38. Epílogo.

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- ¡Woaoo ya se sienta Minji! - Jin estaba tan asombrado como yo.

- Si eso parece.

Ambos veíamos a la bebé quien tenía su cabeza adornada con una banda con una flor blanca, se sostenía en una posición nueva para ella en medio de la cama. Ella sonreía al notar que estaba logrando una hazaña y movía sus manitas festejando.

- Qué hermosa mi bebita grande.

Moví la almohada detrás de ella para darle soporte.

- ¿Yungmi ya lo hace?

- No ella aún no.

- ¡Le tomaré una foto! - Jin buscó su teléfono - Quiero quedarme con el primer recuerdo, ohh no, quiero llorar ahora.

- ¿Ya están listos? Jimin aún no te has cambiado - Taeh entró a la habitación con el teléfono en la oreja - ¡aaaaahh Minji estás sentada!

La nena volteó a dónde Taeh había gritado desde la puerta del hotel haciendo que perdiera el equilibrio y cayera hacía atrás.

La carcajada de la bebé al ver a Taeh y este a aproximarse para alzarla en alto hizo que rieramos.

- ¡Ya te sientas eso es fantástico, ahora solo debes de caminar! ¡Iremos juntos a pasear que te parece!

- ¿Cuando has visto que un bebé de seis meses caminé? - Jin me jaló para llevarme hacía el baño - Debes cambiarte te lo dije hace media hora.

- Auch ya voy...

- ¿O no te quieres casar? - Dijo Taeh regresando la bebé a la cama para que está se sentará de nuevo.

- Claro que quiero pero aún es muy  temprano - ellos estaban ya con su smoquin negro desde hacía un par de horas.

- Te casas en una hora Jimin por favor, anda que nosotros cuidamos las bebes - Yungmi estaba durmiendo profundamente en la otra cama - además las terminaré de vestir.

- Bien. - Tomé mi traje blanco y me metí al baño, con tranquilidad, me vestí mirando cada parte del traje con una sonrisa, el reflejo de mi rostro en el enorme espejo daba un aire tan distinto a lo que solía ser antes, cuando me cambiaba para las presentaciones en el teatro. Mi piel estaba ya maquillada y mi cabello había sido recortado y peinado de lado. Acomodé mi saco y miré con aprobación mi atuendo.

Era una versión de mi mismo mejorada, sonreí y apliqué un poco de hidratante de labios.

Busqué entre las cajas mis botines blancos y me los puse.

Tenía nervios no lo podía negar, pero era más fuerte la sensación de calma al saber que nuestros sentimientos eran correspondidos y no había nada que me quitará ahora la felicidad.

No me gustaba recordar el pasado pero me detuve al notar la misma mirada de ese chico que creía que dando todo de él llegaría a conquistar el éxito, que equivocado estaba.

El éxito lo había alcanzado ahora que tenía una familia.

Tocaron la puerta haciendo que los recuerdos se guardarán de nuevo.

- Adelante.

La puerta se abrío levemente y ví que se asomaba mi madre, me sorprendí, aunque ya sabía que vendría pensaba que no se atrevería a acercarse.

La manera en que nos habíamos alejado había sido muy dura.

- Hijo.

Yo le hice un reverencia.

Ella entró cerrando la puerta detrás de ella, esa cercanía me hizo tener un dejavú, ella y yo en el camerino preparándome para una presentación, ella juzgandome por qué mi cuerpo no era lo suficientemente delgado y yo repitiendo la coreografía una y otra vez en mi mente diciéndole que me cuidaría aún más.

The Black Swan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora