CAPÍTULO 28

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Emily

—¿Bueno todo listo?—me pregunto a mí misma revisando todo otra vez—Si, no me olvido nada—me giro hacia Luli —¿Vamos?

—Dale, Alex está esperando abajo...

Salimos con mis valijas y Luli cierra la puerta. Bajamos y Alex abre el baúl para guardar mis valijas con las de él. Nos subimos al taxi ya que Alex deja su auto en su casa y nos dirigimos al aeropuerto.

Al llegar bajamos pagándole a taxista. Entramos al aeropuerto y nos sentamos hasta que se haga más la hora, ya que llegamos temprano.

—Todavía no puedo creer que me este yendo. Seis meses pasaron...

—La verdad que si...—Luli me abraza de costado—Te voy a extrañar loquita

—Aw, yo también...—la abrazo—Mas te vale venir a visitarme. Te quedas en casa y yo seré tu guía turística ¿Te parece?

—Me parece perfecto. Tengo que organizarme bien y veré cuando puedo ir—Hace puchero.

—Hey, tengo una idea...

Las dos lo miramos enarcando una ceja...

—¿Por qué me miran así? Es alta idea...

Lo seguimos mirando con la misma expresión.

—Si, escuchen, como yo me quedo hasta después de año nuevo, podes venir nosé....el 28 o 29 de diciembre y pasar año nuevo con nosotros...—Nos mira emocionado con los ojos abiertos—Es buenísima ¿No?

Con Luli nos miramos y pensamos por nuestros adentros.

—No es mala idea—agrego.

—La verdad que no la es...—pone cara de aire pensativa y asiente—Podría...

—¡Vieron! Soy un genio—se frota las uñas y las sopla haciéndose el interesante.

—Ay calla—Contesta Luli rodeando los ojos.

Minutos después nos despedimos de Luli y ahora estamos esperando cada uno con sus valijas a qué llamen nuestro vuelo para embarcar.

—No puedo creer que estaré en Argentina. No puedo esperar más, ya quiero llegar.

—Hey, tranquilo vaquero...Que encima tenemos que hacer escala en Estados Unidos y después tomarnos otro avión para Argentina.

—Ay ¿En serio?—bufa y se cruza de brazos chinchudo.

Me río—Tranquilo, si el avión no cae y si no morimos en el océano o en tierra vas a poder conocer Argentina.

Me mira asustado—No me hagas esos chistes...que mucho no me gustan los aviones.

Me río. Charlamos unos minutos más de cualquier cosa y luego él se pone los auriculares para escuchar música y yo me pongo a leer un capítulo del libro que había empezando a leer, que se llama "El alma de las flores" de Viviana Rivero. Que por cierto me enamoré de Rafa, y voy solamente tres capítulos; se los recomiendo.

Dos horas más tarde ya vamos hora y media de viaje.

—¿Estás bien?

—Sisi—asiente con mala cara.

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