20. Promesa de amor.

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La tarde nublada había llegado a su fin y estábamos viendo una película luego de haber desistido de trabajar, me era inevitable el no distraerme por lo que dejé mi ordenador de lado y me dediqué a compartir tiempo con él.

Al acercarse la hora de la cena, me levanté dispuesto a cocinar. Jimin se había pasado toda la mañana en la cocina preparando rollitos primavera resultando estos tan deliciosos que había terminado con todos.

Me acerqué un poco más a él y acaricié su cabello.

- ¿Se te antoja algo en particular para cenar?

Pasé mis nudillos por sus rosas mejillas suavemente, robándole un suspiro.

- Pasta - su rostro se giró hacía a mí y retiré mi mano, mi vista yendo directamente a sus labios. Estos se estaban volviendo una obsesión para mí, tan llenitos y rosas - del restaurante donde nos conocimos. Eso se me antoja. Mataría por un buen filete.

Sonreí al recordar lo hostil que había sido.

- No estaría mal. A mí también se me antoja - tus labios. Completé en mi mente mientras me ponía de pie.

- ¿Qué? ¿Vamos a salir?

- ¿Por qué la sorpresa? La otra noche querías salir a la mitad de una tormenta.

- Me refiero a salir juntos y eso - caminé hacía mi recámara para ducharme. Escuché sus pasos tras de mí y no se detuvieron hasta llegué frente al armario.

- No tiene nada de malo. Tu embarazo aún no se nota y bien podríamos ir a algunos de los compartimentos privados del restaurante.

Él se recargó en el clóset y me observó. Yo sonreía, mi corazón se sentía cálido bajo su mirada. Me detuve una vez tuve mi ropa en mis manos y alcé la mirada encontrándome con la de él.

- ¿Cuál es el problema?

- Se supone que no debemos exponernos.

- Y no lo haremos. Solo vamos a ir a cenar como dos personas normales. - dije despreocupado.

Había algo más, pero no le quise dar importancia, busqué mis zapatos.

- ¿Jungkook?

- Mmm...

- No es que sea una cita o algo así, ¿verdad?

¡Eureka! Qué más daba si fuese una cita o no, si todas las noches disfrutaba de verlo conciliar el sueño mientras se aferraba a mi torso.

- No, no lo es. Solo iremos a exterminar a nuestro antojo.

Volví a ver su expresión, no entendía muchas de sus reacciones, estas a veces eran tan contradictorias.

- Ve y arréglate que hoy cenaremos pasta y filete.

Sonreí para aligerar su expresión. Volví a acariciar su mejilla y luego apreté la punta de su nariz suavemente. Una bonita sonrisa tímida apareció en su rostro.

- Esta bien.

Una hora después estábamos en una de las terrazas del restaurante. Había pedido que cerrarán por completo el lugar en cuanto llegáramos, no quería exponerlo de ningún modo.

- No es tan grave como creí.

- Llevas más de un mes sin salir de casa, necesitabas aire fresco.

- ¿Más de un mes? Ni lo he sentido. Me gusta estar allí - agregó despreocupado.

Escucharlo decir eso me hizo sentir bien. Ese había sido mi objetivo en todo este tiempo.

- Es una casa pequeña ya que jamás pensé compartirla con alguien. Quizás una de mejor y gran tamaño hubiera sido más apropiado.

The Black Swan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora