Capítulo 12

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Natasha Petrov

Escucho la trompeta a lo lejos, bufo contra la almohada este es uno de los motivos por los que odio dormir en el cuartel. Si o si me debo de despertar temprano. Quien fue el de la gran idea de sonar un trompeta desde antes que el sol salga.

Me coloco la sabana sobre mis pechos y me doy la vuelta esperando toparme con el cuerpo del Dereck. Pero no hay nadie a mi lado.

Estoy sola, y caigo en cuenta de que él maldito escapo de mi después de follarme. Bueno pensándolo detenidamente, seguramente es su venganza por haberlo déjalo en el club, pagando con la misma moneda.

La trompeta vuelve a sonar haciendo que mi enojo se multiplique, la verdad no se ni porque estoy tan enojada no es como que él esté obligado a quedarse en mi cama después de volver a meter debajo de las sabanas.

¡Maldita sea!

Dije que no iba a volver a pasar, que no iba a volver a caer y con solo un beso ya estuve dispuesta abrirme de piernas otra vez para ese hombre.

Tenemos que parar, no quiero que se repita lo de Sebastián, aunque claro está que Dereck no es de los que se andan enamorando y yo, tampoco es solo sexo eso está claro.

Enrollo la sábana sobre mi cuerpo y me levanto. Voy al baño dejo caer toda la sabana y me meto a la ducha helada.

15 minutos después estoy lista, enfundada en mi uniforme, salgo de mi cuarto y camino para el área de entrenamiento.

Cuando llego veo a todo el escuadrón listo, pero toda mi atención se la lleva el coronel que les está dando instrucciones. Me acerco con cautela para oír lo que les está diciendo.

Escucho como les expone el entrenamiento que llevarán a cabo durante toda esta semana y que la siguiente semana será para estudiar a Alder Blaz. Cuando termina de dar instrucciones se da la vuelta percatándose de mi presencia me sonríe y habla.

— ¡Mi coronel! —. Saludó coqueto, estoy a punto de rodar los ojos, pero me contengo, le devuelvo la sonrisa de boca cerrada y contesto seria.

— Coronel Scheneider.

— Te explicaré cuál será el entrenamiento de la semana. — Me hace saber, pero antes que continúe lo paro.

— Ya escuché como será. Lo tengo claro. — Respondo. Él toma mi brazo con cuidado y me jala dejándome bastante alejada de los demás.

— ¿Cómo amaneciste? —. Pregunta sin borrar su sonrisa.

— Sola. — No me contengo, en hacerle saber mi enojo y paso por su lado sin dejarlo responderle nada más.

Me dirijo así donde están las chicas platicando en una esquina.

— ¿Sienten esa tensión sexual en el aire? —. Con esa hermosa pregunta me recibe Mónica.

— Hace como calor. — Amanda se abanica con una mano, siguiéndole la corriente a Mónica.

Lucía solo ríe y niega.

— Dinos por favor tú punto de vista como psicóloga Lucy. — Reta Amanda.

— No ocupo que evalúen mi vida sexual. — Las paro en seco inmediatamente.

— Igual tú dijiste que no ibas a repetir con el coronel. ¿Verdad? —. Vuelvo a ver a Lucía suplicándole con la mirada que no diga lo que le conté.

Pero es tarde ya, Mónica se ha dado cuenta y suelta un grito que llama la atención de todo el escuadrón.

— Tienes que.... —. Iba a decir algo, pero el coronel nos llama haciéndonos saber que el entrenamiento va a empezar. Agradezco internamente ya que eso me salvó de contar que me lo volví a caer en sus redes.

Corazón de HierroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora