¿Cómo criaría a un Bakugou? (Bakugo Katsuki)

Llamada de atencion

____ Bakugou
Eiji: 11 años
Kazui: 7 años

—Mamá... Ma...— Una vocecita dulce, me hizo abrir mi par de ojos adormilados, encontrándose con unos pequeños lucero negros que me miraban con detalle.

—Hola bebé ¿Ya es hora?— Asintió con entusiasmo, mientras acariciaba sus cabellos cenisos

—¿Por qué no vas a levantar a tu hermano y a lavarte la cara, cariño? En un momento más bajo— Asintió una vez mas y salio corriendo de la habitación.

Enfoque la mirada en el blanco techo durante unos minutos, pensando en las cosas que tenia que hacer el día de hoy

—¡Ma!— Escuche gritar desde la planta baja a mis pequeño, haciendome dibujar una pequeña sonrisa en mi rostro.

—¡Voy!— Respondí con el mismo tono de voz y en el momento en que iba a levantarme de la cama, un par de fuertes brazos me devolvieron a la cama.

—Quédate un poco más...— Susurró con una voz ronca aún adormilado, no puedo negar que era tan irresistible.

—Tengo que llevar a los niños a la escuela— Di un beso pequeño en su nariz. Katsuki solo escondió su rostro entre mi pecho, presionando nuestros cuerpos con mas fuerza.

—Es mi día de descanso, deja que los mocosos se vayan solos—

—Sabes que no pueden ir solos— Acaricie sus cabellos cenizos con amor —Vamos, tengo que ir a hacer el desayuno— Trate de soltarme de sus brazos, pero el no parecía ceder.

—¡Katsuki, sueltame!— Dije divertida al ver y escuchar sus negaciones un tanto infantiles.

Mientras me retorcia logre darme cuenta de mi pequeño Kazui, que estaba parado a los pies de la cama con una mirada molesta.

—Ayuda no me deja ir— Dije, fingiendo ser una damisela en apuros. Sentí como el mayor de los Bakugou despegó su rostro de mi, para mirar a su pequeña copia con molestia.

Kazui subio y se puso de pie sobre la cama con la mirada neutra, su madre sabia bien que vendría entre estos dos.

—Ni se te ocurra, mocoso— Advirtió Katsuki, mirándolo de reojo sin soltarme y volviendo a pegar su rostro en mi pecho —Es mi día libre, tú la tienes todos los malditos días. Vete caminando a ver si te pierdes— Recriminó

—¡Katsuki!— Regañe por lo que habia dicho a su hijo, pero entonces conocí esa sonrisilla de desafío en la l más pequeño y sin decir nada más, se dejo caer de lleno sobre su padre, clavando su codo entre sus costillas

—¡Hijo de...!— Me libere de entre sus brazos y como pude jale del brazo a mi pequeño para cargarlo y salir volando de la habitación entre risas.

—¿Qué sucede?— Preguntó Eiji, en la puerta de su habitación, aún tallando sus ojos con mucho sueño

—¡Corre, Eiji!— Le grito Kazui a su hermano mayor

—¿Qué?— Exclamó asustado al vernos correr hacia él y como pude también lo cargué bajo mi otro brazo, corriendo

—¡Malditos traidores!— Escuchamos a Katsuki gritar y una estruendosa carcajada salió de mi boca.

—Muy bien ¿Qué quieren desayunar hoy?— Entre a la cocina para prepararme

—¡Panqueques!— Dijeron en insomnio mis dos pequeños

—Que buena elección— Alente a los Bakugou

—Ahora vayan a cambiarse, que se hace tarde— Ambos asintieron y salieron corriendo hacia sus habitaciónes.