Los infinitos corredores en la memoria de un hombre pensativo, se arremolinan como una bandada de golondrinas mientras asolaban su corazón con un sinnúmero de escenas tan gratas como dolorosas.
Momentos de gozo sin fin se entremezclaban con sangrientas batallas, la sonrisa de su creadora y la magnificencia de lo que antes fue su hogar. Sus dedos rozaban los lustrosos muros la imponente sala del tesoro mientras observaba una habitación tan vasta como vacía.
En términos de patrimonio material, la sala ciertamente estaba repleta de tesoros de un valor incalculable, oro hasta donde llegara la vista, gemas y antigüedades tan trabajadas que era difícil pensar que eran las pertenencias de un mortal. Así mismo, tan basto tesoro no era lo que aparentaba. Un tesoro solo es valioso para un observador especifico.
De forma similar a la que un simio atesoraría una banana y despreciaría un diamante, la incalculable riqueza en la habitación no tenía ningún valor para el Elfo que la observaba con nostalgia.
El Elfo no estuvo solo en la sala por demasiado tiempo, ya que tras unos segundos la puerta de la gigantesca habitación se abrió nuevamente, dando paso a una lustrosa armadura plateada que observaba al visitante de la sala.
- "Pensar que le darías tal uso a esas baratijas... Supongo que es algo propio de una lagartija." – El Elfo observo al visitante con un claro desprecio en su mirar. – "Imagino que no pudiste controlar las armaduras de mis Amos, ¿o me equivoco?"
- "Fuertes palabras para una criatura que no pudo proteger lo único que atesoraba." – La armadura tenía un tono plano y cortante, era evidente que ambas existencias no congeniaban entre sí. – "Confió en que me dirás lo que has venido a buscar Grimor."
- "Lo dije antes, lo que busco es la verdad." – El Elfo observaba la imponente habitación como si estuviese completamente vacía.
- "¿La verdad?" – No hubo respuesta a la pregunta de la armadura, en su lugar el Elfo sencillamente empezó a caminar nuevamente.
En la sala había un total de nueve puertas incluida la puerta de entrada, en el centro de la sala había una gigantesca sala repleta de relucientes y lujos estantes que contenían una gran cantidad de objetos de todo tipo y tamaño, en el centro había una pila de oro que fácilmente competía con el tamaño del dragón que custodiaba la entrada, incluso los muros de la habitación podían ser considerados tesoros por sí mismos.
El Elfo se dirigió a la quinta puerta desde la derecha, tocó el símbolo en la puerta con algo de nostalgia y luego observó a la armadura que lo acompañaba.
- "Veo que no has logrado abrir ninguna de las puertas." – Expresó en tono burlón, jactándose de la incompetencia del propietario de la armadura.
- "Incluso intenté destruir las puertas, pero gastar magia antigua para algo como eso sencillamente no vale la pena." – El dragón justificó su fracaso dando a entender que si lo deseara podría abrir las puertas.
- "¿Es así? Supongo que la paz te ha cambiado Tsaindorcus, hubo un tiempo en el que hubiese destruido el lugar sin vacilación." – La armadura se encogió de hombros de forma elegante en un intento por esconder la realidad. Lo cierto era que sí que había intentado destruir las puertas usando magia antigua, pero algo en el interior de una de las salas bloqueaba su poderosa magia.
- En respuesta al desdeñoso gesto, el Elfo sencillamente volteo la mirada con molestia. – "Bueno, es una lástima que no conozcas las contraseñas." – El Elfo tomo una bocanada de aire antes de empezar a recitar la contraseña. – "El saqueo es mi adicción y el oro mi legado. En el nombre del matillo, abre las puertas del tesoro del mundo." – Si la armadura tuviese ojos se hubiesen ensanchado cuando la puerta de una de las salas adyacentes al lugar empezó a abrirse.
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Overlord volumen 15 - La ciudad Blanca de Ebasha (Fanfic)
Fiksi PenggemarEsta historia relata un conflicto entre Ainz Ooal Gown y el Rey elfo que gobierna el bosque Ebasha.