C U A T R O

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Las manecillas del reloj resonaban en la cabeza de SeokJin

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Las manecillas del reloj resonaban en la cabeza de SeokJin. BonHwa había sido tan quisquillosa durante su celo que le tuvo que imponer horarios, durante dos días enteros.

A las cinco en punto de la mañana, te ducharás.

—Pero...

No me interesa si se te apetece o no, el baño tendrá supresores en el agua para neutralizar tu aroma – le miró serio – a las ocho con treinta, el desayuno estará en la puerta de tu habitación, si no sales a recogerlo en diez minutos después de que la mucama toque tu puerta, te retendré las sábanas de seda que tienes.

Jin...- habló la chica suplicante.

Es la única manera de amenazarte – miró su pluma y la introdujo en el bote de tinta a su lado – hasta las dos de la tarde te mantendrás en la habitación, luego de eso, podrás salir al jardín a jugar, despejaré la zona de alfas, de modo que sólo estén algunas mucamas omegas y yo y puedas cambiar a tu forma con tranquilidad.

Un alfa que me tome en el pasto no estaría nada mal – gimió BonHwa. SeokJin ignoró eso, sabía que cuando se encontraba en ese estado decía una lista de locuras que no podía controlar.

A las seis en punto comerás y te ducharás nuevamente – el beta suspiró – te quedarás ahí por el resto del día hasta la mañana siguiente.

SeokJin, quiero un alfa – tocó con delicadeza su parte íntima sin pudor alguno frente a su amigo – lo necesito.

Necesitas un baño – él roció en la cara de la omega un poco de agua de rosas para ahuyentarla de ahí – no quiero seguir escuchando tus perversidades.

—Jinnie, es hora de irnos.

La reina portaba un traje de cuero café, algo adecuado para ir de caza con su ejército. Necesitaban llenar sus reservas de comida para el pueblo. Pronto caería el invierno y las tierras bajaban su nivel de fertilidad, no pudiendo producir para toda la nación, aunado con que pronto sería la fiesta de otoño, aquella dónde había juegos, mucha comida y diversión a montones.

—¿Llevas tu arco? – BonHwa asintió.

—Y algunas flechas de más – acomodó sus botas - los animales son duros de cazar en este tiempo y no quiero transformarme a menos que sea necesario.

—¿Deseas que llame a tu prima de Kakaoti para que vigile al pueblo? – SeokJin revisó sus pergaminos – según el calendario que te mandaron está libre de tareas por cumplir.

—Oh no, mi linda RyuJinnie necesita descansar un poco – ella sonrió acomodando las flechas en su bolso – los Shin han sido demasiado duros con ella y un poco de descanso le vendría muy bien.

El asintió guardando algunas cantimploras con agua en su bolso.

—Los guardias estarán resguardando el castillo y los alfas se ofrecieron a vigilar las fronteras.

—SeokJin, ¿Cuántas veces debo decirte que no me gusta que el pueblo esté en la primera línea? – Bon se cruzó de brazos – ellos deben estar con sus familias, resguardando a sus omegas y sus hijos. Por favor, dile al comandante KiYang que retire a los alfas de la frontera y los lleven a sus casas.

Lo que BonHwa decía, era ley. Todos en el castillo sabían que la reina era la bondad personificada, sin embargo, era firme en sus decisiones y más cuando se trataba de su amado pueblo.

Caminaron hasta la entrada, tirando de algunos caballos que llevarían como transporte, para la sorpresa de todos los presentes, un niño se acercó hasta BonHwa con algo detrás.

—¡Reina Bae, Reina Bae! – se acercó a ella – le he traído un presente.

Ella se puso en cuclillas, expectante ante el menor. El pequeño dejó ver sus manos y una hermosa piedra azul con un hilo de cuero se hizo visible. BonHwa lo tomó entre sus manos y lo observó con detalle.

—Nene, ésto es bellísimo, ¿De dónde lo has sacado? – preguntó la reina amarrando el hilo detrás de su cuello.

—Mi madre me lo ha dado para que se lo diera a usted majestad – el niño se arrodilló – cuando me presente y me convierta en un poderoso alfa, quiero servirle y ser un espadachín que combate sus guerras.

Ella comenzó a reír en cuanto el pequeño comenzó a simular como si tuviese una espada y a dar golpes al aire.

—Me parece maravilloso...– guardó silencio pues no sabía el nombre de aquel chico.

—Soy Ok HyunJoo, majestad – hizo una reverencia corta – mi familia le admira mucho, mi hermana dice que ella quiere ser como usted cuando sea mayor.

—¿Ah sí? –enarcó sus cejas divertida – pues siéntase afortunado, joven Ok, su regalo será muy bien recompensado por el reino. Le prometo que su familia tendrá muy pronto a un caballero real.

El niño brincaba de alegría, mientras que todos miraban la escena enternecidos.

—¡HyunJoo, es hora de comer! – el pequeño hizo una nueva reverencia ante todos.

—Debo irme, mi mamá me llamó, ¡Suerte con que vayan a hacer! – él corrió lejos de todos, dejando una sensación de calidez en los presentes.

—Eso fue muy dulce de tu parte, pero ya tenemos un atraso de...– BonHwa interrumpió la conversación subiéndose a su caballo.

—Por favor, SeokJin – ella le miró fastidiada – si no encontramos suficientes animales hoy, podemos regresar mañana. Mi padre decía que nunca se le ignoraba a un ciudadano, y menos si es un niño que podría servir a la nación en generaciones futuras.

SeokJin suspiró derrotado. No había quien parara a esa mujer, ella era alguien con un poder inmenso y pensó que sería difícil cumplir lo que sus padres le pidieron.

Cuidar de su pequeña BonHwa.

Prepárense para el siguiente capítulo, estará fuerte

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Prepárense para el siguiente capítulo, estará fuerte. :')

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