Capítulo 19

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Desconocido

Camino en silencio por los pasillos del cuartel, hay poco personal, por ser domingo no hay tantos soldados como entre semana. Es mi oportunidad perfecta para poder ingresar al último piso.

He estudiado el lugar desde que logre entra al escuadrón, pero no he logrado llegar hasta la celda de Irina, está muy aislada y es la más custodiada pero hoy, es el día perfecto para ir porque este piso está con menor seguridad de la normal. Además de que es media noche entonces los guardias están dormidos en su mayoría, mi tío me ha presionado estos últimos días pidiendo noticias de Irina, tengo que hacer esto hoy, sí o sí.

Tengo que lograr hablar con ella.

Camino con cuidado y despacio. Un largo pasillo con paredes negras, donde hay pequeñas celdas, estoy por llegar a la de ella, pero escucho la voz y pisadas de un guardia, si me logran ver estoy perdido. Me escondo detrás de un muro grande de concreto, respiro con tranquilidad cuando el tipo pasa sin percatarse de mi presencia.

Sigo el camino a la celda de mi tía. Abro la puerta de seguridad antes del pasillo que me llevará a la celda, me camuflo en la oscuridad por el uniforme negro eso no me da problema.

Al fin, logro llegar sin problema a su celda, toda la celda está oscura, pero lo que más resalta en la oscuridad de su celda es su cabello blanco, esta acostada de lado, lleva casi tres meses acá metida el cabello le ha crecido y luce maltratado.

Mi tío ha mandado amenazas constantes, pero parece que nadie le toma importancia, lo único que ha cambiado es que los coroneles desde su ataque se han estado quedando en el cuartel.

Lo de la gala fue inesperado hasta para mí, no sabía que mi tío iba a dar ese golpe, me enojé porque no se me informara. Pero lo único que obtuve fue que me presionara más para saber cómo se encuentra Irina.

Paso la tarjeta con la que he estado abriendo las puertas del piso, pero esta no cede, pide clave de seguridad. Maldigo.

— ¡Irina! —. Llamo, en voz baja.

— Irina —. Vuelvo a hablarle, ella se mueve en la cama y al fin se da la vuelta en la cama.

— ¿Qué demonios quieren ahora? —. Habla adormilada en conjunto con un gruñido.

— Soy yo, tía, baja la voz.

Ella se levanta de la cama de concreto, luce desaliñada y esta pálida, con grandes ojeras como dije su pelo está más largo y luce maltrato, ella siempre ha cuidado su aspecto y verla en este estado me duele, saber que no la puedo sacar ahorita mismo de acá, me quema por dentro. Ella siempre ha estado conmigo, me cuidó siempre desde pequeño, simplemente me consume verla así.

Pero juro que la sacaré de esta maldita prisión.

— ¿Qué haces acá? —. Pregunta. — ¿Cómo lograste entrar? —. Coloca sus manos en los barrotes de la celda.

— Eso no importa, Adrien me mando. — Le hago saber. — Está muy preocupado por ti. — Coloco mis manos encima de las suyas.

— ¡Esta loco! Como te mando acá, debe de estar furioso conmigo. — Dice pegando su rostro en los tubos de la celda, yo solo logro asentir. — Sabe lo de Mason. — Hago una mueca, ella entiende la referencia.

— Va a matar al coronel.

— No, yo lo voy a matar, ese bastardo pagará lo que me hizo, su sangre será lo único que salde esta deuda.

— ¿Te han hecho algo acá? —. Indagó, sé que no ha habido órdenes de violencia en su contra, pero aun así no confió.

— Estoy bien, no me han hecho nada. — Respiro con tranquilidad al oírla decirme eso.

Corazón de HierroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora