37. Siempre fuiste mío.

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La brisa era más cálida en aquel día de verano, está acariciaba mi alma en consonancia con mis sentimientos.

Jamás había sentido lo esplendoroso que era ser amado aunque a decir verdad jamás lo había imaginado así, tan solo estar a su lado había servido para sanar mi alma, pero ahora había una conexión muy compleja entre sus sonrisas y la mí corazón.

Jimin revivía mi corazón haciéndolo latir acelerado con tan solo ver el brillo de su mirada, su mano estrechando la mía constantemente hacía que en mi pecho se creará un sentimiento de propiedad y orgullo, incapaz ahora de regresar mis pensamientos pasados ​​cuando todo había sido tan confuso y oscuro.

Había dos pequeñas luces que mantenían nuestros días ocupados. Abandonados al amor por ellas nos encontramos al final del día cansados, pero solo eramos una pareja de tontos románticos a los cuales les bastaban un par de besos y una promesa silenciosa de que estaríamos juntos por siempre para dormir tranquilos.

Una promesa tan valiosa para mí, como la que portaba su anillo con el diamante incrustado, esperando para hacerse realidad.

Miré por el retrovisor encontrándome con su mirada color miel que estaba mirando el paisaje por la ventana, demasiado tranquilo y su rostro relajado, su mano sobre las piernas de Yungmi.

En cuanto sintió mi mirada sonrió y me lanzó un beso que me hizo sonreír.

- ¿En qué piensas? - le dije.

- En todo.

- ¿Algo en especial que te preocupe?

- Mi madre, no he sabido nada de ella en estos meses, la extraño pero es mejor que no este cerca.

- Es normal ese sentimiento - observé de nuevo el camino - no sabes cuánto te entiendo.

- Sé que en algún momento la perdonaré, pero no puedo fingir que no existe, solo que desearía que ella fue diferente.

- Perdonar es muy difícil, a mí me había costado toda la vida, pero cuando lo logras es liberador.

- Esperaré hasta que me sienta cómodo para visitarla. Pero por lo mientras gracias por mantenerla lejos antes.

Jimin bajó la mirada.

- Debí ser sincero contigo, pero no quería que te preocuparas más.

- Lo sé.

- Dejemos ese asunto de lado.

- Me parece bien.

Le sonreí por el retrovisor. Pasaron unos minutos de viaje armonizado por las canciones de la radio.

- Me gustaría cortar mi cabello. – Le dije.

- ¿Así?

- Hujum ya que de un costado lo tengo más corto por la operación, me gustaría raparlo de ambos lados ¿qué te parece a ti?

- Creo que de cualquier manera te quedara muy bien.

Su rostro evitando sonreír tan solo alzando un poco la mirada.

- Me gusta como está ahora, largo.

- Está bien si te gusta a ti.

- Con sujetarlo basta, lo puedo hacer yo.

Ahora sí sonrió ampliamente dejándome ver cómo sus ojos se escondían por el acto.

- Puedes sujetarme por completo, estoy a tu disposición.

- Cinco meses.

- Faltan dos. - aclaré.

- Dos meses que pasarán muy lentos.

The Black Swan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora