500 años de resentimiento.

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Tsaindorcus Vaision, también conocido como El Lord Dragón de Platino, era una criatura imponerte y sumamente hermosa a la vista, sus escamas de un tono blanco perlado brillaban como auténticas obras maestras con la tenue luz de la luna que se colaba por los elegantes vitrales del castillo flotante de Eryuentiu.

El coloso descansaba plácidamente en un gigantesco salón completamente cubierto de mármol blanco, a su alrededor podían observarse gigantescos pilares de piedra tallada con las esculturas de extrañas criaturas acorazadas que sostenían en sus poderosos brazos el techo de la gigantesca sala.

El techo de la construcción tenía una forma ovoide completamente cubierta de oro macizo con intrincados grabados dignos de los artesanos más prodigiosos al servicio de un Dios. Ese era el tipo de sala en la que descansaba el dragón mientras custodiaba las puertas de la sala que muy bien podría ser llamada la caja de Pandora.

Cruzando las puertas tras la criatura  dormían valiosos tesoros que no tenían comparación con la tesorería de ningún otro rincón del mundo conocido. En medio de la sala un portal de tonalidad malva se abrió repentinamente.

Al sentir la extraña presencia que se infiltraba en su dominio, uno de los ojos del dragón se abrió pesadamente. Sin embargo, esa pesadez rápidamente se convirtió en ansiedad, haciendo que la bestia se incorporará usando toda la potencia de sus patas.

- "¿Quién se atreve a poner un pie en mi dominio?" – El coloso exigió una respuesta con una voz tranquila y dominante.

- "Ha pasado mucho tiempo Tsaindorcus." – Una voz cansada y elegante respondió a la exigencia del dragón.

Del portal emergió un Elfo de cabello lacio, el tono blanquecino de su cabello daba testimonio del tiempo transcurrido, sus ojos presentaban un fenómeno físico conocido como heterocromía ocular y su figura era extremadamente lamentable cuanto menos, el Elfo era tan delgado que no sería extraño confundirlo con un no-muerto.

Los ojos del dragón se ensancharon al ver una figura tan familiar como desagradable, el invitado no deseado era un antiguo enemigo que se presentaba de la misma manera que lo había hecho en el pasado.

Su paso era tranquilo y delicado, mientras paseaba por la sala admirando las imponentes estatuas que sostenían el techo de la construcción.

- "Tú eres..." – Su tono ciertamente sonaba sorprendido, pero había un ligero matiz que demostraba con claridad el desagrado del dragón.

- "De haber sabido que bajarías la guardia de esta manera, hubiese venido a acabar con tu vida hace mucho tiempo." – El Elfo continuaba su tranquilo paseo mientras admiraba la sala. – "Sin embargo, he descubierto que incluso eso ha perdido su significado... Es curioso como la paz afecta a los poderosos, es exactamente igual que lo que les pasó a mis maestros."

- "¿Qué haces aquí Grimor?" – Dado que no podía percibir ninguna hostilidad del Elfo, la gigantesca criatura sencillamente se limitó a preguntar por sus intenciones.

- "Este es mi hogar o lo haz olvidado." – El elfo no se molestó en observar al dragón, sencillamente detuvo su paso frente a una de las ocho estatuas que decoraban la sala. "Las defensas de este lugar siempre fueron mi responsabilidad, ahora que no están activas te ves forzado a permanecer en este sitio como un perro guardián ¿No es irónico? Lo que custodias a tus espaldas no tiene ningún valor si las personas que son capaces de blandir tal poder no están."

- "Solo has venido a decir disparates y morir por el peso de tu lengua, Grimor." – El antes sereno dragón empezó a mostrar su hostilidad.

Overlord volumen 15 - La ciudad Blanca de Ebasha (Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora