40. Más extra.

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- Solo te descuido cinco minutos y te escondes de mí.

Tan solo había salido un momento de la habitación y cuando había regresado, él ya no estaba.

- ¿Umm?

Lo tomé por su torso acercándome a su cuello para besarlo.

- Tan solo vine a ver si ya dormían las bebés.

Lo alcé llevandomelo conmigo, avanzando por el pasillo, sentí sus besos suaves en mi mentón.  La moqueta roja del pasillo hacía que mis pasos fuesen silenciosos.

- No lo vuelvas a hacer - pedí haciéndolo reír pues pase mis dedos por sus costillas.

Me detuve frente al ascensor mirando su rostro notando su excitación, su piel tenía un tono rosa y su mirada felina tan característica.

Era mi imaginación o él estaba demasiado ligero entre mis manos. Pasó sus manos por mi cuello y me besó en medio de un gemido bajito, aunque nuestros besos siempre estaban presentes podía sentir que está noche todo era diferente.

- Eres un exagerado.

La forma en que ahora me besaba era la más deliciosa promesa del cielo que encontraría pronto.

Las puertas del ascensor se abrieron, nos metimos pronto lo   bajé aún lado de mi, encerrandolo contra la esquina de este sin dejar de besarlo.

Pronto nuestra respiración nos faltó y sus manos me empujaron hacía atrás y bajó la mirada riéndose.

- Ni te atrevas ahora a llévarme cargando a la habitación.

- ¿Por qué no?

- No. - Él se filtró entre mis brazos y se paró frente a las puertas. - Puedo caminar yo solo.

Entonces el volteó y sonrió de lado.

Las puertas el ascensor se abrieron, pero antes de qué diera un paso, lo tomé del brazo y lo atraje hacía mi pecho.

- ¿Qué pasa? ¿Acaso no quieres recordar viejos tiempos?

Lo alcé de nuevo caminando por el pasillo, justo así había empezado nuestra historia de amor.

Mi mente me llevó justo a esa noche donde él representaba todo aquello que no podía tener.

- ¿Me amabas esa noche?

Por que yo jamás olvidaría todas y cada una de las veces que el reaccionó ante mi tacto de aquella manera tan novedosa, aunque él seguía siendo lo mismo, tan sensible que cuando succioné su labio inferior se retorció contra mi erección.

Era así como habia empezado todo.

- Te amaba y te deseaba de la misma manera en que lo hago ahora.

Temía no soportar su delicada seducción, pues él ahora había descubierto tantas cosas desde aquella noche hasta hoy, era él que me llevaba a la precipicio y tiraba de mi para que ambos nos hundiéramos en el más profundo éxtasis.

Abrír la puerta de la habitación fue un problema que resolví lanzado la puerta con el pie cuando estuvimos dentro.

La habítacion casi a oscuras,  apenas la luz proveniente del bar dejaba ver las formas de nuestros cuerpos.

Él se retorcio safandose de mis brazos.

- Necesito de ti.

Alzó los brazos para qué me deshiciera de su ropa y así lo hice. Besé su mejilla pero el giró su rostro para atrapar mis labios, dejándome ver su necesidad.

The Black Swan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora