U N O

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—¿Qué planes tiene para Northon, majestad? – BonHwa suspiró pensando que haría con ese pequeño reino invasor

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—¿Qué planes tiene para Northon, majestad? – BonHwa suspiró pensando que haría con ese pequeño reino invasor.

—No lo sé, SeokJin. Quizás una alianza comercial sería una buena opción.

—Como tu consejero real...– ella interrumpió al chico poniendo su mano frente a la cara contraria.

—Ésta vez olvida eso – ella sonrió – quiero que me aconsejes como mi amigo.

SeokJin era el consejero real de BonHwa. Ambos chicos habían estado juntos desde su adolescencia, el beta desprendía un ligero aroma a rosas que le fascinaba a la chica y gracias al maravilloso olfato de la omega, el joven pudo darse cuenta de eso. A pesar de las miles de restricciones que los padres de SeokJin le imponían, el rey y la reina lograban deshacerlas diciéndoles que sólo son jóvenes y que los títulos no importaban.

Así es como ellos pudieron forjar una fuerte amistad.

—Bien, Northon va a rechazar tu propuesta, ¿Por qué? Es simple – el beta tomó algunos mapas que había en la mesa y los extendió frente a la omega – su terreno es desértico y no puede producir vegetales y frutas, va a preferir invadir la frontera de Hilgrand y cosechar ahí que hacer una alianza con el reino.

—Demonios, ¿Cómo es que siempre sabes que contestar? – BonHwa hizo reír a SeokJin ante su hablar – de verdad eres el mejor.

En ese preciso instante, algunos guardias entraron despavoridos al despacho de BonHwa, haciendo que ambos chicos se levantaran abruptamente.

—Mi reina, las tropas de Northon están invadiendo la plaza principal – el hombre suspiró – hemos puesto a salvo a omegas, niños y ancianos. Los alfas del pueblo están dispuestos a luchar.

—No habrá ninguna pelea – BonHwa acomodó su vestido y SeokJin se encargó de acomodar su corona – yo me encargaré de ésto. Devuelve a los alfas con sus familiares.

—Pero majestad...

—Es una orden, ¿Entendido? – el aroma a Jazmín que desprendía aquella mujer impregnó toda la habitación, su esencia hizo temblar a todos los presentes. Ella maldijo en su interior, su celo se había adelantado – muévanse, ¡Ya!

Todos se retiraron con una reverencia menos el beta. Algunos mareos atacaron su cabeza, llevándola de regreso a su asiento, SeokJin acarició su cabeza y ella le miró fijamente. Sus ojos se habían vuelto de tonalidades azules, brillosas e intensas.

—No puede ser, Jin – BonHwa suspiró – tráeme algunos supresores de la reserva.

—Deberias regresar a...

—Deberias guardar silencio, traerme lo que te pedí y obedecer a tu reina – ella lo miró con molestia, sus bragas comenzaban a mojarse debido a la excitación que su cuerpo sentía. Estaba deseosa de un Alfa que satisfaciera sus deseos carnales.

Poco después de tomar aquellas pastillas y regular un poco su respiración, salió como si nada hubiese pasado. Una tripulación de Alfas con la bandera de Northon se hallaba en la plaza, tal como lo dijo su servidor. No podía negar que estaba asustada, solo eran ella y esos Alfas, al parecer.

—¿Qué es lo que desean? – todos aquellos hombres rieron ante las palabras de BonHwa.

—¡Lárgate niña, queremos ver al rey de aquí!

Yo soy Bae BonHwa, reina de Hilgrand – aquella voz de Omega que utilizó para apaciguar a los alfas se lo debía a su clan. Por generaciones, los omegas Bae de sangre pura poseían ciertas características a diferencia de un omega común, muchas eran desconocidas, pero entre las más importantes estaba la voz de Omega.

Todos en el lugar comenzaron a temblar a excepción de unos cuantos.

—Créeme niña, una Omega no debe gobernar éste gran reino – el Alfa acomodó su armadura con superioridad – necesitas desposarte para ser digna de esa corona que portas.

—¿Qué es lo que buscan? ¿Las minas de plata? ¿Tierras fértiles? – ella cruzó sus brazos enarcando una de sus cejas – acaso, ¿Buscas ésto?

BonHwa señaló su corona con burla, la cual retiró de su cabello y arrojó a los pies del hombre.

—¿Me estás entregando tu reino así de fácil?

—Te estoy entregando una corona que puede valer miles de monedas – sin temor, se acercó al alfa y encarándolo sacó una pequeña daga de su vestido para colocarla en el cuello del contrario – puedes llevarle ésto a tu rey y decirle que deje en santa paz a mi pueblo y mis tierras. Tómalo como un regalo de mi reino para Northon, ¿Quedó claro?

—Jamás olvides éste nombre – el hombre se alejó de ella – Choi JiHwan te destruirá a ti y a este reino.

El hombre hizo una seña y todos tomaron una forma lobuna, retirándose del lugar. Ella se sentó en el suelo agotada, sintiendo aún sus bragas nuevamente húmedas y los supresores dejando su efecto. Gritos de festejo y aplausos le hicieron alzar su mirada, su pueblo le aplaudía su valentía y el coraje con el que defendió a Hilgrand.

—¡Que viva la reina Bae!

Ella sonrió sin pensar en algo más.

Sin pensar en lo que vendría después.

Sin pensar en lo que vendría después

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Kingdom » PJMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora