁS BIEN?! POR FAVOR DÍ ALGO?! -Grita está angustiado y yo que no puedo responder porque tengo una cinta en la boca, solo llamé para que rastreen la llamada, pero creo que está muy desesperado como para pensar en frío, siento gritos, no puedo descifrar lo que dicen.
Pero tengo la esperanza de que alguien pueda averiguar dónde estoy. En eso se corta la llamada. De la desesperación de oírlo tan angustiado me puse a llorar.
No sé cuánto tiempo pasa hasta que se abre la puerta, entran dos hombres uno es Federico.
-Vamos Reina que el jefe pidió verte. -Dice el desconocido. -¿La desamarramos?
-¿Te has vuelto loco? -Dice Federico.
-Es una mujer.
-Si, que burló al señor de la oscuridad, no lo olvides, déjala así.
-Como tu digas.
Se acerca el desconocido y me carga en su hombro sin ningún cuidado.
-Mmmmmmmmh -Es lo único que salió pero lo que intenté es insultarlo.
-Tampoco la trates así que cuando venga Martinelli te matará sino lo hace antes el jefe. -En eso se siente un ruido. -¿Qué es eso? -Yo si sé qué es lo que originó el ruido, es el celular. -¿Ves lo que te digo? -Dice Federico mostrando el aparato. -Se apagó voy a buscar un enchufe así veremos qué has podido hacer.
-Pues nada tiene las manos amarrada.
-¿Qué apuesta? -Quedaron pagarse unas cervezas. Mientras me llevan a mi destino. Bajan unas escaleras, desde mi posición no puedo ver mucho, si noto que es un lugar grande y lujoso. Me larga sin cuidado al sofá.
-Mmmmmmmmh.
-Yo también te quiero linda.
-Pedro si quieres conservar la cabeza junto a tu cuello no vuelvas hablarle así. -El desconocido, que resulta que se llama Pedro, abre los ojos de la sorpresa y está pálido.
-Disculpe señor. -Dice al darse la vuelta, quedando frente a un hombre de unos 40 años, es elegante, y muy guapo, si no me equivoco es el mismo hombre que visitó la mansión de los Martinelli con la intención de hablar conmigo.
-Con quien debes disculparte es... -Me mira y enfurece al punto que me da miedo. -¡¿QUÉ HACE AMARRADA DE ESA FORMA?!
-Señor fue sugerencia de Federico. -Dice casi temblando, no es para menos.
-Señor...
-Federico desaparece. Y tú desatadla. -Federico se queda y el otro ejecuta la orden de su jefe. Pedro se acerca me corta el precinto de los pies y luego de las manos y en cuanto estuve libre le di una patada dónde más le duele.
-Te advertí que es peligrosa. -Dice Federico riendo a carcajadas.
-Ya te puedes retirar.
-El problema que no puede irse. -Dice Federico.
-Entonces lo ayudas, pero quiero quedarme a solas...
-¿Está seguro?
-Retirencen. -Espera que se vayan sus secuaces y se cierra la puerta dejandome con este hombre. -¿Era necesario? -Pregunta levantando una ceja.
-Él no fue cuidadoso conmigo, además Federico se lo advirtió. -Me justifique. Él se sienta en un sillón grande parece un trono. -¿Qué quiere de mi?
-Hablame de tú. Y en realidad necesito hablar contigo. Te he estado buscando...
-No eres el único.
-Pero mis motivos si son únicos.
-Si es para matarme o torturarme desde ya te digo que no.
-No te he buscado por años para eso.
-Si es para que trabaje para ti, lamento informarte que tampoco eres el único.
-Tampoco te he buscado para eso.
-¿Entonces para qué?
-Todo a su debido tiempo. Ahora vamos a desayunar.
-No tengo hambre. -Es mentira pero no quiero comer nada que me dé este hombre.
-Mientes mal, y no pienso envenenarte, invertí mucho dinero para encontrarte como para matarte, aunque a veces me dió muchas ganas de hacerlo. -Me sorprendió pero no dije nada, al llegar al comedor, la mesa está repleta de comida, me senté y comencé a desayunar. Él hace lo mismo, no habla, no me mira, es extraño. Suena su celular y al mirar me dice.
-Debo atender esta llamada.
-Has lo que quieras.
Comenzó hablar en alemán, yo no le doy importancia, sigo desayunando no sé cuándo será la próxima vez que vuelva a comer, luego de unos minutos hablando por teléfono, me inquieta porque no deja de mirarme, no logro descifrar si está sorprendido, intrigado o no sé qué. Al cortar la llamada, guarda su celular en el bolsillo del saco.
-¿Qué tienes que ver tu con Ferdinand Becker?
-Nada.
-¿Me ofrece una fortuna por tí y dices que no tienes nada que ver? -Si el señor Becker sabe dónde estoy significa que Vitto también puede averiguarlo, si la llamada no sirvió. Si que me sorprendió que ofreciera una fortuna por mi libertad.
-Si las tengo son cosas mías, nada que te importe.
-Tan irrespetuosa como siempre, te faltó sacar la lengua. -Me sorprendí, eso hacia cuando era pequeña.
-¿Cómo...? -No sigo, no quiero que note cuánto me afectó ese recuerdo. Estoy terminando mi café cuando entra Federico y Pedro. Dice el primero sonriendo.
-Señor... disculpe, es urgente.
-¿Qué sucede?
-La señorita tenía en su poder su celular, ha llamado a Vitto Martinelli.
-¿Cuánto tiempo a pasado? -Pregunta mirándome.
-Más de una hora y media.
-Es decir que están de camino. -Afirma Pedro. -¿Cómo lo hiciste? -Me mira intrigado.
-Es la Reina, te lo advertí.
-Brinden a mi salud. -Difruto el enojo de Pedro. Federico ríe a carcajadas.
-Bueno, vayan a esperar la llegada de los Martinelli.
-Por favor no les hagan nada.
-Eso dependerá de ellos. Vamos al salón. -Me levanto y lo sigo, al llegar me siento en el sofá frente al ventanal y él en su trono.
-¿Ahora me dirás qué es lo que quieres?
-¿Tanto he cambiado?
-¿Debo reconocerte?
-Si te estafé o robé, yo trabajaba para...
-Piedra presiosa. -Me levanto rápido y le grito.
-¡No te permito que me llames así!
-¿Por qué? Estoy en mi casa y nadie puede decirme si puedo o no decir o hacer algo.
-Pues porque sólo mi tío me podría llamar así. -Estoy perdiendo la paciencia. -Resulta que me sigues, me secuestra, me llamás solo como mi tío me decía...
-Señor los Martinelli están en España.
-Ya saben qué hacer.
-¡¿Quién eres?! -Le grito angustiada. -¿Has conocido a mi tío?
-Ay siempre fuiste una enana metida, ¿qué más tengo que decirte para qué te des cuenta?
-¿Dame cuenta de qué?
-Soy tu tío Bautista. -Me quedo mirándolo.
-No, él murió cuando yo era una niña... ¿Dime qué ganas con todo esto?
-No enana... escúchame piedra preciosa...
-¡QUE NO ME LLAMES ASÍ!
-¡NO ME GRITES!
-¡TU NO ME DAS ÓRDENES!
Nos enfrentamos, nos desafiamos con la mirada. No le demuestro miedo sino enojo, nadie va a engañarme. Mi tío Bautista murió cuando yo tenía 10, me dolió mucho, ví sufrir a mi papá mucho por la muerte de su hermano menor. Entra un hombre.
-Señor...
-Si están aquí que entren sin problema. -Se acerca pero yo retrocedo. -Nunca dejaras de ser la piedra apestosa más presiosa de mi vida. -Comienzo a llorar, y él igual.
-¿Eres mi tío Bautista? El tío más apestosos de todos...
-Tus tíos. -Terminó la frase. Lo abrazo fuerte y lloramos.
-¿Pero cómo? Si mi papá dijo que habías muerto.
-Cuando mi hermano se enteró a lo que realmente me dedicaba me dijo que le había fallado... que había muerto para él. -Dice muy tristes.
-¿Por qué no te contactaste conmigo?
-Me lo prohibió.
-¿Cómo llegaste hasta aquí? ¿Al ser el señor?
-Me fuí con Alfredo sin que tú padre lo supiera, estuve viviendo en el taller...
-¿Tu hiciste el cuarto secreto?
-Si, cuando casi lo terminé conocimos al español y me vine con él, trabajé duro hasta convertirme en su mano derecha.
-Pero...
-Te protegui hasta que decidiste jugar pesado y te perdí el rastro, te he buscado todos estos años, es mas infiltre a Federico en los De Angeli cuando me enteré que le habías robado, sabía que te buscaría.
-Y me encontró de la manera más tonta.
-Federico me contó... -No deja de acariciarme el cabello y las mejillas.
-¿Por qué no me rescastaste?
-Porque tuve ausente... Me hirieron en un enfrentamiento casi muero. Por eso viviste todo eso. Pero a la menor oportunidad que tuve me las cobré.
-Disculpe señor, pero están aquí.
-No le hagan nada. -Le pido al separarme apenas un poco.
-¿Por qué? -Pregunta él mirándome a los ojos
-¡Porque es mi familia!
-Me agrada oír eso. -Giro a mi derecha veo a Lorenzo, Fabrizio, Renzo y Vitto. -Me alegra volverte a ver cuñada. -Dice el primero.
-Corro hacia Vitto y lo abrazo, pero él no se mueve, mirá fijo a mi tío.
-Bienvenidos. -Dice con sarcasmo.
-¿Piedra preciosa quieres presentarme a los recién llegados?
-Él es Lorenzo y Vitto Martinelli, Fabrizio Rossi, y Renzo De Angeli. -Miro a Vitto que está enojado y digo . -Él es... -Me detiene al ver como mi tío se fue contra Renzo y lo golpea sin parar. -Dejalo... por favor dejalo... Al ver que no se detiene le grito. -¡QUE LO DEJES DE GOLPEAR!
-Dime un solo motivo para no matarte basura.
-Voy a ser papá.
-No me interesa.
-Tío por favor déjalo en paz.
-¡¿TÍO?! -Dicen unísono Lorenzo, Vitto y Fabrizio.
-Si, mi tío, y ustedes si no defienden a Renzo tendrán un sobrino sin padre.
-Reaccionaron.
-Gracias. -Dice con sarcasmo un golpeado Renzo.
-¡Te lo mereces por permitir que golpearán a mi sobrina! -Dice fuera de si mi tío.
-Por eso le disparaste en las dos manos. -Reflexiona Lorenzo.
-Me llevé una gran desilusión cuando a quien salvamos era a otra chica.
-Indirectamente me salvaste a mi. -Le digo abrazandolo.
-¿Por qué los consideras familia?
-Por qué Vitto me salvó la vida, porque Lucrezia me salvó dos veces, y porque estoy enamorada de Vitto. -Digo abrazándome a Vitto, esta vez me corresponde. -Es mi novio...
-Mi niña apestosa...
-¡No me llames así! además tu eres el tío más feo y apestoso del mundo...
-Tu eres una niña la más insoportable del universo, pero niña al fin así que no te permito que tengas novio...
-¿Es posible que después de 20 años se sigan peleando como si fueran niños? -Me giro y me encuentro a mi tío Alfredo, comiendo yogurt tranquilo apoyado en la pared.
-¡Está vivo! -Dijimos unisono Vitto y yo. Levanta la mirada y al verme que estoy llorando, deja en una mesa el envase y abre los brazos corro y lo abrazo. Al separarme lo miro y comienzo a golpearle.
-¡¿CÓMO TE ATREVES A ESTAR VIVO Y NO AVISARME?!
-¡No es mi culpa, Bautista me lo prohibido! -Me giro hacia mi tío.
-Eso es lo que llamo un buen hermano. -Dice con sarcasmo.
-Te explicas ¡ya!
-Quería darte la sorpresa...
-Me sentí mal, triste por quedarme sola y tú me dices eso.
-Cariño, no sabíamos si te están vigilando la policía, tenía que buscarte por ser la Reina y no por su piedra preciosa. -Explica mi tío Alfredo, mientras se acerca lentamente. -Me moría por abrazarte, pero no podía exponer a Bautista y a su gente. -Lo abrazo llorando. Se une Bautista y es casi perfecto. En eso escucho a una mujer.
-Espero que se trate de tu sobrina, de lo contrario estarán en problemas. -Miramos hacia la dirección de la voz, está en la puerta una mujer muy elegante.
-Ven cariño, quiero presentarte a mi piedra preciosa. -La mujer se acerca y se abraza a mi tío. -Ella es Mercedes mi esposa...
-¿Ella es tu esposa? -Digo sorprendida. -¿Tu te has casado?
-Si, hace diez años. -Explica Mercedes.
-¡DIEZ AÑOS! -Dijimos unísono tío Alfredo y yo.
-¿Cuál es la sorpresa? -Pregunta Fabrizio.
-Él hombre que no se complicaría la vida con una mujer si podía disfrutar a muchas.
-Veo que voy a conocer una parte tuya que no sé si me gustará conocer. -Dice Mercedes.
-Tranquila, que cuando se tiene a una sobrina como ella poco se puede hacer. -Dice, todos reímos.
-Debemos recordar las travesuras que hacia. -Dice Alfredo.

Estamos todos cenando mis tíos en cada punta de la mesa, yo estoy sentado al lado de Bautista, junto a mi está Vitto y Lorenzo. Frente a mi Mercedes y a su lado Renzo y Fabrizio.
-Cuentame, algo de su vida pasada. -Dice Mercedes.
-Viviamos juntos, eramos buenos aliados... -Comienza contando Bautista.
-Y excelente enemigos. -Le interrumpe Alfredo.
-Es cierto, me espantaba a todas las chicas.
-Solo me confundía de nombre... -Me defiendo.
-No te hagas la inocente, que solo aceptabas a Mica.
-Seria porque era la única que no me quería sacar de encima.
-¿Cariño desde pequeña ya engañabas? -Pregunta Vitto.
-Y no sabes cómo, con su carita de "yo no fuí" Cuando sonaba el teléfono o el timbre, se encargaba de atender y siempre decía a los gritos el nombre de la hermana de la chica que llamaba cuando yo llegaba o no estaban o habían cortado.
-Es para matarla. -Dice Lorenzo riendo a carcajadas.
-Ahí venía el problema, él se cobraba acusándola de alguna travesura y ella... -No sigue y me mira.
-Continua. -Dice Vitto.
-Le llenaba el calzado nuevo con ecremento del perro. Mi pobre cuñada intentó explicarle que eso no se hacía.
-Fueron tiempos hermosos, lastima que todo terminó tan pronto. -Dijo mi tío Bautista, todos nos quedamos en silencio, nadie se atrevió a decir ni una palabra, mis tíos y yo estamos muy emocionados.

La Reina del EngañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora