21. Luz de Luna.

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Esa mañana comprobé que se puede morir de amor, mi extasiado corazón se aceleraba con cualquier movimiento que hacía Jimin estando aún dormido en mi pecho profundamente. Reviví aquella sensación de saber cómo se amoldaba su cuerpo al mío de una manera tan íntima, que me encontraba luchando contra el impulso de estrujarlo y besarlo con pasión. Quería decirle ahí, en ese momento cuanto lo había amado en todo este tiempo, que me encontraba roto hasta que lo había conocido y llenó mi mundo entero de luz.

Un leve rose de su pie con mi pantorrilla me alertó, con suavidad él se reacomodó en mi pecho quitando la cobija que nos tapaba y dejándola alrededor de nuestras caderas.

Su mano que descansaba en mi pecho empezó a acariciarme con suavidad; sin embargo, se detuvo en cuanto inspiré profundo, deleitándome con todas las emociones que revivían dentro de mí justo como aquella noche. Sonreí al notar como su rostro giró buscando mi mirada, como sus pequeños ojos aún somnolientos se paseaban por mi rostro en busca de algo. En otras circunstancias eso me hubiese hecho desviar mi mirada un tanto nervioso, pero no ahora, no cuando la duda crecía dentro de mí. Quería saber si no se había arrepentido de su decisión, porque de ser así yo no pondría resistencia alguna, yo me alejaría, tomaría lo que él me diera, incluso su rechazo.

Sus caricias volvieron a mi pecho y una sonrisa tímida se dibujó en sus labios.

- Buenos días.

Sentí como sus dedos iban subiendo hasta llegar a mi rostro y pasarlos suavemente por mi mentón.

- Buenos días. ¿Cómo te sientes hoy?

- Estoy bien, creo que puedo tolerar el malestar.

La palma de su mano ahuecó mi mejilla y cerré mis ojos recargándome en ella.

Me había vuelto irremediablemente adicto a su cariño, abrí los ojos y le dejé un beso en su frente.

- Supongo que lo de anoche sigue en pie.

- ¿Pensaste que era broma?

- No quería asumir nada, solo quería estar seguro, yo no-

Mi mente perdió el hilo de mis pensamientos en cuanto su mano acarició mi cabello y sus dedos se metieron entre mis mechones halándolos poco a poco. Algo en mi pecho se abrió, era parte de un recuerdo que no quería evocar el cual dejaba una sensación de pérdida que me llenaba y me hacía agonizar, alimentando la herida en mí. Un par de segundos pasaron hasta que él decidió romper el silencio.

- Me gusta tu pelo.

Abrí los ojos apenas escuché esto, mi mirada enfocó su sonrisa traviesa y eso me hizo dejar de lado mi dolor. No, yo no debía pensar en el pasado, el pasado ya no existía. Sonreí y bajé mi cabeza para que siguiera con su cometido.

- ¿En serio te gusta?

- Ujum, es muy suave.

Quería preguntarle tantas cosas en este momento. ¿Saber si yo le gustaba? ¿Si sentía algo por mí? Y de ser así, ¿Desde cuándo? Aunque todas eran irrelevantes ahorita porque me perdí en su dulce mirada y en sus caricias que no cesaron. Me permití disfrutar como un tonto de él, de su aroma y cercanía.

- ¿Qué pasaría si te dijera que era una broma?

Aquello salió de sus labios de una manera tan suave y tranquila, mientras sus deditos se dirigían a acariciar mi oreja. Sin embargo, por el temor que me causaron sus palabras me concentré en llenarme un poco más de su cariño antes de que este terminara. Un par de segundos después mi cuerpo cubría a el suyo mientras besaba sus mejillas poco a poco acercándome a sus labios.

The Black Swan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora